El coleccionista de tesoros olímpicos

Manuel Espadas
-

El nadador Juan Francisco Jiménez Romano logró una plata, dos bronces y ocho diplomas en Atlanta 96, Sidney 00 y Atenas 04

El coleccionista de tesoros olímpicos - Foto: Tomás Fernández de Moya

Durante las tres décadas que La Tribuna de Ciudad Real lleva levantando acta de todo lo acontecido en la provincia, el deporte ha ocupado de manera habitual páginas de preferencia, narrando actuaciones que han pasado a formar parte de la historia. Han sido 30 años en los que este periódico ha sido notario de las gestas de campeones de España, de Europa y del mundo, tanto en deportes individuales como colectivos, de consecución de títulos oficiales, de la firma de proezas personales o de la consecución de metas nunca antes logradas. Pero entre todos ellos siempre destaca por su propia luz todo lo sucedido en los Juegos Olímpicos, el acontecimiento máximo en el mundo del deporte. Ciudadrealeños como el añorado Antonio Díaz Miguel, Santiago Cañizares,  Macarena Aguilar o Fran Lara tuvieron el privilegio de subirse a un podio olímpico para recoger su merecida medalla, pero sólo una persona lo ha podido hacer en varias ocasiones: Juan Francisco Jiménez Romano. El deportista de natación adaptada se colgaba del cuello un bronce en los Juegos Paralímpicos de Atlanta 96 y una plata y un bronce en Sidney 2000; alegrías que contó en portada y con mayúsculas La Tribuna de Ciudad Real.

Pero el palmarés de Juanfran Jiménez Romano es mucho más amplio. En Atlanta 96, además de lograr la medalla de bronce con la selección española en los relevos 4x000 libres, obtenía diplomas olímpicos en los 100 y 400 metros libres, 100 espalda y en los relevos 4x100 estilos (clase S8). En Sidney 2000 se hacía merecedor de una plata en 400 libres y un bronce en 100 libres, además de diplomas en 100 espalda y 4x100 libres y estilos. Y también compitió en los Juegos Paralímpicos de Atenas 2004, de donde se traía un diploma en los 400 libres como cuarto clasificado, rozando un nuevo metal. Méritos a los que se sumaban no pocos títulos nacionales e internacionales, como los campeonatos de Europa de 1995 de 4x100 libres en Perpignan (Francia), y de 400 libres de 1999 en Braunsweig (Alemania), o los dos subcampeonatos del mundo de 1998 en Christchurch (Nueva Zelanda), en 400 libres y en relevos 4x100 libres. Además, en aquellos años ostentó los récords de España de 50, 100, 200 y 400 libres, con un dominio total sobre el resto de nadadores en su categoría.

Todos estos logros, conseguidos a miles de kilómetros de Ciudad Real, fueron conocidos de primera mano por sus paisanos gracias a La Tribuna, haciéndoles sentir orgullosos de contar entre ellos con un deportista de esta categoría, traduciendo esa admiración en cariño y en reconocimeinto, pues era elegido mejor deportista de la provincia hasta en tres ocasiones (1996 en edad juvenil, y absoluto en 1998 y 2000), y fue objeto de reconocimiento en los Premios Patronato 2018, recibiendo su prestigiosa Carta Puebla.

Portada del suplemento de deportes de ‘La Tribuna’ del 23 de octubre de 2000, con la plata de Jiménez Romano en Sidney.Portada del suplemento de deportes de ‘La Tribuna’ del 23 de octubre de 2000, con la plata de Jiménez Romano en Sidney.Pero además de las medallas, diplomas y demás galardones, Jiménez Romano guarda de aquella gloriosa época imborrables recuerdos en la memoria, y también en una valiosa carpeta, repleta de recortes de prensa que de vez en cuando ‘desempolva’ para echar la vista veinte años atrás.

«Siempre digo que soy un deportista del siglo pasado», bromea Juanfran, mientras vuelve a repasar las noticias sobre sus logros publicadas por este periódico y firmadas entonces por Jesús Fuentes o Diego Farto. Apenas tenía 15 años cuando conseguía su primer metal olímpico, y fue entonces, en agosto de 1996, cuando supo por primera vez de La Tribuna, uno de los medios que le esperaban en la estación del AVE a su llegada a Ciudad Real. Después de eso, su nombre siguió apareciendo negro sobre blanco en los periódicos, y sonó con fuerza en radios y televisiones, aunque nunca le gustó esa repercusión mediática.

Afortunadamente, su padres, Pablo y Modesta, y también su tía Matilde, que regentaba un estanco en Alamillo, se encargaron de recopilar todas las publicaciones de La Tribuna sobre sus éxitos y reconocimientos.

Jiménez Romano, trabajador en la actualidad del Patronato Municipal de Deportes, comenzó muy pronto a familiarizarse con el medio acuático, y por obligación. Fue diagnosticado con el síndrome de Guillain-Barré, que ataca al sistema nervioso y paraliza las extremidades. La piscina era el mejor método para su rehabilitación, así que con nueve años tuvo que aprender a nadar. Y así empezó todo, ayudado siempre por su padre como miembro del Club Lantana, hasta convertirse en todo un medallista olímpico. Los 400 libres fue su gran especialidad. No bajó de la cuarta plaza en ninguna de las competiciones internacionales a las que acudió, incluyendo la final en sus últimos Juegos, los de Atenas 2004. Pero ahí se acabó todo. Con 25 años asegura que dejó de disfrutar en las competiciones. Se ponía así punto y final a una inolvidable carrera deportiva de diez años que La Tribuna tuvo el honor de contar y que él recuerda con orgullo mientras vuelve a contemplar sus recortes.