Antonio Algora, obispo emérito de Ciudad Real y de 80 años de edad, ha fallecido en torno a las 4 de la tarde en el hospital La Paz de Madrid, donde ingresó el pasado 20 de septiembre, con diagnóstico de neumonía bilateral provocada por la COVID-19. Durante los veinticinco días en los que ha estado ingresado, sin salir de la gravedad, ha tenido momentos que animaban a la esperanza en su recuperación, aunque pudiese ser un proceso lento, según ha informado la Diócesis de Ciudad Real.

"En los últimos días había dado signos de recuperación porque la infección había remitido, la presión arterial se le había estabilizado y cada vez aguantaba más la respiración de manera autónoma. Sin embargo, esta mañana, el equipo médico ha informado del fallo multiorgánico que ha derivado en su muerte".