Festival de Almagro, la madurez de la cultura desde los 40

Diego Farto
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Tres veteranos trabajadores del certamen recuerdan algunos momentos que les han permitido ser parte de la amplia familia del teatro que se reúne cada mes de julio en la localidad encajera

De izquierda a derecha, Conchi González, Felipe Valencia y Nieves Molina. - Foto: Tomás Fernández de Moya

El Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro es la principal referencia cultural en la provincia, sus 43 ediciones son un signo de madurez que cristalizó especialmente en 2017, cuando se festejó el 40 aniversario, que además coincidió con el último ejercicio como directora de Natalia Menéndez.

Aquella conmemoración reunió a 50 compañías, que desarrollaron 102 representaciones (25 de aquellas funciones fueron estrenos). Fue también la edición más internacional, con agrupaciones procedentes de 13 países. Esta convocatoria se configuró como un homenaje al público y a los actores y actrices que pasaron por el festival.

Esta exuberancia contrasta con la austeridad de la cita más reciente. El Festival de este año, condicionado por la pandemia de coronavirus, se vio limitado a 26 compañías sin representantes extranjeros. Por motivos de seguridad se restringieron los espacios y sólo hubo espectáculos en el Corral de Comedias, el Hospital de San Juan, la Antigua Universidad Renacentista de Almagro y el palacio de los Oviedo, con una dura reducción de aforo.

En la 40 edición del festival se entregó el Premio Corral de Comedias a José Sacristán. Fue el último de Natalia Menéndez como directora.En la 40 edición del festival se entregó el Premio Corral de Comedias a José Sacristán. Fue el último de Natalia Menéndez como directora. - Foto: Pablo LorenteSin embargo, la edición 2020 fue todo un ejemplo de cómo desarrollar espectáculos culturales en condiciones de seguridad para el público y los profesionales tanto los que trabajan sobre las tablas como los que lo hacen entre bastidores.

La Tribuna de Ciudad Real dio cuenta de lo ocurrido en ambas convocatorias, como lo lleva haciendo desde julio de 1991, en la que entonces era la 14 edición. Entonces el director era Francisco José Mayans. Las siguientes ediciones se realizaron bajo el mandato del citado Juan Pedro de Aguilar (1992-1994), Amaya de Miguel (1995-1996), Luciano García Lorenzo (1997-2004), Emilio Hernández (2005-2008), Natalia Menéndez (2009-2017) y de Ignacio García, que comenzó su andadura en 2018.

Estos cambios y otros los han vivido entre bastidores los empleados del Festival, vecinos de Almagro como Conchi González Dotor, hoy jefa de sala del Corral de Comedias, quien estrenó su vínculo con el certamen en 1989, «como trabajadora de taquilla». Se considera una espectadora privilegiada del Corral, lo que le permitió conocer en el año del 40 aniversario a David Ottone, el director de escena de La Calderona, «un montaje divertidísimo», que fue todo un éxito aquel verano.

Es también testigo de la atracción de este espacio sobre los artistas que llegan a él por primera vez, en especial los extranjeros. «Están encantados, fascinados y deseando ponerse a ensayar y actuar. Se les llena el alma», rememora, antes de mencionar «a un director inglés» que en 2017 «no cabía en sí de gozo desde que pasó por la puerta».

González también tiene grabado el especial esfuerzo que supuso la edición de 2020, «si normalmente el equipo de sala tenemos que estar pendientes de que nadie mueva una silla, este año fue mucho más, porque las medidas estaban totalmente ajustadas y nadie podía salir de su sitio». Los trabajadores tenían que cuidarse de que los espectadores siguieran las rutas establecidas tanto a su llegada como a su marcha del teatro. Lo mejor fue que a la salida, «mucha gente nos felicitaba por el trabajo tan bueno que hacíamos».

La jefa de sala del Corral atribuye a los dos últimos equipos directivos un mayor interés por los trabajadores. «Implican mucho más a la gente. Estamos todos más metidos en más cosas. En los grupos de trabajo, cuentan con nosotros para que conozcamos a los actores de las distintas compañías que vienen, nos reunimos más a menudo».

Su propio balance personal va en esa línea. «Estoy feliz al haber conocido a tantísima gente, tanto personas que han venido a trabajar cada año, que ya son casi como mi familia, como grupos, compañías; gente maravillosa que de no ser por esta línea de trabajo jamás habría conocido», afirma.

Entre Bambalinas. En 1997 se incorporó al festival Felipe Valencia, informático almagreño que en julio se convierte en jefe de staff. Su vínculo con el certamen comenzó trabajando de utillero.

Cuando en 2017 se celebró el 40 aniversario del Festival, Valencia estaba en el Espacio Miguel Narros, un año en el que la compañía Morboria representó El lindo Don Diego, un montaje «muy esperado», aunque «yo ya les conocía porque habían hecho mucho teatro de calle» en años anteriores. Seguir aquellas funciones entre bambalinas acentuó «la visión tan diferente que tenemos los técnicos, no se parece en nada a lo que ves desde el patio de butacas», comenta.

Tras el cierre del Espacio Miguel Narros, Valencia pasó al Palacio de los Oviedo, «por mí encantado; pero siempre añoras los primeros», añoranza que hace extensiva también al claustro de los Dominicos.

Sin embargo, el jefe de staff no ha estado en la edición de este año, «cuando se suspendió la programación inicialmente prevista preferí apartarme, pero seguí en contacto con los compañeros», confiesa, aunque aún confía en que la edición de 2021 permita recuperar la normalidad y volver a su trabajo del mes de julio en el Festival.

Un poco después de Felipe Valencia, en el año 2000, comenzó a trabajar en el Festival Nieves Molina, primero como limpiadora en el Hospital de San Juan, aunque desde 2008 está en el equipo de sastrería. Molina también se siente especialmente vinculada al espacio Miguel Narros, puesto que allí se ubicaba el taller de sastrería hasta su cierre, aunque advierte que «nosotras hemos pasado por todos los espacios del festival, allí donde las compañías nos necesitaban».

En el año del 40 aniversario, la sastra cita especialmente el paso por el escenario de la plaza de Santo Domingo del montaje de Cyrano de Bergerac, una coproducción del propio Festival protagonizada por José Luis Gil, que al equipo de sastrería «nos dio bastante trabajo», aunque Molina, destaca que con la compañía «venía una chica encargada de vestuario, que se fue encantada con nosotras y nosotras nos quedamos encantadas con ella», recuerda.

La edición más reciente tuvo una estudiada preparación del vestuario de modo que «este año no hemos tenido que ayudar a las compañías a vestirse, puesto que los trajes eran mucho más sencillos», una forma de reforzar la seguridad de actores y técnicos.