Sueños cumplidos

M. Sierra
-

Anäis Bleda y María Gregorio explican lo que supone haber ganado la novena edición del Almagro Off con 'La margarita del Tajo'

Sueños cumplidos

Anäis Bleda Verdú soñaba con subirse a alguno de los escenarios del Festival de Teatro Clásico de Almagro mientras repartía agua como voluntaria de la muestra hace ahora «dos años». Entonces era estudiante de teatro en Madrid y Almagro, además de un referente teatral, era una «oportunidad única» para poder ver clásicos. «Como voluntario puedes hacerlo gratis, siempre que queden entradas». Una versión argentina de Hamlet y el montaje de Sueños, a partir de textos de Shakespeare, de Andrés Lima son las obras que recuerda de la 40 edición del festival, donde comenzó a forjarse, sin saberlo, La margarita del Tajo que este año se ha alzado con la octava edición del Almagro Off.

Aquel primer encuentro con Almagro que vivió la directora malagueña no es la única anécdota que rodea a la propuesta de la compañía Los martes no, que es el nombre de la compañía que defiende este texto desconocido de Ángela de Azevedo, que ofrece hoy su última función sobre el escenario del Silo. Hubo otra ahora más llamativa pero entonces más dolorosa. Cuando llegó el esperado fallo de las finalistas, de las obras     que lucharían en la villa encajera por el off, La margarita no estaba entre las seleccionadas para la final. «Después de nueve meses trabajando en este proyecto, que nació para Almagro, descubrimos que no había llegado al festival a tiempo ni el dossier de prensa, ni la ficha de inscripción, ni el teasser - selección de escenas que se rueda en el cine- que había preparado», y aquello les dejaba fuera de concurso, aunque dentro de la lista de reserva en una edición que sumó medio centenar de propuestas. Y entonces, los planetas se alinearon, la diosa fortuna movió sus fichas y una llamada de Ignacio García les confirmó que a veces los sueños se cumplen. «Cuando me llamó el director del festival para contarme lo que había pasado y que estábamos dentro, estaba tan contenta que le dije: espera que voy a abrirme una cerveza», relata. Como el propio Ignacio García explicó en la rueda de prensa de Almagro Off, con la que se cerró la agenda de la 42 en Valdeparaíso, uno de los montajes elegidos confirmó que no podía acudir a la final «y hubo que realizar una nueva selección». Y allí estaban ellas, con todo lo necesario para encajar en una edición con alma de mujer.

«Esto es un sueño cumplido», dice ahora Bleda Verdú a unas horas de que su propuesta teatral vuelva a subir el telón en el Silo, esta vez como parte de la programación oficial. Se siente tan feliz que no puede hablar sin sonreír.

Como otros muchos actores ella no empezó en esto, viene del mundo de las Bellas Artes, que es lo que le está dando de comer a la espera de que su carrera en el teatro despegue. Ahora, cree que eso podría pasar. En parte gracias al texto elegido.

A sus 29 años, sólo hay que hablar con esta malagueña para darse cuenta de que es metódica, perfeccionista y tiene las ideas muy claras. Es por eso que desechó un Lope para venir a Almagro y prefirió bucear por las tesis de la Resad en busca de algún texto con marcado sabor femenino, que es justo la filosofía sobre la que se levanta su compañía. Y fue así que se encontró con Ángela de Azevedo, de la que sólo se conservan tres obras, una de ellas La margarita del Tajo, que la conquistó. «Estamos hablando de un texto que tiene más de 400 años y te das cuenta de que las cosas no han cambiado tanto», lamenta y se hace eco de lo sucedido «hace unos días» cuando se encontró el cadáver de una mujer en el río Tajo. «Es posible que estemos intentando cambiar esa realidad, pero por ahora no se diferencia tanto de lo que escribe Azevedo hace siglos». «¿No es increíble?».

Bleda lo tiene claro, Almagro «es una oportunidad para gente joven como nosotros que no tenemos nada». Todo el dinero que se ha utiliza ha salido del bolsillo de esta malagueña que con el premio respira porque el sobreesfuerzo personal ha merecido la pena, se le ve en los ojos, en la cara, y seguramente lo notará en el bolsillo, no porque vaya a ganar dinero, sino porque va a reponer parte de lo perdido. Sin olvidar que este certamen se cierra abriéndole de par en par las puertas de otros escenarios donde van a ser programadas tras su paso por la villa encajera. En la Cuesta de Moyano de Madrid y en el Festival de Teatro en Londres Festelon.

Desde el escenario. «He encontrado un texto que es la ostia». Con esta frase, Anäis Blade convenció a María Gregorio de que ese Almagro con el que tanto habían soñado mientras se formaban en el laboratorio de William Leyton no estaba tan lejos. Lo recuerda bien y le agradece que contara con ella para convertirse en la protagonista de la propuesta, Irene. «Es una monja de Portugal que la primera vez que sale de un convento lo hace como parte del coro de la boda de los nobles Britaldo y Rosimunda. El problema es que cuando Britaldo la ve se queda fascinado y ella se confunde sin saber qué siente».

Gregorio viene de Alicante, es periodista por obligación y actriz por vocación y reconoce que éste está siendo su año. Lo dice por el Almagro Off, que entiende que es el premio justo a nueve meses de ensayos que hay detrás de esta propuesta. Pero también porque este premio le llega justo cuando está en fase de montaje la que será su primera película como protagonista. Pac Man, del director alicantino David Valero, en colaboración con Vasileios Papatheocharis. Se le nota emocionada. No hace tanto, quedarse a las puertas de la Joven Compañía de la Compañía Nacional de Teatro Clásico la había hecho sentir que no valía para esto.

Hoy, como Bleda, sonríes con todo el rostro, podría decirse que con todo el cuerpo, aunque reconoce que el lunes, la noche antes de la actuación, se vino abajo justo en el momento que se dio cuenta de que se jugaban todo el trabajo realizado a un día y poco más de una hora de trabajo. «Pensé que lo mismo no salía bien. Y me dio el bajón». Afortunadamente sólo fue algo pasajero que desapareció de la misma manera que se marcharon de golpe los temblores que la acompañaron en los primeros minutos de la función. Se jugaban mucho, se jugaban cumplir un sueño.