Dulces de las Carmelitas viajan a Italia e Irlanda

Pilar Muñoz
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El obrador de las monjas de clausura de Ciudad Real es «un no parar estos días» sin dejar la oración. «Estamos rezando mucho por los fallecidos y enfermos de COVID y los sanitarios»

Dulces de las Carmelitas viajan a Italia e Irlanda

La fama de los dulces de las Carmelitas traspasa fronteras, no sólo de la provincia, sino también de España. Si las pasadas navidades llegaron a Barcelona, Madrid o Valladolid de la mano de ciudadrealeños, este año han viajado hasta Italia e Irlanda. «Son encargos que nos han hecho», indica a La Tribuna la madre priora del convento de clausura de las Carmelitas de Ciudad Real, María Elena.

Ya no pueden atender más pedidos, pero sí es posible adquirir los dulces típicos de esta época en el convento ubicado al comienzo de la calle del Carmen de Ciudad Real, a través del torno, de lunes a domingo, de 9.30 a 13.30 horas, y de 16.00 a 19.30 horas. 

 «Este año tan peculiar por el coronavirus empezamos a elaborar dulces prudentemente, porque no sabíamos cómo iba a responder la gente, pero al final casi no damos abasto. El público ha seguido viniendo cuando se han puesto a la venta los dulces y también hemos recibido encargos por teléfono y correo», explica la madre priora.

Dulces de las Carmelitas viajan a Italia e IrlandaDulces de las Carmelitas viajan a Italia e IrlandaHan incluido en su carta de dulces conventuales las hojaldrinas y las delicias monásticas de chocolate con almendras garrapiñadas. Las anguilas de mazapán, los polvorones de almendras y de chocolate, las trufas, los erizos, los empiñonados, los mantecados de aceite, rosquillas, cortaditos, empanadillas de hojaldre con cabello de ángel, bombones y yemas son los dulces más demandados en estas fechas. En el obrador San José de las Carmelitas Descalzas de Ciudad Real también se puede adquirir turrón sin azúcar y otros dulces para personas diabéticas. 

Todo es artesanal. De ahí la fama de estos deliciosos dulces. El secreto está en utilizar ingredientes naturales y de primera calidad, amasar y hornear con mimo y en recetas de toda la vida. 

Las carmelitas vieron en la repostería un medio para subsistir y poder hacer frente a los gastos de mantenimiento de un convento de grandes dimensiones y más de cuatro siglos de historia. Abrieron el obrador San José (fundador y padre del carmelo teresiano) hace algo más de año y medio y enseguida se hicieron famosos sus dulces.

Durante este tiempo ha habido meses de mayor afluencia al torno de las Carmelitas en demanda de delicias artesanales que saben a gloria y otros «más flojos». Pero este año, desde últimos de septiembre, la gente ha empezado a ir al convento para encargar o adquirir dulces de Navidad a través del torno. Actualmente hay una veintena de monjas de clausura, de entre 30 y 90 años, y cinco de ellas se encargan del obrador para atender la demanda sin descuidar otras tareas y sobre todo su vida de contemplación y oración.

Por ello, que sólo hayan recogido encargos hasta la pasada semana. Ahora sólo venderán los dulces que haya porque tienen que «vivir la Navidad según la vida de oración y contemplación», subraya la madre priora de las Carmelitas.

Al hilo de ello, dice que este año «hemos rezado muchísimo por todo el mundo, por los enfermos de COVID-19, sus familias, por los sanitarios», asegura la madre priora tras comentar que a ellas no les ha afectado el confinamiento porque están acostumbradas a la clausura. 

«Hemos pedido mucho y hemos ofrecido las misas por las personas fallecidas, entre ellas la madre de alguna hermana», añade. Por fortuna, el virus no ha entrado en el convento. «No ha habido contagios, casos de coronavirus».

Los daños del pedrisco. Pusieron el obrador en marcha para sobrevivir y poder hacer frente a los gastos de mantenimiento del convento y «toda ayuda es poca», reconoce la madre priora tras aludir a los daños causados por el pedrisco el pasado mes de agosto. «Destrozó dos cubiertas, los canales, rompió tejas, el agua entró en celdas ... Y ahora estamos reparando lo que se puede con el dinero que tenemos, que es escaso», dice la madre priora. De ahí, que toda ayuda, por pequeña que sea, sea bien recibida. «Damos las gracias a las personas que acuden al torno para comprar dulces, a pedir una oración o a dar un donativo» porque son de gran ayuda y demuestran el cariño que sienten por las monjas de clausura.