La vida bajo tus pies

M.H. (SPC)
-

Biome Makers es una empresa que analiza los microorganismos vivos que hay en las tierras de cultivo para ofrecer soluciones encaminadas a aumentar los rendimientos

La vida bajo tus pies

La agricultura actual tiene una gran dependencia de productos químicos. Fertilizantes, herbicidas o fungicidas, entre otras sustancias, son aplicadas habitualmente en las tierras de labor sin que en la mayoría de las ocasiones haya más pautas de uso que las que especifica el fabricante en los envases, pautas que al agricultor no le queda más remedio que seguir a falta de otras indicaciones. De existir unas directrices más afinadas, los profesionales del campo podrían graduar el uso de estos químicos en función del cultivo y el terreno consiguiendo dos cosas: optimizar la utilización de esos insumos y evitar que un exceso pueda ocasionar problemas medioambientales, ya sea a corto o a largo plazo.

Las políticas de la Unión Europea apuntan cada vez más a restringir la aplicación de estos productos (los listados de sustancias permitidas cambian a menudo dejando fuera cada vez más). La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) habla de que un tercio de las tierras de labranza en el mundo están agotadas por prácticas agrícolas demasiado agresivas y es habitual leer informaciones sobre acuíferos contaminados con nitratos provenientes de la agricultura.

Es evidente que esta realidad tiene que cambiar, por dos razones principales: en primer lugar, el ser humano no puede permitirse agotar la tierra porque ha de ser capaz de sacarle el máximo rendimiento posible para alimentar a la creciente población mundial; en segundo lugar, tiene que conseguirlo sin causar daño a un medio ambiente ya bastante castigado.

Y en ello están Alberto Acedo, doctorado en Medicina Genética y Aplicaciones Biomédicas, y Adrián Ferrero, licenciado en Ciencias Económicas. Estos amigos de la infancia originarios de La Bañeza son los cofundadores de Biome Makers, una empresa nacida en California de la que hace más o menos un lustro abrieron sus instalaciones en España, concretamente en Valladolid. Biome Makers es una start-up biotecnológica especializada en el análisis de los microorganismos que habitan en el suelo (microbioma del suelo) determinando sus funciones y creando aplicaciones bioinformáticas que ayudan a los agricultores a tomar decisiones para alcanzar una agricultura más sostenible. Se dedican a analizar muestras de suelo para saber qué es lo que vive en ella; porque de la presencia de estos microorganismos dependen gran parte los procesos de absorción de nutrientes y la salud de los cultivos, es decir, tienen una incidencia tremendamente importante en la agricultura.

Antes de crear Biome Makers, Alberto trabajó en el campo de la genética humana. Montó el primer laboratorio privado de España capaz de realizar análisis genéticos para detectar la presencia de genes que implican la posibilidad de desarrollar cáncer en el futuro. Pensó, tras conversaciones con amigos viticultores, que estas técnicas de detección genética podrían servir para averiguar qué microorganismos intervenían en la elaboración del vino y cómo se podrían prevenir malas fermentaciones sabiendo qué es lo que vive en el mosto o las cubas antes de comenzar el proceso. Y él y Adrián decidieron aplicar estos conocimientos a la tierra para, a través de análisis genéticos, averiguar qué es lo que hay vivo en el suelo y poder así realizar un diagnóstico que permitiera actuar en función de los resultados obtenidos para mejorar los cultivos.

Arrancaron en California porque una empresa de allí, tras conocer su idea, vio posibilidades y se ofreció a apadrinar sus comienzos incluyendo a Biome Makers en su programa de aceleración, una suerte de empujón para start-ups. Empezaron trabajando con viñedos en el valle de Napa, mundialmente conocido por su producción de vino. Al analizar los suelos de esos viñedos comenzaron a descubrir especies de microorganismos desconocidos hasta el momento (antes de que Biome Makers comenzara su labor solo se conocía el 1% de los hongos y las bacterias que viven en la tierra) y utilizando la llamada inteligencia de computación fueron capaces de traducir todos esos nuevos hallazgos a datos que interesan al agricultor para mejorar sus rendimientos.

Se dieron cuenta de que la fertilidad de los suelos no dependía tanto de los nutrientes presentes en la tierra como de la capacidad de los cultivos para absorberlos; es decir, una parcela puede tener nitrógeno de sobra, pero de poco vale si las cepas, el trigo, las patatas o lo quiera que se plante en ella no tiene posibilidad de aprovecharlo. Y para que los cultivos sean capaces de absorber ese nitrógeno (o cualquier otro nutriente) es necesario que existan microorganismos en el suelo que le permitan hacerlo. Es algo similar a las setas que conocemos: el hongo se asocia a la raíz de la planta en cuestión (por ejemplo, una conífera en el caso del níscalo) y le ayuda a captar alimento del suelo a cambio de ciertas ventajas que la planta le proporciona, de manera que ambos organismos salen beneficiados.

Pero al hacer los análisis, a través de los cuales se busca el material genético de estos microorganismos, Alberto y Adrián se dieron cuenta de que muchos suelos están agotados, es decir, no son fértiles; pero esta falta de fertilidad no obedece necesariamente a la falta de nutrientes, sino más bien a la falta de bioma, el conjunto de microorganismos que hacen posible que esos nutrientes puedan ser asimilados a través de las raíces.

Hoy en día, en Biome Makers ofrece dos de soluciones a sus clientes: BeCrop, herramienta de diagnóstico para entender lo que está ocurriendo en el suelo de una determinada finca y que provee datos específicos y muy útiles para la toma de decisiones en cultivos; y Gheom, enfocado en analizar y comprobar los efectos reales que tiene un insumo en el suelo a lo largo de varios periodos y en varias parcelas.

A través de estas pruebas, se puede saber con exactitud qué especies de microorganismos están presentes en cada parcela, de manera que el agricultor puede saber si el nivel es alto o bajo, si hay especies que ayuden a la absorción de nutrientes, etc., de manera que la tierra puede gestionarse mejor y aprovechar todo su potencial. Además, mediante algoritmos parecidos a los que emplean Facebook o Twitter para conocer los hábitos de las personas en las redes sociales, en Biome Makers son capaces de averiguar las relaciones que se establecen entre esos microorganismos, muy importantes para comprender los procesos que se dan bajo la superficie de la tierra en un cultivo.

Pero todo esto no ha sido fácil. Con los primeros análisis obtenían muchos datos nuevos, pero eran datos que no podían contraponer a otros para conocer las implicaciones que tenían. A lo largo de los años han ido tomando muestras de suelo por todo el mundo y, al conocer el bioma existente en cada uno de ellos y el comportamiento de los cultivos que se plantaban se hizo posible la elaboración de una base de datos que facilitará la elaboración de modelos predictivos gracias a la utilización de varios Gheom, que ayudarán al agricultor a entender que ocurrirá si aplica un insumo concreto.

Pero esta técnica va mucho más allá. Según explica Alberto, ahora mismo están «en el límite del conocimiento», están averiguando cosas que hace apenas unos años nadie se planteaba. Con Bayer, la conocida multinacional fabricante de producto fitosanitarios, están inmersos en un proyecto, utilizando Gheom, mediante el cual han conseguido averiguar, con una sola muestra de suelo, si en una parcela sembrada de patatas el fungicida fabricado por esta empresa va a ser efectivo o no antes de aplicarlo, con el ahorro que eso puede implicar para el agricultor.

Créditos de carbono.

También están involucrados en 10 proyectos para desarrollar un indicador biológico de secuestro de carbono de la atmósfera. O lo que es lo mismo, aparte de ayudar al agricultor a mejorar sus rendimientos y optimizar el uso de químicos, son capaces de monitorizar la captación de carbono por parte de los microorganismos presentes en el suelo. Esto tiene dos implicaciones principales: si el suelo capta carbono, se enriquece, lo cual es bueno para los cultivos; y además esto genera los llamados créditos de carbono que el agricultor puede vender.

Para hacerse una idea de esto, Alberto pone un ejemplo fácil de entender: según cuenta, el 25% de los ingresos de Tesla no proviene de las ventas de coches, sino de la venta de créditos de carbono. La empresa de Elon Musk, con sus coches eléctricos, emite poco carbono a la atmósfera, menos del que podría; ese margen entre lo que emite y lo que podría emitir se convierte en créditos de carbono que otras empresas como General Motors le compran para que sus coches, mucho más contaminantes, puedan seguir fabricándose.

En este caso, el carbono secuestrado de la atmósfera por las tierras de un agricultor viene a ser carbono que no se ha emitido, por lo que puede vender los derechos de emisión de ese carbono a industrias que se lo requieran. Con los indicadores de secuestro de carbono que están desarrollando se puede cuantificar la cantidad absorbida por el terreno. Alberto habla del caso de un agricultor estadounidense que, solo con la venta de estos derechos, ingresaba entre 200.000 y 300.000 dólares anuales. Aparte de captar carbono y favorecer al medio ambiente, también puede ser una importante fuente de ingresos.

Por último y no menos importante hay que mencionar que, desde el año pasado Biome Makers, está promoviendo una iniciativa global, llamada Fields4Ever, que tiene como objetivo recuperar la salud de los suelos. Esta iniciativa ha sido apoyada por la Unión Europea y actualmente engloba a más de 160 proyectos en todo el mundo.

Por lo que parece, la agricultura ha estado demasiado centrada durante décadas en las semillas y los productos químicos que aumentan sus rendimientos, pero nadie le había dado al suelo en el que se cultiva la atención que merece. Y lo cierto es que la tierra en la que se siembra es lo único permanente y, sin duda, algo que hay que vigilar y cuidar para asegurar futuras cosechas. Biome Makers ha dado un paso sin precedentes en la gestión de estos suelos y su trabajo tiene una proyección inimaginable que, en un futuro muy próximo (por no decir en el presente), va a tener mucho que decir en la agricultura mundial. Y son españoles. Como dice Alberto, «el talento que hay en España es brutal». Solo falta aprovecharlo y que empresas como la de Alberto y Adrián no tengan que marcharse a California para poder arrancar.