Gerardo Melgar: "La fe tiene que ser lo que crea esperanza"

M.Lillo
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Entrevista con el obispo de Ciudad Real, Gerardo Melgar, en la que aborda temas tan de actualidad como la ley Celaá, la eutanasia o el aborto, sobre los que expresa su rechazo frontal

Gerardo Melgar: "La fe tiene que ser lo que crea esperanza" - Foto: Rueda Villaverde

¿Cómo está viviendo la comunidad cristiana estas fechas tan especiales pero marcadas por las restricciones por el COVID-19?

La Navidad este año ha sido totalmente atípica en relación a lo que estábamos acostumbrados. Reunirse toda la familia condiciona y mucho. Las familias se han tenido que dividir, precisamente porque lo están viviendo con mucha precaución, con mucho miedo. Creo que no es bueno, pero es inevitable. El miedo es algo humano ante una situación en la que no sabes si lo puedes contagiar tú o dónde te lo van a pegar. Otra cosa es la vivencia desde la fe y desde las celebraciones. Las restricciones son las que son, pero en la catedral, donde he estado estos días, hay lo de siempre, no hay más porque a lo mejor no pueden entrar, pero en este sentido la gente sabe que en las parroquias, en la catedral, se ha cuidado y mucho la higiene y todas las medidas y creo que es el sitio donde menos peligro hay de contagio, pero nunca sabes...

¿Cómo ha sido este año para el acompañamiento que han tenido que hacer los sacerdotes, a veces en momentos muy complicados como los entierros?

Melgar: Melgar: "La fe tiene que ser lo que crea esperanza" - Foto: Rueda VillaverdeLos sacerdotes han estado siempre  a pie de trabajo y las despedidas se han hecho todas en el cementerio según la norma. Lo han pasado mal, francamente, en contacto continuo con la muerte, con familiares muy dolidos que no habían podido acompañar a los familiares que habían fallecido, y eso es algo que, o eres de piedra, o lo sufres también. Yo creo que los sacerdotes han estado a la altura de acompañar en esos momentos en los que la comunidad lo necesitaba y no solamente en cuanto a acompañamiento a los fallecidos. Nos hemos tenido y tendremos que saber reinventarnos modos de llegar a la gente y sé que en esta Diócesis hay muchos pueblos, sobre todo los más grandes, que tienen su televisión local y han utilizado eso para que la eucaristía llegara a las casas. Se decía: ‘han cerrado las iglesias’, pero en vez de eso se han abierto en cada casa. Creo que los sacerdotes han estado muy pendientes siempre de estar al lado de las familias que sufrían, dentro de las medidas que hay, y lo mismo los capellanes de hospital, que son primeras espadas en este sentido y que han estado pendientes de ayudar a aquellos que les podían estar necesitando.

Sobre la Ley Celaá, ¿piensa que el Gobierno está nacionalizando o estatalizando la enseñanza?

Lo que está claro es que no está respetando lo que está puesto en la Constitución, sobre todo en el artículo 27 en el que se garantiza la libertad de los padres a la hora de elegir, cuando lo que se intenta es anular la enseñanza concertada, e incluso la privada, y realmente la Constitución reconoce esa libertad de enseñanza. El artículo 27 de la Constitución establece que los poderes públicos deben asistir siempre a los padres a la hora de elegir aquella enseñanza que más corresponda a sus criterios morales y esto ciertamente pues no… Creo que ha sido una ley sin consenso ninguno, que tampoco era el mejor momento y mucho menos para plantear ni esta ley ni otras. Son mayoría y han decidido desde ahí, pero ciertamente los poderes públicos están para garantizar la enseñanza y la libertad expresamente y esta ley creo que corresponde a todo lo contrario.

¿Cree que esta norma asfixiará económicamente a los colegios concertados, en su mayoría religiosos?

Dificultades claro que van a tener, el ciudadano pagó el impuesto para poder elegir la enseñanza donde quiera y si son impuestos que paga todo ciudadano, todo ciudadano tiene también derecho a elegir. Ciertamente, si a un colectivo de este tipo le quitas toda la subvención para que siga habiendo, por ejemplo, aulas concertadas, indudablemente que van a tener dificultades y entonces están orientando todo para que sea a favor y únicamente la escuela pública. No sé hasta dónde llegan las dificultades que puedan tener, pero un colegio subvencionado supone muchos gastos y esto les corresponde además por derecho, porque también para eso se pagan los impuestos.

Por tanto, puede traducirse en complicaciones económicas para este tipo de enseñanza, ¿no?

Sí, pero no es lo único. La lucha por la libertad a mí me parece muy importante. También como digo desde lo económico, pero no sólo, sino sobre todo por defender un tipo de enseñanza distinto al que se puede dar… Que no quiere decir que la escuela pública sea mejor ni peor, es distinta y cada padre tiene que tener suficiente libertad como para poder elegir aquel tipo de centro que cree que más se corresponde con los criterios morales que tiene y además son criterios en los cuales quiere educar a sus hijos.

Respecto a la ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona en el proceso de morir y de la muerte ‘Ley de la Eutanasia’ ha escrito en abundancia en estos últimos meses, ¿puede considerarse un suicidio asistido?

Una cosa es la eutanasia y otra cosa es el suicidio asistido. La eutanasia es procurar la muerte a un ser que está sufriendo y que en vez de tratar de acompañarle y de atenderle desde otros sitios, se le ofrece la muerte, ni más ni menos. El suicidio asistido es el compromiso que digamos las instituciones adquirieren de acompañar a alguien que quiere quitarse su vida para que le dé todas las garantías de qué sé yo… de cantidad o tipo de medicina para abordar esa realidad que al final es el suicidio. Creo que en este sentido han vendido determinados factores que a mí me parecen que limitan la capacidad de captar el valor intrínseco de la vida humana. Por ejemplo, se habla de muerte digna; no hay muerte digna porque la muerte digna se considera para aquel que tiene calidad de vida y ésta puede depender tanto de lo psicológico como de una enfermedad corporal y eso el único que juzga cuándo está en condiciones de muerte digna, de tener esa calidad de vida es el propio sujeto, lo cual no puede ser de ninguna manera. De hecho, en todas las leyes que existen a nivel mundial sobre la eutanasia se están dando cuenta de que tantas veces la eutanasia se está recetando como una especie de terapia, es una terapia más; uno está psicológicamente desencajado, lo está pasando mal psicológicamente y entonces se le proporciona eso. Después se habla de la eutanasia como una especie de compasión hacia aquél que sufre, pero yo creo que ésta no es la solución, la compasión hacia el que sufre hay que ofrecérsela desde el médico que quita el dolor hasta la familia que lo acompaña hasta el acompañamiento espiritual que le hace descubrir cuál es su sentido o su meta.

¿Ve imprescindible el acompañamiento?

Nunca más que en este momento se ha valorado tanto lo que es la presencia de la familia. Vemos la gente que ha muerto y creo que no ha sido tanto la muerte lo que han sentido sino la soledad, esa soledad ante la muerte y lo mismo los familiares… La sociedad de médicos dice claramente que cuando a un enfermo en esos momentos críticos se les quita el dolor, y esto siempre hoy es posible, existe la morfina, los cuidados paliativos garantizan la posibilidad de que la familia acompañe a ese enfermo en esos momentos y ayuda también a que se le acompañe desde su fe. La fe tiene que ser lo que crea esperanza, lo que le hace vivir la enfermedad de otra forma, no quiere decir que no le cueste, pero lo va a vivir con una esperanza distinta cuando se cree a cuando no se cree. Una persona que está atendida en lo físico, es decir, que se le quita el dolor, que le acompaña la familia, no pide la eutanasia, pide que se le quite el dolor y que no se encuentre solo en ese momento de la muerte.  

¿Cree que los médicos deberían acogerse a la objeción de conciencia?

La carta que escribieron desde Roma, desde la Doctrina de la Fe, el Samaritanus bonus, lo dice muy claramente: desde aquí ninguno tiene derecho no solamente a legislar sino a colaborar también y por lo tanto, aquellos que desde su propia conciencia crean que eso es lo que dice la Iglesia, un acto intrínsecamente malo, tienen que objetar. ¿Por qué? Porque cualquier tipo de colaboración dicen desde esa carta se considera una acción en contra de la ley de Dios.

¿Qué opina sobre la ideología de género y la apuesta de este Gobierno por hacerla su campo de batalla?

Está clarísimo que una ideología de género en el sentido amplia y buena la admite todo el mundo, quién va a decir que la igualdad del hombre y la mujer es algo cuestionable, indudablemente, esto hay que luchar por ello. Ante todo y sobre todo, el hombre y la mujer son personas que tienen los mismos derechos y las mismas obligaciones. No puede ser que nadie promueva una ideología de género en contra de la igualdad de género, ni mucho menos. Ahora,  en quererlo pasar todo por ahí, ya habría mucho que hablar, por ejemplo, lo de la transexualidad o el que niñas de 14 años puedan decidir qué sexo quieren tener o el que puedan decidir si quieren tener el hijo o no independientemente de la opinión de sus padres. Esto es una barbaridad, claro, porque si una persona no está madura para votar a esa edad, mucho menos lo está para decidir algo tan importante en la vida como puede ser el cambio de género, donde no hay vuelta atrás, o practicar el aborto.    

¿Cómo se debería abordar la ley del aborto que también se quiere cambiar?

Bueno, la ley del aborto está ya votada y está ahí y lo que se ha hecho siempre es dulcificarla con ciertos términos como interrupción del embarazo, pero ciertamente, lo mismo que decimos en la eutanasia, que es dar muerte a una persona que vive y el aborto idem de lo mismo: es la muerte de un ser indefenso que por muchas circunstancias, y no juzgamos al quien lo hace porque las circunstancias son muy graves para decidir esa situación, pero realmente todas las consecuencias que luego trae el postaborto es tremendo, es algo que la mujer no puede olvidar nunca. Realmente no es justificable  el aborto, pero no solamente a nivel cristiano, a nivel humano. Se habla de que todos tenemos que ser iguales y este gobierno habla mucho de eso, pero con la ley de la eutanasia los cuidados paliativos van a ser para cuatro de ellos, cuatro capaces económicamente de mantenerlos, pero realmente no va a haber una igualdad, ni mucho menos. Lo mismo que aquí, creo que el aborto, se piense por donde se piense, no deja de ser un crimen, la muerte de un inocente.    

En relación con la capital y con la Asociación de Cofradías, ¿cree que la nueva elección puede dar estabilidad?, ¿qué le parece el hecho de que sea la primera mujer?

Me parece bien que sea una mujer, yo he firmado la autorización, pero ciertamente creo que es indiferente, creo que la estabilidad de las cofradías la da igual alguien que actúa viendo cuáles son los fines fundamentales de lo que es una asociación de fieles laicos, que son todas las cofradías, y es lo que pedimos, unas condiciones que no desdigan esa condición de laicos fieles, cristianos. Por lo tanto hay cosas que no se podían admitir, por ejemplo, no podía ser que un presidente o presidenta, ni sea mujer u hombre, que no vive en su vida eso que se pide, no que sea un santo, pero que no desdiga la dignidad del creyente y del cristiano. Creo que en las hermandades habría que hacer un estudio incluso de los mismos estatutos.

¿En qué sentido se plantearía ese estudio de los estatutos?

Yo creo que los estatutos no son el evangelio y que en un momento determinado puede haber capítulos que hay que estudiar y adaptar a la situación actual y eso cuando se hace con consenso... porque nadie estamos cerrados al estudio de los estatutos actuales, todo lo contrario, si se presenta un estudio de determinados artículos que habría que reformar veremos si se puede o no. Sería un tipo de reforma de estatutos, pero no radical porque los fundamentos son siempre los mismos, a lo mejor la aplicación.

Aunque es un tema más burocrático, ¿en qué situación se encuentra la futura Casa Sacertotal que desean construir en el Seminario?

A mí me parecía que la casa sacerdotal no es que esté de desastre, pero no puede tener a todos los sacerdotes que hoy la pueden estar necesitando y la van a necesitar en unos años y por lo tanto la queríamos agrandar. En segundo lugar, creo que los servicios que hoy presta la casa sacertodal actual sólo son de estancia, pero mañana un sacerdote se pone enfermo y cuando lo operan y vuelve no tiene casi quien le atienda. Lo que pretendemos con esta casa sacerdotal nueva es precisamente eso, que responda a que el sacerdote que lo ha dado todo en su vida por el evangelio, cuando sea mayor y se haya jubilado, tenga un sitio donde pueda vivir con tranquilidad y sepa que se le atiende si tiene una enfermedad que no sea grave. Lógicamente tiene que disponer de un personal y unos medios para ello.  

¿Cómo se puede afrontar la crisis de vocaciones?

El problema me parece que no lo podemos eludir nadie, creo que hoy es un problema pero no lo es ni aquí sólo, ni en España, sino en todo el mundo. Creo que no hay vocaciones sacerdotales porque no hay comunidades tampoco que valoren la tarea del sacerdote, ven mucho más los fallos o defectos que la importancia tan grande que tienen para dar ilusión, esperanza y dar sentido a la vida. En segundo lugar, las familias han sido siempre el semillero de dónde han surgido siempre las vocaciones y hoy no es así...  Después está otro tipo de causas que también creo que es importante. Yo con el clero estoy muy contento, creo que es un clero muy sano, pero a lo mejor no estamos dando también una imagen de vivir nuestra vocación con alegría, de que realmente el ser sacerdote es lo mejor que nos ha podido pasar en el mundo. Tenemos nuestros momentos duros, pero creo que estas tres causas pueden explicar de alguna manera el problema.

¿Cómo está funcionando la oficina relativa a conductas que podrían ser constitutivas de delitos de abusos sexuales?, ¿el caso en Ciudad Real, uno de los más diligentes y transparentes, puede servir de ejemplo?

Fue una cosa que se nos pidió desde la Conferencia Episcopal, que en todas las diócesis hubiera esta posibilidad y desde ahí la creamos, luego las hay más sencillas, menos sencillas. En la nuestra hasta ahora no ha habido ningún caso y ojalá no los haya nunca, pero creo que con esto es más que suficiente, el que exista una oficina donde hay un teléfono especial para esto, que es un psicólogo pastoral y si hubiera casos, que hasta ahora no ha habido, es el primero que lo recibe y lo pasaría a quienes componen el grupo de la oficina y son los que estudian si ven o no ven causas razonables para denunciarlo. Esto se lo pasarían al obispo y, conjuntamente con ellos, se decide. Creo que es una situación que se ha dado y que se sigue dando en otros sitios y que se puede estar dando también a nosotros. Yo recuerdo en una entrevista que me hicieron en la que me hablaban de 18.000 casos o no me acuerdo los que eran, pero de esos eran 30 los de clérigos porque no está solamente para clérigos, ya que los casos de mayor abuso sexual en este aspecto se dan en la familia, por desgracia, y en otros campos. Esta oficina está para recoger todo eso y ayudar también sobre todo a las víctimas a que puedan salir adelante con su proyecto o con su denuncia.    

¿Cómo podría ilusionar a las nuevas generaciones?

La dificultad se ha multiplicado desde que la familia no apoya todo lo que se refiere a la fe. Yo a los sacerdotes les digo que estamos queriendo hacer de la catequesis una especie de casa sin cimientos y sin tejado... Creo que es muy importante, la familia y el despertar religioso lo tenemos que tener en la familia, también después de la confirmación. Ciertamente no es fácil de ilusionar cuando falla eso. El Papa el año que viene ya ha proclamado el año de la familia y tenemos que plantearnos a ver cómo descubrir su vida cristiana, yo una de las cosas que he pensado en estos días ante la ley de la eutanasia es dónde están los cristianos que protestan sobre esto. Sí echo de menos que igual que para otras cosas la gente se moviliza, no digo que tengan que salir a la calle, pero digo: aquí los cristianos tragamos la ley de eutanasia, la ley del aborto... Creo que aquello en lo que no estamos de acuerdo tenemos que manifestarlo, el que no se manifiesta no existe.