Mascarillas con doble valor social

Inmaculada López
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El centro especial de empleo de Ilunion ubicado en Cabanillas del Campo desarrolla una labor pionera en la comunidad con proceso productivo desarrollado con ingeniería puntera y, en su mayoría, por personas con discapacidad

Zona de embolsado y empaquetado. - Foto: Javier Pozo

Una media de 80.000 mascarillas quirúrgicas se fabrican cada día en la planta que la división Servicios Industriales de Ilunion, empresa perteneciente al Grupo Social ONCE, tiene en el polígono industrial La Quinta de Cabanillas del Campo (Guadalajara). Se trata, sin duda, de una iniciativa pionera en la región tanto por su finalidad –la producción de estos protectores imprescindibles para frenar la propagación del coronavirus– como por su proceso, ya que es llevado a cabo de forma mayoritaria por personas con discapacidad. A ello hay que sumar un componente tecnológico y estratégico que rompe por completo con los esquemas tradicionalmente asociados a los centros especiales de empleo. «Se ha malentendido muchas veces lo que es un centro especial de empleo relacionándolo con trabajos repetitivos, de baja cualificación, de poco valor añadido y este ejemplo es completamente lo contrario», confirma José Luis González Cano, gerente de Servicios Industriales Zona Centro de Ilunion.

De hecho, la puesta en marcha de este innovadora sala de producción supuso un complejo estudio de ingeniería y consultoría a fin de cumplir con las rigurosas condiciones sanitarias y de trazabilidad que son requeridas para poner en marcha una instalación de estas características. «El proyecto surgió a finales de marzo del año pasado, al poco de estallar la pandemia. En condiciones normales, hubiese tardado un año o más en desarrollarse, pero se montó en tiempo récord, en seis meses estaba arrancando», detalla Felipe de la Fuente, responsable de Ventas y Desarrollo de Negocio Industrial de Ilunion.

Ilunion creó esta nueva sección en su nave de Cabanillas del Campo a demanda de un cliente de referencia nacional en el sector farmacéutico, Factorpharma, que se encarga de la venta y distribución de las mascarillas en el mercado una vez que han sido fabricadas, empaquetadas y homologas en este centro especial de empleo. «Es un proyecto llave en mano que satisface y fideliza al cliente y que, además, aporta novedad y un valor extra muy motivador para los trabajadores», asegura José Luis González-Cano. 

En concreto, dispone de tres líneas equipadas con maquinaria de alta tecnología y precisión capaces de alcanzar una producción de más 240.000 mascarillas diarias en caso de que fuera necesario. Actualmente, esta actividad da empleo a 14 personas con diferentes perfiles y discapacidades, básicamente, operarios, electromecánicos y la encargada de sala. «Adaptamos los perfiles con distintas capacidades a lo que son los nuevos puestos de trabajo y son desarrollados con la máxima profesionalidad», destaca Felipe de la Fuente. «Tenemos que ser rentables económicamente como cualquier empresa, pero no podemos dejar atrás a nadie en la parte social. Si conjugamos todos eso, estamos teniendo éxito», añade.

El proceso. Las dos máquinas gemelas que funcionan en esta factoría, donde en breve se incorporará una tercera, se surten de tres bobinas de materia prima que corresponden con las tres telas que conforman la mascarilla: el exterior, el interior y el filtro, que es lo que realmente aporta la protección. «Tenemos que lograr que tenga una eficacia de filtración mayor al 98 por ciento porque esta mascarilla que comercializamos requiere ese tipo de especificación. Pasamos muchos controles de calidad para que en el caso de que haya algún tipo de contaminación, detectarlo en primera línea y no arrastrarlo a toda la producción», explica la encargada del proyecto, Mónica Núñez. 

En una primera fase automática, las tres telas se insertan con el clip nasal para, a continuación, elaborar los pliegues y el corte. Tras pasar por un pequeño canal de transporte, cada pieza llega al módulo de soldadura donde, también de forma mecánica, se cortan y engarzan las gomas que permiten la sujeción de la mascarilla a las orejas de la persona. Por último, en la zona de salida, los operarios se encargan de embolsar las mascarillas en lotes de 50 unidades mediante el uso de básculas de precisión y, finalmente, proceden al empaquetado y preparación para su transporte y entrega al cliente. «Tenemos unas cifras buenísimas de productividad, hay días que superamos el cien por cien», declara Mónica Núñez con satisfacción.

«Enriquecedor». Por otra parte, la responsable de planta reconoce que este reto profesional«fue complicado en el arranque, sobre todo, porque las primeras máquinas que tuvimos dieron más problemas de lo debido, pero está siendo súper gratificante a nivel laboral y personal». «A nuestra manera, estamos aportando un granito de arena para erradicar esta pandemia. Además, el trabajar en un centro especial de empleo con perfiles muy distintos y personas con discapacidades diferentes hace que el proyecto sea todavía más interesante y enriquecedor», confiesa.

En este sentido, los responsables de Servicios Industriales de Ilunion corroboran que esta novedosa actividad ha ido «in crescendo» con el paso de los meses. «Ha sido una evolución constante a todos los niveles: de conocimiento del producto, de gestión, de organización, etc.», afirma Felipe de la Fuente. De hecho, no descartan ampliarla en el futuro con nuevos productos para el sector como guantes o batas. Además, tras esta exitosa experiencia, confían en aumentar la cartera de clientes que quieran apostar por este modelo de negocio estratégico sustentado en una potente base social. «Nosotros queremos que nos vean como proyectos de este tipo, como una solución de ingeniería con un componente técnico muy alto y capaz de integrar a gente con distintas discapacidades al entorno laboral», resume José Luis Gómez-Cano.

Otras actividades. Aparte de esta nueva sección dedicada a la fabricación de mascarillas quirúrgicas, Ilunion Servicios Industriales desarrolla otras muchas labores para clientes distintos en su planta de Cabanillas del Campo (antigua Manchalán), especialmente, en el ámbito del retractilado, la logística inversa y la manipulación industrial. Para ello, cuenta con una plantilla formada por una media de 150 personas, el 87 por ciento de las cuales tiene algún tipo de discapacidad (física, psíquica y sensorial). Asimismo, dispone de otros empleados –unos 800 en la zona centro y 3.000 en toda España– que desarrollan su trabajo en las instalaciones de los propios clientes, sobre todo, del sector logístico.

Desde luego, no encontramos ante una fórmula ejemplar para generar empleo, rentabilidad y excelencia haciendo de la diferencia una integración real.