Hay que bajar a Da Vinci del pedestal

L.G.E.
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El presentador Christian gálvez ha repasado la lista de fracasos del autor de la Gioconda, incluida la tarta gigante en la que quería celebrar dentro una boda, para que nadie se ponga límites

Gálvez contó que de niño le hicieron repetir un dibujo por pintar una cara dentro de una nube y un árbol y después porque se había salido de la raya. - Foto: David Pérez

A Christian Gálvez le apasiona Leonardo da Vinci y se nota. Pero por mucho que le apasione no quiere que se le ponga en un pedestal muy alto, ni a él ni a ningún otro genio. Y menos aún que así se exhiba a los más pequeños.  «Lo ponemos en un pedestal y es como si al niño le decimos que no vas a ser como él», apuntó, «hay que bajarle de ese atril y ponerle cara a cara con los niños».

Gálvez ha dado esta mañana una ponencia sobre talento e ilusión a los asistentes al Congreso de Conaif (la Confederación Nacional de Asociaciones de Empresas de Fontanería, Gas, Calefacción, Climatización, Protección contra Incendios, Electricidad y Afines) en Toledo. Contó que Da Vinci fue ilegítimo, iletrado y que hay estudios científicos que apuntan a bipolaridad, dislexia, déficit de atención... y preguntó si alguien del público reunía todas estas características. «Estaría en las mismas condiciones de Leonardo», comentó. No hay, pues, motivos para no hacer genialidades como las que hizo él.

Gálvez quiso que con su ponencia nadie se ponga límites. «Si en algún momento os termináis de creer que en potencia todos somos capaces de hacer cosas diferentes y dignas de admiración, no esperéis 500 años para celebrar a vuestras genios», aconsejó.

Y para animar a hacer cosas diferentes y dignas de admiración, que es lo que aparece en la RAEen la entrada de ‘genio’, el presentador hizo un repaso no solo de las dificultades que tuvo que hacer frente Da Vinci, sino de la lista de fracasos que tuvo. Quizá la palma se la lleve el de la tarta nupcial para la boda de Ludovico Sforza, en Milán. Porque a Milán llegó ‘contratado’ como músico «y propietario de la primera empresa de catering de la historia».

«Diseña la tarta más grande del mundo, Sforza le dice que tiene  que ser para 300 invitados, pero Leonardo dice que no, que la boda se va a celebrar dentro de la tarta», relató, con la idea de que al terminar la fiesta se la comiesen. La montó en el patio de armas del castillo Sforzesco, pasó la noche y al día siguiente estaba destrozada. «Es que el banquete ya había tenido lugar, de todas las alimañas, los pájaros, las ratas...», desveló, «todo lo que rodea al castillo es bosque».

Lo de la tarta no fue lo único. Perdió el favor de los Medici por pintar el retrato de una dama de frente y no de perfil, que era lo que marcaba el canon. Perdió también el favor del Vaticano por comprar cadáveres y pintar el interior del cuerpo humano.

Pero de algún fracaso como el de la tarta nació también un éxito. «Leonardo se puso a trabajar, a pintar, convocó a toda la ciudad de Milán y presentó su último trabajo. Vosotros que decís que no soy capaz de dar de comer a 300 personas, sí soy capaz de dar de cenar al hijo de Dios y presentó esto». Y esto era el fresco de la ‘Última cena’.