Entrevista a Vicente Alcaide, director del Chaparrillo

Ana Pobes
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"Nuestro buque insignia ha sido siempre el pistacho y ahora hay que buscar otro enfoque mucho más orientado a la investigación»

Entrevista a Vicente Alcaide, director del Chaparrillo - Foto: Pablo Lorente

Vicente Alcaide lleva ostentando el cargo de la dirección del Centro de Investigación Agroambiental El Chaparrillo desde 2018 aunque entró en el año 2002 como veterinario. Desde siempre ha estado muy vinculado al mundo animal y El Chaparrillo se ha convertido ya en su segunda casa.  

Llegó a ocupar la dirección de El Chaparrillo en febrero de 2018. ¿Qué balance hace de todo este tiempo?

Para mi ha sido muy positivo. El Chaparrillo es un centro antiguo, de los años 80, y ahora se está enfocando más hacia las labores de investigación, por lo que junto con otros muchos proyectos también estamos en ese camino.  

Veterinario de profesión y muy vinculado desde siempre al centro, ¿Qué retos son los que se marcó y cuáles son los que se han conseguido?  

Cada área tiene sus propios retos y proyectos, pero creo que nuestro buque insignia siguen siendo los pistachos, y ahora hay que buscar otro enfoque mucho más orientado a la investigación, pues hasta el momento hemos estado dedicados mucho más a la difusión del cultivo. Y es que, hay que potenciar de nuevo la parte investigadora, para mi un reto personal. En este tiempo se ha relanzado la astacicultura, algo parado en estos años con el tema de la crisis, y se ha puesto en marcha el centro conjunto con el IREC con varios proyectos de investigación, en la actualidad enfocados a la perdiz, así como las posibles especies que se está estudiando traer al Centro de Experimentación. Son muchos los proyectos y las áreas, por lo que es como si me pidiera que le dijera cuál de mis hijos es el favorito. El Chaparillo tiene dos áreas muy claras: la agraria y la de desarrollo sostenible. En la agraria contamos con la parte del laboratorio, la investigación en hortícolas y leñosos, principalmente pistachos y almendros, la estación regional de avisos de plagas y enfermedades vegetales, el vivero y la experimentación agraria con cereales. La parte de desarrollo sostenible abarca también el vivero, que va un poco a caballo con agricultura, el centro de recuperación de fauna, educación ambiental y el centro de astacicultura. En total, unos doce servicios. 

Fue jefe del Laboratorio de Sanidad Animal, uno de los departamentos que suscitó la polémica con el traslado a Talavera de la Reina de todos los laboratorios provinciales relacionados con la sanidad animal.  ¿Cree que la decisión fue la correcta?

Gracias a Dios han disminuido los niveles de enfermedades, por lo que siguen entrando muestras pero pocas. Todo está ya centralizado en Talavera de la Reina excepto el tema de tuberculosis bovina, cuyas cifras aún son altas y hay que hacer en el centro una especie de estación de transferencias, por lo que todas las muestras de la provincia de Ciudad Real hay que pretratarlas aquí. Somos como un apéndice del laboratorio regional de salud animal. A día de hoy creo que la decisión fue la correcta, pues no hubiera tenido sentido tener un laboratorio muy grande para el número de muestras que llegan ahora. 

Un laboratorio cercano a los ganaderos y que además posee un certificado de calidad en cuanto a actividades y resultados emitidos. ¿Cuántos análisis se llevan a cabo al año?   

Ahora mismo creo que de la provincia se están mandando a Talavera de la Reina en el orden de 200.000 al año para control y erradicación de enfermedades, mientras por aquel entonces se llegaban a realizar en torno a un millón. 

¿Teme que las muestras de los análisis de tuberculosis bovina se lleven también a Talavera de la Reina?

No, mientras exista esa campaña de tuberculosis se tiene que quedar aquí. Principalmente por logística, ya que los tiempos de procesado de la muestra no permiten por ahora el desplazamiento a Talavera. El año pasado realizamos unas 13.000  muestras de tuberculosis y este año ya alcanzamos las 12.000, por lo que de seguir a este ritmo llegaremos a las 15.000.

¿Ese incremento significa que se ha agravado la enfermedad?

Sí, la tuberculosis bovina es un tema bastante grave porque interviene la fauna silvestre y no se termina de controlar. Se está avanzando en el sentido de que aparecen menos animales positivos pero aún así en  cualquier explotación positiva, aunque sea por un solo animal, hay que chequear toda la explotación. El control a nivel de rebaño todavía no es bueno pero parece ser que a nivel individual sí que está disminuyendo, y no hay duda de que El Chaparrillo está contribuyendo a ello. 

La repoblación de crustáceos es otra de las áreas. En este caso el cangrejo de río autóctono. Hace casi 40 años que se comenzó a trabajar en este programa de repoblación. ¿Cuántos cangrejos se han distribuido en estas cuatro décadas por los ríos de Castilla-La Mancha? 

El cangrejo fue una especie muy abundante hasta finales de los 70, momento en el que se introdujo una especie de cangrejo americano que aportaba una enfermedad tolerable para ellos pero letal para nuestro cangrejo. Eso acabó con las poblaciones excepto de cuatro lugares, por lo que el cangrejo que producimos es para su repoblación. Se trata de una especie catalogada como vulnerable, es decir, la categoría justo por debajo de la de peligro de extinción, por lo que de seguir así nos la terminaremos de cargar. Los cangrejos que producimos aquí son para toda la región pero sólo se pueden soltar en lugares donde no existe ninguno cangrejo americano. La producción media ha sido tradicionalmente de unos 50.000 cangrejos, por lo que se han podido llegar a distribuir unos dos millones. 

¿Cuántas zonas se han podido llegar a repoblar?

Las zonas de las sueltas no interesa saber para que no vaya gente a capturarlos, pero se está distribuyendo en zonas de cabecera de los ríos. En la provincia de Ciudad Real desapareció por completo y no hay zonas donde soltarlos. La enfermedad es producida por una especie de hongo, y por lo tanto el agua está constantemente contaminado. Si soltáramos cangrejos en ese agua, a los quince días estarían todos muertos. Somos un centro de cría para repoblación, por lo que las decisiones técnicas de dónde y qué cantidad se suelta corresponde a la gente que trabaja en política forestal.   

Del cangrejo a la perdiz roja. La Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha quiere recuperar la perdiz a través de un plan basado en la recuperación genética de la especie y la reintroducción de la misma a través de la venta de pollos y huevos a las granjas comerciales. ¿De qué manera contribuye El Chaparrillo a ello?

Ahí no participamos. En cuanto a la perdiz roja somos un centro de experimentación y no de repoblación.  Solo tenemos una serie de ejemplares para hacer pruebas y experimentos. Ahora hay tres proyectos en vigor: cómo paliar el efecto de las semillas tratadas con plaguicidas; estudiar el efecto tóxico del agua contaminada por nitratos y conocer si el patrón de color de la perdiz se ve alterado por una serie de factores. Todo va enfocado a intentar ver las causas que contribuyen al descenso poblacional paulatino de la perdiz.  Los resultados de los estudios favorecerán la toma de decisiones que permitan la conservación de la especie.  Proyectos que se hacen de manera conjunta con el Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos (IREC).       

El Chaparrillo cuenta también con el centro de recuperación de especies y que es un referente no solo en Castilla-La Mancha sino también a nivel nacional para las especies en peligro de extinción, en especial las rapaces. ¿Han sido muchas las aves que han pasado por este ‘hospital’?

Llevamos seis años con el programa de reintroducción del lince ibérico y en este tiempo han pasado unos 150 ejemplares por el centro de recuperación. Este año, por ahora, han pasado tres. Es una clínica, por lo que lo mejor es que entren los menos posibles. El lince ha ingresado por temas como chequeos sanitarios, por atropello o para hacerles la necropsia para conocer las causas de la muerte. En la clínica puede entrar cualquier especie protegida, y ahora lo que más está entrando son pollos de buitre, ya que es la época en la que salen de los nidos, y si no tienen comida se desorientan y aparecen desnutridos en cualquier sitio.  Mientras en verano hemos tenido muchas entradas de vencejos. 

Todo esto demuestra que El Chaparrillo no es solo pistacho, el buque insignia del centro.

El pistacho es importante y es el buque insignia pero ofrecemos muchísimas más cosas. Nuestras líneas principales de trabajo en el pistacho  se centran en las enfermedades, pues se trata de un cultivo nuevo y en el tema de enfermedades no se ha empezado a desarrollar, pero hay que estar preparados porque terminarán apareciendo. También estamos realizando un proyecto de caracterización de las distintas variedades para que no haya fraude en el sector. El pistacho ecológico se está convirtiendo en el oro verde y el rendimiento es muy alto, ya que en una producción de secano con árboles adultos podemos hablar de 6.000 y 7.000 euros por hectárea, por lo que no es de extrañar que mucha gente apueste por el pistacho como  alternativa a otros cultivos.      

Muchísimas funciones y labores en un solo centro. ¿La falta de personal y de investigadores es un handicap?

Somos unas 35 personas pero cualquier mano que viniera sería bienvenida. Cuanto más personal, más cosas se podrían hacer pero no nos podemos quejar porque son los recursos que tenemos. 

¿Cree que la labor que se realiza en El Chaparrillo es suficientemente conocida entre la sociedad y valorada por nuestros políticos?

Creo que sí. Muestra de ello es que a través del programa ambiental nos visitan cada año unos 100.000 niños, a quienes se les enseña el centro y nuestras funciones, por lo que espero que eso también lo sepan transmitir en casa. 

¿Cuáles son los próximos proyectos de futuro en los que se trabajará? 

Un proyecto de investigación sobre la polilla del racimo, ya que se está haciendo un modelo productivo en función de las temperaturas y de las curvas de vuelo de las distintas fases para poder hacer los tratamientos en el momento idóneo. Además de seguir dando un apoyo brutal al sector del pistacho, donde somos un referente nacional y casi me atrevería a decir que también internacional y europeo, y el tema de la conservación de especies es un campo que cada vez está pidiendo más, otra parte que irá creciendo a futuro al igual que lo hará también el tema de plagas vegetales. Sin olvidar tampoco todo lo relacionado con la investigación animal, pues aunque hemos comenzado con la perdiz ya hay proyectos para ir aumentado a otras especies, y se trabajará en las variedades autóctonas del melón con la creación de un banco de semillas de todas esas variedades para evitar la erosión genética. 

Por todo ello, ¿la presencia de El Chaparrillo en la provincia es más que necesaria?

Claro. Por ahora lo que hacemos aquí no es substituible ni asumible por nadie, y esperemos que sea así  durante muchos años más.