La natalidad sigue disminuyendo aunque frena su caída

R. Chavarri
-

Ciudad Real registra la cifra más baja de nacimientos de toda su historia reciente con apenas 3.576 alumbramientos, casi 1.800 menos de los contabilizados hace apenas una década

La natalidad sigue disminuyendo aunque frena su caída - Foto: Pablo Lorente

Ciudad Real cerró 2019 como ocurrió en los tres años anteriores, esto es, con una caída del número de nacimientos registrados en la provincia por el Instituto Nacional de Estadística, que ayer alertó por el descenso de la natalidad en el conjunto del país. «El número de nacimientos continúa así con la tendencia a la baja de la última década, sólo interrumpida en 2014», avisa el INE, que extiende esa caída de la natalidad a todas las provincias de España, a excepción de Burgos, Cuenca, Granada, Huelva, La Rioja y Teruel.

En Ciudad Real, aunque los alumbramientos vuelven a bajar, el ritmo se frena. En 2019 se redujeron los nacimientos en un centenar cuando en 2018 el parón de la natalidad superó los 300 bebés. Lejos quedan eso sí, los tiempos, a mitad y finales de los años 70, en los que más de 7.000 ciudadrealeños llegaban al mundo. En 2019, los nacimientos apenas llegaron a 3.576; una década antes fueron 5.290.

Pese a todo, Ciudad Real experimenta una de las mejores evoluciones de las zonas limítrofes: Jaén, Toledo, Cáceres, Córdoba o Albacete registraron un parón mayor en la natalidad, lo que se traduce en que la provincia se sitúa en una tasa bruta de natalidad, esto es, los bebés que nacen por cada millar de habitantes, que roza la media estatal, con algo más de siete alumbramientos por cada 1.000 habitantes.

Y si nacen menos niños, la brecha con el número de personas que fallecen es cada vez mayor. Aunque las defunciones, hasta la irrupción del COVID-19 en las cifras de fallecimientos en la provincia se mantenían estables, en torno a las 5.000 a las 5.600 personas en los últimos años (5.224 en 2019), el crecimiento vegetativo de la provincia volvió a ser negativo, con 1.700 defunciones más que nacimientos por octavo año seguido.

A todo esto hay que sumar que los ciudadrealeños son cada vez más mayores. La edad media de la provincia, según el INE, se situó en 2019 en torno a los 44 años, cuando en 2009 era de 41, en el año 2000 era de 39,6 y, echando la vista más atrás, en 1975, los ciudadrealeños que vivían en la provincia apenas tenían 33 años de media.

Eso implica otro movimiento de las estadísticas del INE, el que hace referencia a la tasa de dependencia de la población mayor de 64 años, la que mide el ‘peso’ de los jubilados en el conjunto de la pirámide poblacional. En la provincia son ya el 31,26 por ciento del total, un porcentaje que no se había alcanzado nunca antes, aunque está lejos aún de los valores que se alcanzan en provincias como Zamora, donde más de la mitad de las personas que viven allí tienen más de 64 años.

Si se hace el mismo ejercicio pero para comprobar la representatividad que tienen los menores de 16 años en el conjunto de la sociedad ciudadrealeña, la situación cambia, para mal. Nunca antes habían supuesto un porcentaje tan bajo en la demografía provincial, apenas el 23 por ciento, cuando en los años 70 llegaban a sumar casi la mitad de la población.