La baja rentabilidad empuja a los agricultores "a arrancar"

D. M.
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Los viticultores cada vez más abandonan este cultivo en beneficio de otros «más competitivos» como el pistacho o el almendro

La baja rentabilidad empuja a los agricultores "a arrancar" - Foto: Tomás Fernández de Moya

¿Cómo es posible aguantar tan baja rentabilidad?: «Pues a costa de pedir préstamos e intentar incrementar la producción», responde con espontaneidad el secretario provincial de Asaja Ciudad Real, Florencio Rodríguez. «Aún así, no salen las cuentas», se lamenta.

Durante años, el campo manchego sufre una lenta y callada reestructuración que va asociada a un relevo generacional que en gran medida no se está produciendo. Cada vez más, la agricultura va camino de una profesionalidad profunda en busca de la rentabilidad que en productos como la vid, poco a poco, se pierde: «Se está descapitalizando al agricultor pequeño y mediano». Ante unos precios tan estancados durante años, no solo en la uva, los viticultores poco a poco están optando por cultivos alternativos: «Cada año el arranque de vides va a más en beneficio de productos muchos más rentables como la almendra o el pistacho», los cultivos estrellas en los mercados internacionales. Rodríguez lamenta que con esos precios de las tablillas, por ejemplo, en Valdepeñas no se cubren gastos  y además el agricultor busca la manera de agrandar su cosecha «con más agua, más abono, es decir, más recursos que alguno de ellos ya van escaseando como el agua».  Los rendimientos por hectárea en zonas como, por ejemplo, del Campo de Calatrava, son menores por el tipo de tierra y que «están muy por debajo de zonas como La Mancha».

Hay quienes, según Rodríguez, que directamente «abandonan y arrancan la vid». Esta situación «va a más» en explotaciones que se heredan y que «los hijos no ven la manera de sacar un rendimiento a un cultivo que es complejo y necesita una dedicación plena durante todo el año». La rentabilidad la obtienen aquellos que se dedican «profesionalmente a ello y asumen todas las tareas como el injerto, la poda y la vendimia». En esos caso, el beneficio es «corto» pero da para «mantenerse. No así para invertir en grandes maquinarias». El representante de Asaja también recuerda que durante estas décadas la propia restructuración del viñedo fue un «oxígeno» para los viticultores porque gracias a esas subvenciones de entre 6.000 y 7.000 euros por hectáreas  consiguió mantener el cultivo pero que a la larga y con esos precios de la uva «se ha visto que no ha servido para mucho».

Las estadísticas avalan esta apreciación. En el caso de la provincia de Ciudad Real, en los últimos cuatro años se ha pasado de las 161.934 hectáreasa de viñedo de 2017 a las 158.696 de 2020, casi 1.000 hectáreas de vid menos cada ejercicio después de unos años de crecimiento alentados por las reestructuraciones. El agua está siendo otro condicionante: «Cada vez hay más impedimentos y restricciones para regar», por lo que ese mar de vides que ha caracterizado el campo manchego también está lentamente desapareciendo.