Tragedia sin esperanza

M. Sierra
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Manuel Canseco recupera la triste vida de María Estuardo para llegar al espectáculo teatral número cien de su carrera como director

Tragedia sin esperanza

A veces la realidad supera la ficción. Por eso Lope de Vega en más de una ocasión tiró de historia para inspirar su pluma, dando  lugar a algunos de sus textos más conocidos. Es el caso de Fuenteovejuna, pero también el de María Estuardo, la reina de católica de Escocia que convirtió en la protagonista de un poema que dedicó al Papa Urbano VIII para conseguir su favor como caballero de la Orden de Malta. Un texto que ha elegido Manuel Canseco para poner sobre los escenarios el que es su espectáculo teatral número 100, que el jueves se estrenaba en Almagro, en el palacio de los Oviedos, con una clara apuesta por la espectacularidad clásica que siempre acompañó al extremeño.   

María Estuardo. Corona trágica llegaba a Almagro justo unos días después de que Canseco fuera homenajeado por la profesión en el Corral de Comedias, donde se repasó buena parte de su obra y su pasión por los clásicos, incluso cuando no había cómo venderlos a los teatros. El Festival en 1976 abrió esa puerta y Canseco no dudó en aceptar el reto. En 1978 se estrenaba con El perro del hortelano. Hasta en 15 ocasiones ha venido desde entonces. Una lista a la que ahora se suma este poema que convierte en teatro  el veterano director que no duda en tomarse para ello algunas licencias como convertir a Lope de Vega en personaje de la pieza. Un Lope que deja en manos de Adolfo Pastor que rememora la versión más veterana del poeta aquí convertido en narrador de la historia que Estuardo, interpretada por una altiva Alejandra Torray que lleva el peso de la representación, a la que acompañan en su relato Juan Carlos Talavera y Cristina Juan, convertidos en los enlaces de ambos mundos, el del autor y su protagonista. Ytodo ello, vestido de ese aire clásico del que gusta el director  sin caer en lo obsoleto, gracias la ritmo que le imprime el director para que el exceso de monólogos  el gusto por el lenguaje más enrevesado de Lope no haga morir a los espectadores y al entorno elegante elegido para contar el relato, con vestuario de José Miguel Ligero, escenografía de Paloma Canseco e iluminación de Pedro Yagüe. La respuesta, el aplauso del patio de butacas.