Unidad pero mano dura con los migrantes

SPC
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Trump invita a republicanos y demócratas a trabajar como «una nación» tras el cierre de la Administración, aunque insiste en su promesa de que se construirá el muro con México

Unidad pero mano dura con los migrantes - Foto: Doug Mills

 

Con un tono aparentemente más conciliador y abogando por la unidad, el presidente de EEUU, Donald Trump, pronunció ayer su segundo discurso del Estado de la Unión; una alocución en un Congreso fragmentado en el que buscó tender puentes, al invitar a los congresistas a trabajar «como una nación» y olvidar las divisiones que llevaron al país hace unas semanas a registrar el cierre parcial de la Administración federal más largo de su Historia.

«Millones de conciudadanos nos están observando ahora, reunidos aquí, esperando que gobernemos, no como dos partidos, sino como una nación», espetó a republicanos y demócratas, agregando que el país se encuentra ante una «nueva oportunidad en la política estadounidense».

Sin embargo, esa declaración de intenciones pronto quedó opacada, con sus críticas a la oposición por negarse a sufragar su prometido muro con México, un proyecto que, prometió, «haré construir», apelando a una «necesidad moral», ya que, reiteró, «no es solo un muro de hormigón. Se hará en zonas donde la necesidad en mayor».

También informó que enviará 3.750 tropas adicionales a la frontera sur del país para prepaprarse de cara a la llegada de «caravanas de ilegales», e insistió en su política de «tolerancia cero» en materia migratoria, relacionando nuevamente este fenómeno con la delincuencia.

Así, señaló que con la entrada de sin papeles hay menos puestos de trabajo, que las escuelas y hospitales están saturados y que se producen más delitos en el país. Y agregó que los trabajadores de clase media son los que más sufren con esta llegada «masiva de ilegales». «Año tras año, miles de estadounidenses son asesinados por extranjeros irregulares», añadió.

En materia nacional, también sacó pecho por su gestión en la economía, que, presumió, «es la envidia del mundo». «En solo dos años desde las elecciones, hemos impulsado un boom financiero sin precedentes, que pocas veces se ha visto», se congratuló.

En política exterior, Trump confirmó que Vietnam acogerá el 27 y 28 de febrero su segunda cita con el líder norcoreano, Kim Jong-un, y defendió su gestión al frente de la Casa Blanca como sinónimo de estabilidad y paz. «Si no me hubieran elegido presidente de EEUU, ahora mismo, en mi opinión, estaríamos en una guerra enorme con Corea del Norte», aseveró.

También en el ámbito internacional, abrió la puerta a negociar un nuevo acuerdo nuclear tras su salida del tratado INF con Rusia, que incluya a Moscú, China y a «otros países». «O quizás no podamos. En ese caso, invertiremos e innovaremos más que todos los demás, de lejos», puntualizó.

Por el contrario, aplaudió las sanciones impuestas contra Irán y su decisión de desvincularse del pacto atómico con la nación persa, a la que acusó de ser «el principal patrocinador estatal del terrorismo».

En el caso de Afganistán, por su lado, opinó que «ha llegado la hora» de intentar la paz.

Finalmente, ratificó, entre aplausos de los asistentes, su reconocimiento al «Gobierno legítimo de Venezuela» y al opositor Juan Guaidó como «nuevo presidente interino» del país caribeño.

«Estamos con el pueblo venezolano en su noble búsqueda de libertad y condenamos la brutalidad del régimen de Nicolás Maduro», apuntó Trump, que mostró su «alarma» por las «nuevas propuestas» de implantar el socialismo en Estados Unidos.