Antonia Cortés

Desde mi ventana

Antonia Cortés


La lista de Navidad

23/12/2021

Se ha levantado temprano para hacer la maleta. La ropa que ha decidido llevar ocupa poco porque los regalos han reivindicado su espacio y porque la estancia será corta. Eso sí, el ordenador también se ha colado entre la lista de las cosas imprescindibles. Una lista imaginaria que vino a sustituir a la de verdad, la que escribía en un papel de cuadritos y con bolis de colores cuando era una adolescente, cuando se marchó a otra ciudad para estudiar en la universidad: azul, para los regalos; verde, para los deseos; rojo, para los libros leídos; negro, para las llamadas que ha de hacer…
Ya está aquí la Navidad, piensa. Un año con sus 365 días que ha volado como si tuviera la mitad. Rápido como una estrella fugaz, como unas velas de cumpleaños, como una bomba de jabón, como un beso en el aire, como un semáforo en verde, como un adiós en el control de un aeropuerto… como las luces de colores que se encienden y se apagan en su poto, su particular árbol navideño. Esa fugacidad de los momentos… convertida en esos pensamientos que van y vienen mientras se prepara un café.  
Alza la persiana para que entre luz. Todavía no ha amanecido. Abre la ventana para que se ventile la habitación, se asoma y permanece unos segundos mientras siente el frío de la madrugada. Una luna casi llena le guiña el ojo. Ella hace lo mismo. Pone música mientras hace su maleta: Christmas is justa round the corner… Y vuela como el año, veloz, a ese ayer tan lejos de casa en el que también preparaba la maleta para regresar por Navidad. Y se estremece.
Sobre la cama esperan un par de camisas para ser planchadas. Mira a su derecha, a su izquierda, como si no quisiera ver vista, y, como si estuviera haciendo trampas, las guarda, arrugadas, en la maleta. Acaba de ganar 10 minutos. 
Aún queda toda una mañana de trabajo antes de coger un tren que irá repleto de gente y de ilusión. Rematar las últimas cosas para disfrutar a tope de los siguientes días, de los suyos, de su gente. Ya sabe que la cena familiar prevista ha sido suspendida ante esas circunstancias que obligan a tomar decisiones contrarias a las deseadas. Pero no importa, esa cena se celebrará en pequeñas dosis, en momentos más íntimos. Regalos y abrazos repartidos por turnos.
Sale feliz con su maleta. Las preciosas luces de la ciudad están apagadas, pero huele a Navidad. Y mientras se dirige al trabajo, saca esa lista imaginaria y lee: que no se pierdan los valores de estas fechas; que los niños sigan cantando los villancicos aprendidos de los mayores; que las ausencias no se conviertan en tristezas sino en hermosos recuerdos; que las distancias reales no se sientan en los corazones; que las celebraciones se hagan con cuidado para no tener que lamentarse; que la alegría se cuele en los hogares…
Feliz Navidad

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