El Picasso más íntimo

Alfredo Valenzuela (EFE)
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Tras casi 30 años de encuentros, el biógrafo Palau i Fabre plasmó en un testimonio monumental la versión más personal del genio malagueño

Al artista le molestaba que su obra se usara solo con intereses económicos.

Cuando Picasso le preguntó a su biógrafo Josep Palau i Fabre «¿a quién más has conocido?», éste le contestó: «A Lorca y a Artaud», y después siguieron su charla como una de las muchas que sostuvieron y que Palau recogió en su testimonial e intimista Querido Picasso.

La conversación de aquel 15 de marzo de 1972 se extendió porque el genio malagueño quiso saber si había conocido a Dalí: «No, no lo conozco, no me interesa conocerlo».

Picasso siempre fue generoso con Palau y era habitual que le regalara dibujos, libros, folletos y publicaciones, hasta conformar una colección que se conserva en la Fundación Palau y Fabré y que se reproduce en este libro.

Al artista le molestaba que su obra se empleara como mera inversión, cosa que Palau pudo comprobar el día que le mostró un libro en el que, 20 años antes, el malagueño le había hecho un dibujo firmado. Aquello le complació tanto que volvió la página y le «regaló» otra ilustración junto a Y aquí otra vez, y al devolverle el ejemplar le dijo con humor: «Y ahora vuelve a traérmelo dentro de 20 años más».

En ocasiones, el escritor llevaba, para que Picasso las certificara, obras de coleccionistas españoles y, en una ocasión en que descubrió una rúbrica falsificada, le regaló a Fabré un autógrafo junto a un dibujo diciéndole: «Que imiten esto».

Sobre la importancia de sus firmas, Palau llegó a sugerirle que reuniera todas en un volumen, a lo que el genio respondió: «Al fin y al cabo, lo que hace un pintor en un cuadro no es otra cosa que firmar. Cuando Velázquez da un golpe de pincel en la nariz de una de las meninas, continúa firmando».

Autor de una biografía monumental, Palau i Fabre lo visitó durante casi 30 años. De sus encuentros fue llevando anotaciones que, con el tiempo, se convirtieron en Querido Picasso, una obra que dice tanto de la personalidad del pintor como del propio Palau.

Estas páginas son también reflejo de las relaciones familiares del artista, de sus hábitos de trabajo, sus cambios de humor, gustos, manías y aficiones, como los toros.

Asimismo, el escritor da fe de la mucha obra que Picasso desechaba: «Muy a menudo me quedo a trabajar hasta las tres o las cuatro de la mañana. Hago cosas y más cosas, y después no me gustan y lo rompo todo», le confesó un día.

Palau concluye su libro con un broche de orgullo al referir una reunión con Michel Leiris y su esposa, la cual le preguntó a Picasso que de todos los que escribían sobre su obra «¿quién cree que lo hace con mayor acierto, quién es aquel en quien usted confía más?», a lo que contestó lacónico: «Palau».