Pilar Cernuda

CRÓNICA PERSONAL

Pilar Cernuda

Periodista y escritora. Analista política


Estamos rodeados

28/12/2021

Este lunes le ha tocado Maritxel Batet, pero no puede extrañar a nadie que la presidenta del Congreso sea víctima del covid: estamos rodeados. Las colas ante las farmacias son interminables para hacerse con un aparatito de antígenos, porque todo el mundo sabe ya que el ómicron empieza el ataque igual que una gripe o unas anginas. Con tos, dolor de garganta y fiebre.

Los negacionistas ya pueden empezar a reconsiderar su posición, completamente absurda porque cada día que pasa se hace más evidente que las vacunas nos están salvando la vida. No sirven de nada, insisten los empecinados, la mayoría de los afectados por covid están vacunados. Cierto, entre otras razones porque son más del 80 por ciento los españoles que han recibido ya los dos o tres pinchazos, afortunadamente. Si no hubieran recibido la vacuna, en lugar de estar encerrados en casa con paracetamol y mascarilla, sin apenas relación con los convivientes, con toda seguridad se encontrarían en un hospital enchufados al oxígeno y con el miedo en el cuerpo. O los habrían trasladado ya a una uci, que no es el mejor sitio para dar vueltas a la cabeza pensando que puedes morir, como los docenas de miles de españoles, entre ellos familiares y amigos, caídos en las olas anteriores.

Las navidades han sido una sucesión de llamadas con información sobre los conocidos afectados por el covid. Se han producido bajas de última hora en las cenas y almuerzos habituales en estas fechas, y organizado las visitas para atender a los que viven solos y dejarles compra, o platos preparados, en la puerta. Igual que hace un año, pero sin que se nos hiele la sangre pensando que a lo mejor esa persona de la que nos ocupamos no acaba de recuperarse y acabará en un hospital donde no es seguro que puedan salvarle.

Estamos mal, pero podríamos estar peor, muchísimo peor. Estamos mal pero nos queda la tranquilidad, que no teníamos hace un año, y hace seis meses, de que de ésta se sale. Con dificultades respiratorias durante un tiempo, fiebre que va disminuyendo con los días, el mal cuerpo generalizado propio de las gripes fuertes o las bronquitis mal curadas. Que no son plato de buen gusto, pero no tienen nada que ver con la vida que no era vida que obligó al confinamiento total, teletrabajo total, la pérdida definitiva de personas muy queridas y el terror a acabar afectados a pesar de las infinitas precauciones. Con nuevos hábitos que nunca pensamos que íbamos a asumir de forma continuada, quizá para siempre.

Este lunes he ido a mi centro de salud para que me pusieran la tercera vacuna. En la sala de espera, dos conocidos con los que no hace mucho discutí porque eran negacionistas irredentos. Buena señal. Hasta ellos han comprendido que las vacunas importan.

El covid se expande a velocidad de vértigo. Pero hay síntomas de que la batalla se está ganando.