«Yo intento cambiar pero estoy unida a Herminia»

HIlario L. Muñoz
-

Esta tarde María Galiana se subirá a las tablas del Teatro Municipal Quijano para poner voz a uno de los grandes autores del teatro contemporáneo. Juan Mayorga.

«Yo intento cambiar pero estoy unida a Herminia» - Foto: Sergio Parra

¿Qué se va a encontrar el público que vaya a ver hoy El Mago?

Se va a encontrar una obra, desde luego original, que no sigue las pautas habituales del teatro al uso, tradicional, por así decirlo, que va a un ritmo bastante vivo. Los seis actores vamos apareciendo progresivamente, primero el matrimonio, luego la madre, la abuela y luego otros dos personajes que llegan a la casa. Esos seis personajes forman una trama en la que no hay ninguna posibilidad de respiro, muy dinámica, interesante en todo lo que se dice, como todo lo que hace Mayorga. Por poner un ejemplo, no le da tiempo a la gente ni a toser, algo que para un actor es muy importante.

¿Se dice que es una obra de muchas interpretaciones?

Yo me quedo fundamentalmente con los mensajes más filosóficos y profundos sobre la vida en general, como lo que el padre le dice a su niña, mi nieta, sobre la vida, el futuro, y la política. No se puede desgajar un contexto de otro. También hay una reflexión sobre la posibilidad de pensar de una manera más fantasiosa y sobre no ser tan materialistas. El Mago es un símil de los sueños que nosotros más o menos podemos tener o ambicionar.

¿Un papel que la traslada del teatro clásico hasta lo moderno?

No crea, en La Asamblea de las Mujeres era una prostituta vieja, propia del teatro griego de Aristófanes, que ya me hacía distinta de cualquier otra interpretación. Hice de madre muy clásica con Juan Echanove en Conversaciones con Mamá, o de Poncia de García Lorca, que la he hecho dos veces. Me gusta cambiar e interpretar todos los posibles roles.

Pese a que le guste cambiar son ya 18 años interpretando a Herminia...

Herminia y yo somos ya casi que la misma persona, la gente me dice Herminia cuando voy por la calle y quieren acercarse a mí. Es mi buque insignia y es imposible que me desgaje de él y que me separe, porque en el momento en que me ven se acuerdan de mi personaje en televisión. Yo intento cambiar, me quito el moño, me corto el pelo cuando no estamos haciendo la grabación, pero es imposible, estoy completamente unida a Herminia.

¿Se imaginó alguna vez que iba a estar dos décadas con un personaje?

Nunca en la vida pensé eso. Al principio, cuando empezamos a grabar yo pensé a ver si dura esto por lo menos un año. Yo no tenía experiencia televisiva ninguna, de haber estado en serio, había hecho algún episodio alguna vez, una grabación de un día o dos que había ido. Para mí era interesantísimo pensar que podía estar un año trabajando, yo me había jubilado en 2000 y me ofrecieron esto en 2001, era una maravilla pensarlo. Después nos fuimos dando cuenta, con la audiencia alta y cómo nos recibían, que esto podía durar más, a lo mejor dos años o tres. Entonces empecé a preguntar y le dije a Concha Cuentos cuánto estuviste en Farmacia de Guardia: «Estuvimos cinco años», me dijo... Y en Médico de Familia: «Eso es más difícil, siete años, y eso era larguísimo». Mientras, Imanol Arias y Ana Duato, que habían hecho Querido Maestro y otras series como Villarriba o Villabajo, siempre hablaban de largas duraciones con tres o cuatro años. Seguimos y seguimos. El productor nos dijo, a mí me gustaría mucho que la familia Alcántara fuera por la cola pasando por el cadáver de Franco y nosotros pensamos: siete años. Llevábamos tres años o por ahí. Llegamos a la muerte de Franco y luego que se dijo vamos a ver si por lo menos llegamos al comienzo de la transición con la Constitución, el 78. Llegamos al 78, 10 años, de serie, y digo: «y si consiguiéramos llegar al cambio de Gobierno de UCD por el socialismo de González, en el 82». Estamos ya en el 92, el año de los Juegos Olímpicos y la Expo, estamos a punto.

¿Hay alguna contradicción entre María Galiana, la actriz de teatro y maría Galiana, la actriz de serie? ¿Una es más conocida que otra?

Depende de los sitios porque hay algunos que aunque no sean capitales importantes, sin embargo, tienen mucha programación de teatro. Por ejemplo, me parece que a Ciudad Real he ido siempre con las obras que he hecho. No solo a Ciudad Real sino que a Almagro también, que está al lado. Realmente la gente va porque me quiere ver y es por una mezcla entre la televisión, que es lo único que llega a todas las casas, y algún recuerdo de cosas en las que me han visto en el teatro. Es una mezcla muy curiosa y yo encantado de la vida.