Pese a las restricciones sanitarias, la Junta de Comunidades no ha querido dejar de celebrar este 8-M, marcado por la pandemia. En un acto a puerta cerrada en el toledano Palacio de Fuensalida, se ha reconocido la trayectoria de seis mujeres «imprescindibles»: la pintura Gloria Merino, la periodista Amparo Álvarez, la guardia civil Manuela Simón, la divulgadora ‘Boticaria García’, la biomédica Verónica Miguel, y la doctora Cristina Romero. Un acto que también ha servido para anunciar la puesta en marcha antes del verano un plan de apoyo a la conciliación, que creará 2.000 empleos en la región y que contará con una inversión de casi 16 millones.

 El presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, ha reivindicado así la apuesta de su Ejecutivo por la equiparación real entre hombres y mujeres. Como ha dicho, «no es lo mismo estar a favor de la igualdad, que en contra de la desigualdad»

Y como ejemplo ha puesto la aprobación en 2001 de la ley regional contra la violencia de género, la primera en este sentido que se aprobó en España y por la que «muchos se reían de nosotros».

Risas machistas que, como denuncia García-Page, han resucitado en los últimos años ante el aumento del «extremismo», «que busca la controversia» y que «ha destapado sensaciones tapadas»  durante años. Una situación que «preocupa», según reconoce el presidente regional.

Con todo, el mejor homenaje que en este 8-M se puede hacer a las cientos de miles de mujeres que han colaborado en la lucha contra la pandemia, pasa por «priorizar» lo que queda por hacer en materia de igualdad, y «no frivolizar y discutir», según Gacía-Page. Una afirmación que, por otro lado, parece esconder una sutil crítica a la gestión en materia de igualdad del área ‘morada’ del Gobierno central.

«La igualdad no es solo una fuente de crecimiento sostenible, sino que además es, en esta región, una industria concreta en positivo», ha concluido el presidente.

La lucha contra el Covid-19 también ha marcado el discurso de la consejera de Igualdad, Blanca Fernández, en este 8-M. Y es que, como ha remarcado,  «los aplausos que dábamos a las ocho, se lo dábamos a todos y a todas, pero hay que destacar que en la profesión sanitaria, que se ha dejado la piel en los peores momentos y que aún se la sigue dejando, las mujeres han sido imprescindibles».

Pero no han sido las únicas «imprescindibles» en estos meses, como ha reconocido la consejera,  que en su intervención ha puesto en valor el trabajo de aquellas que han estado cuidando de las personas más vulnerables en centros sociosanitairos, residencias y en sus casas, «porque si las mujeres que cuidan se paran, se para el mundo».

Un homenaje en el que Fernández también ha incluido a otros trabajos normalmente «invisibles», como el de las cajeras de supermercado o las limpiadoras, «que continuaron trabajando cuando el mundo se quedaba en casa». «Mujeres invisibilizadas que han demostrado ser imprescindibles para luchar contra la pandemia». «Si pudiéramos resumir el mundo en dos caras, una sería la enorme solidaridad de todas estas mujeres que nos ha dado un ejemplo y que han sido imprescindibles en la lucha contra la peor pandemia que ha pasado nuestro país en los últimos cien años».

Pero esta crisis sanitaria ha traído consigo una crisis económica, contra la cual Fernández ha pedido que «sean más importantes que nunca las gafas violeta, para mirar al conjunto de la ciudadanía y pensar en ellas y en ellos».

En este sentido, la consejera de Igualdad ha defendido las políticas de cuotas  y de  discriminación positiva puestas en marcha en los últimos años. Medidas que, como recuerda, «son para intentar equilibrar esa posición desigual», «no son una cuestión ideológica sino una palanca que habrá que utilizar hasta que las posiciones se igualen».