Oración y alhelíes en el 75 aniversario

Pilar Muñoz
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La Hermandad de la Virgen del Mayor Dolor vive un cúmulo de emociones en una estación penitencial cargada de guiños

Oración y alhelíes en el 75 aniversario - Foto: Pablo Lorente

A toque de  cornetín,  a las doce de la noche del Martes al Miércoles Santo, partió la Virgen del Mayor Dolor  de la Iglesia de San Pedro para recorrer la ciudad acompañada de su hermandad en su 75 aniversario. Antes de atravesar el umbral de templo se vivieron un cúmulo de emociones. Fue una noche «muy emotiva, cálida, de hermandad», detalla Pilar Ruiz, hermana mayor de la Cofradía. A lo largo del recorrido por las calles de Ciudad Real estuvieron  «muy arropados» y sintiéndose «muy hermanos», «muy cerca de la Virgen». Hubo momentos especiales en esta procesión de marcado carácter penitencial, el de la salida, impresionante por el sobrecogedor silencio, cuando pasan por la plazuela de Santiago y ante las Carmelitas.

La Hermandad estrenó en la madrugada del Miércoles Santo el recorrido aprobado en una asamblea extraordinaria. Son una hermandad que está prácticamente tres días en la calle, el lunes con el Viacrucis Arciprestal llevando a su Cristo, la estación de penitencia el Martes Santo con la Virgen del Mayor Dolor, en la que se meditan los dolores de Nuestra Señora, y el Silencio. Son tres días seguidos, laborables, y muchas veces los hermanos acaban de trabajar y se ponen la túnica para acompañar al Cristo de la Buena Muerte y a la Virgen. Por ello, consideraron necesario acortar un pequeño tramo del recorrido. Y ha sido para bien. Al llegar a la calle Elisa Cendrero, marcharon hacia la plaza de la Constitución para desembocar en el edificio del Palacio Provincial y enfilar por la calle Toledo hasta Estación Vía Crucis.

Los guiños. En el peregrinar de Nuestra Señora del Mayor Dolor, una bella imagen obra de los escultores valencianos Rausell y Lloréns, se observaron varios guiños de la hermandad como el exorno floral compuesto de alhelíes en recuerdo de su primera estación penitencial, lilium blancos, rosas y rosas de pitiminí y calas, la flor que define a la hermandad. De ahí que siempre el Cristo lleve a sus pies calas.

Otro de los símbolos fue la elección de un padre Claretiano, Juan José Palacios, para la predicación, en recuerdo de los primeros años de la hermandad. Lo demás permanece invariable, impresionante: el toque de silencio llamando a la oración, el tambor de cabeza anunciando la llegada de la Virgen, el aviso de cada estación penitencial, el absoluto silencio y recogimiento de las hermanas y hermanos.