Un 11 % de la provincia tiene un nivel de erosión grave

Hilario L. Muñoz
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El Ministerio ha hecho público el Inventario Nacional de Suelos que muestra un descenso de la zona en peligro de la provincia

Un 11 % de la provincia tiene un nivel de erosión grave - Foto: Rueda Villaverde

La provincia de Ciudad Real cuenta con al menos un 11 por ciento de su superficie con riesgo grave o muy grave de sufrir algún deterioro. Se trata de una cifra hecha pública por el Ministerio de Agricultura en una serie de mapas y análisis que ha efectuado para toda España y que integran el Inventario Nacional de Erosión del Suelo. El documento es un largo compendio de datos y análisis científicos que busca saber las condiciones de los terrenos, su pérdida de productividad por condiciones naturales, viento o agua, y por eliminar la masa forestal o vegetal en todas y cada una de las provincias españolas.

El documento señala que ese 11 por ciento se trata de una reducción respecto a los análisis previos realizados, todos ellos a finales de siglo, y en los que se indicaba que hasta el 37 por ciento de la provincia estaba en valores donde el nivel de erosión era grave o muy grave, según se señala en el prólogo del documento del Ministerio. Por lo tanto se ha reducido en más de un 20 por ciento esta situación. El documento explica que detrás de esta reducción hay factores como «una menor degradación de los sistemas naturales» porque es menor la pérdida de productividad, aunque apuntan al aumento forestal como el índice clave gracias a «la gestión directa del medio por la administración forestal».

«Los factores ambientales propios de nuestra provincia contribuyen a los procesos de erosión como el clima semiárido, las sequías estacionales, la extrema variabilidad de las lluvias, los suelos en determinados entornos pobres», explicó el catedrático de la Escuela de Ingenieros Agrónomos de la UCLM, Francisco Jesús García. En este sentido apuntó que a la existencia de un 11 por ciento con riesgo de erosionar, de la pérdida de su materia, «contribuye más las pérdidas de cubierta vegetal y la crisis en la agricultura tradicional con el consiguiente abandono de tierras». «La combinación de los factores anteriormente indicados junto a la explotación insostenible de los recursos hídricos subterráneos, la contaminación química y salinización de acuíferos da origen a los distintos paisajes o escenarios típicos de la desertificación en Ciudad Real», explicó.

De hecho, el propio documento explica que en Ciudad Real «tiene especial relevancia su estudio debido a que, el 44% de las pérdidas totales por erosión se producen en superficies agrícolas con pendientes iguales o inferiores al 20%». Se trata de zonas de olivos, por ejemplo, y que entrarían dentro de ese porcentaje de superficie con riesgo de erosión. «Aún 19.000 ha de terrenos de cultivos con pendientes entre el 20% y el 30% que suponen el 10% de las pérdidas totales de suelo de la provincia», se explica. «Los derrumbes ocurren por gravedad, en lugares montañosos con pendientes fuertes o barrancos, cuando a la pendiente le es imposible retener el material de tierra», explicó García. Esto se demuestra en aspectos como que «hay lugares con pendientes de pocos grados, uno o dos, que han tenido derrumbes».

Hay que tener en cuenta que este tipo de erosión es fruto de la naturaleza; el principal detonante son «las lluvias prolongadas e intensas, los temblores de tierra y los volcanes». «Sin embargo son frecuentemente las actividades de los seres humanos las que complican la situación de derrumbes, como ejemplos: eliminación de la cubierta vegetal, construcciones en terrenos con problemas de asentamiento, a veces, no autorizados, ríos no canalizados o filtraciones de agua por pozos sépticos», recordó el profesor de la UCLM. Hay que tener en cuenta que ésta es la principal posibilidad de erosión del suelo ciudadrealeño.

recuperar lo perdido. Los datos del Ministerio muestran que hay mucha dificultad de que se recupere la vegetación en la provincia, y, de hecho, no hay ninguna zona que tenga una alta recuperación, fruto del clima del terreno. «Al perder los suelos su cubierta natural, sufre una serie de cambios que repercuten de manera negativa en la fertilidad y la productividad natural del suelo», explicó el profesor de la UCLM, al ser preguntado por este aspecto y quien plantea que «roturar un suelo para introducir cultivos altera el equilibrio natural, deja la superficie del suelo expuesta a los agentes erosivos y disminuye el contenido en materia orgánica». A la vez este proceso agrícola tiene «como consecuencia que la colonización vegetal avance con mucha lentitud, lo que acelera la pérdida del suelo especialmente si se abandona durante los primeros años» e impide una fácil recuperación.