La vida regalada de un niño que necesitaba de unos pulmones

Hilario L. Muñoz
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Israel García-Consuegra tenía 15 años cuando se convirtió en la tercera persona de España que recibía un transplante multiorgánico, dos pulmones y un hígado, tras una operación complicada que se hizo para darle un futuro que no tenía

Israel enseña sus cicatrices. - Foto: Rueda Villaverde

Si quieres que las enseñe, te las enseño. Son mis cicatrices de guerra como digo yo». Israel García-Consuegra lleva para toda la vida un recuerdo de las marcas que mostró orgulloso el domingo 4 de febrero de 2007 en La Tribuna de Ciudad Real. El niño Israel se había convertido en la tercera persona de España que había recibido un trasplante de los dos pulmones. Fue en una operación en la que además le trasplantaron un hígado, dañado por la fibrosis quística con la que nació y por la que le dijeron que nunca alcanzaría a ver la mayoría de edad. Trece años después sigue mostrando orgulloso aquellas cicatrices que le dieron una vida regalada.

«Son buenos recuerdos para mí», señala este joven daimieleño que sigue viviendo en su lcoalidad natal y que atiende a La Tribuna de Ciudad Real junto a su madre, Paqui Rodríguez Perales, la persona que más creyó en que su hijo podía tener una vida y que le cuida desde que era pequeño. «Me he pasado 16 años en el hospital», argumenta su madre, orgullosa del tiempo extra que ha tenido junto a su hijo. Entre ella y la abuela de Israel guardan un arsenal de noticias del niño milagro, de aquel joven que miraba hacia el futuro y que apareció en la televisión nacional y fue portada también de los medios andaluces.

Durante un tiempo, aquellas vivencias fueron duras, - «no me gustaba mucho leerlo»-, pero con el tiempo fue comprendiendo el cambio en su vida. Aquel día, cuando La Tribuna le entrevistó, Israel pesaba apenas 30 kilos, casi no andaba tras meses en la cama y tuvo que pasar una recuperación que aún sigue.

Publicación en La Tribuna sobre la operación a Israel García-Consuegra.Publicación en La Tribuna sobre la operación a Israel García-Consuegra. - Foto: LT«Verme así no me gustaba», explica García-Consuegra, que con el paso del tiempo fue aprendiendo a vivir con sus cicatrices y tomando decisiones para su nueva vida. La primera es el taekwondo y es que este joven que apenas podía moverse antes de la operación es cinturón negro de este arte marcial. Su padre fue el que lo inició y entre sus enseñanzas y las del gimnasio fue subiendo escalones en el deporte.

El segundo aspecto es recuperar poco a poco el tiempo perdido en lo educativo. Durante su infancia y su adolescencia apenas pudo ir a clase, entre las enfermedades y los ingresos hospitalarios, que le impedían seguir la educación en su colegio con regularidad. Por este motivo ahora está en la escuela de adultos buscando aprender un oficio que con su estado de salud pueda realizar, ya que los esfuerzos físicos continuados los tiene prohibidos por motivos sanitarios al igual que cualquier empleo en el que haya polvo o partículas que puedan dificultar su respiración.  Espero encontrar algo en «una oficina o algo tranquilo», pero afirma que «aún no tiene pensado nada» porque fueron muchos años sin ese hábito. «La cabeza piensa muchas cosas», dice cuando se le pregunta si el taekwondo puede ser una profesión de futuro, dando clases y siendo un ejemplo de que siempre hay un rayo de esperanza.

Hay que tener en cuenta que la historia sanitaria de Israel comenzó en el Ramón y Cajal, en Madrid. Allí le trataban de su enfermedad y sobre todo de su peso. «El médico me dijo que tenía que coger peso para la comunión», recuerda su madre de aquella etapa en la que la esperanza de vida de este daimieleño llegaba hasta los 20 años. «Lo pasó francamente mal y casi no llega, le daban trombos y le pusieron una prótesis porque se le cerraban los bronquios» señala su madre. «No me iban a operar hasta que no tuviera más edad» pero, finalmente, «como estaba tan débil», optaron por enviarlo al hospital universitario Reina Sofía, «más experimentado», continúa la historia Israel. Pasó un año y medio en lista de espera hasta que en otoño de 2006 recibieron la llamada que tanto ansiaba y es que había unos órganos compatibles y que le podían dar los años de vida que no tenía. «Os pido vivir», les dijo el joven Israel de 15 años a los Reyes Magos cuando fueron a visitarle a la UCI tras su operación. Había que esperar aún para saber si todo había ido bien, dos meses después recibió a La Tribuna aún débil, pero sabiendo que la operación había sido un éxito.

«La evolución es buena», afirma cuando se le pregunta si hay algún tipo de secuela que le afecte en su día a día. Él sigue siendo muy conocido en el centro, un niño milagro de esos que hay pocos, y mantiene visitas continuas al hospital y tiene que seguir con una amplia medicación casi de por vida, una decena de pastillas que cada día le siguen salvando la vida.

En su día a día ya no hay sorpresas y es que sus amigos «ya están acostumbrados» a ver sus cicatrices y escuchar la historia de esos años en que no había un futuro. «Se sorprenden las enfermeras que no me conocen cuando ven las cicatrices y me preguntan qué es eso». Incluso hay radiografías en las que se ve el alambre que une sus costillas tras el trasplante de los dos pulmones. «Cómo es que sin camiseta sale un botón» le han llegado a decir cuando han visto ese elemento que sigue en su cuerpo tras tantos años.

Se trata de anécdotas de catorce años de vida regalada tanto para él como para su familia. Sobre todo para esa madre que «era todo» y que ha visto cómo su hijo ha superado la edad máxima de vida que tenía al nacer gracias a la vida que le dieron unos órganos prestados.