"En ningún momento ha habido colapso"

C. de la Cruz
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El director de la Gerencia de Atención Integrada de Ciudad Real expone el desafío que ha supuesto la lucha contra el coronavirus

"En ningún momento ha habido colapso" - Foto: Rueda Villaverde

Alberto Jara Sánchez (Madrid, 1970), cirujano general y del aparato digestivo, asumía la dirección de la Gerencia de Atención Integrada de Ciudad Real en 2015. El mayor desafío al que se ha enfrentado bajo esta responsabilidad, la crisis sanitaria del COVID-19.

¿Cómo está siendo la adaptación a la nueva normalidad tras la dureza de la crisis sanitaria?

La situación actual no tiene nada que ver con la que hemos vivido cuando estábamos en el pico de la pandemia. Quizás la semana más crítica fue la primera semana de abril, que fue muy compleja, y ahora esta nueva normalidad llevábamos tiempo preparándola, con planificación y anticipación.

"En ningún momento ha habido colapso" - Foto: Rueda VillaverdeSe han dejado atrás esos puntos críticos de la pandemia, pero aún pacientes hospitalizados. ¿Son un recordatorio de que no nos podemos relajar?

Los datos distan mucho del 30 de marzo cuando teníamos, entre ingresados y UCI, un total de 451 pacientes infectados por COVID-19. La situación ahora no tiene nada que ver, pero creo que es importante y aprovecho la ocasión para hacer un llamamiento a la prudencia porque si algo nos ha ayudado a salir de esta crisis ha sido el comportamiento de todos los ciudadanos.

Y los rebrotes en otras zonas del país, ¿son un toque de atención para el resto?

Efectivamente. Es muy importante tener una vigilancia epidemiológica muy estrecha para que podamos detectar de forma muy rápida nuevos casos y además  analizar los contactos, aislarlos para que los posibles positivos no se conviertan en brotes y nos lleven a una situación tan crítica como la que hemos vivido. Estamos poniendo mucho esfuerzo, muchos recursos y muchas pruebas diagnósticas en hacer esta vigilancia epidemiológica para cuando haya algún síntoma o alguna sospecha actuar con rapidez.

¿Cómo ha evolucionado el conocimiento sobre el coronavirus desde el inicio de la crisis?

Nos encontrábamos ante una situación inédita a nivel mundial y hemos pasado de un desconocimiento absoluto a progresivamente tener más conocimiento. Los cambios se podría decir que han sido diarios, tanto para conocer la infección como en el desarrollo y uso de la tecnología de prueba diagnóstica. No tiene nada que ver la disponibilidad de tecnología que hay ahora con la que teníamos antes, y todo eso gracias a la adquisición de un conocimiento progresivo y a esa red de conocimiento que se ha establecido a nivel mundial.

¿Estamos más preparados ahora si se produjera una situación similar?

Así es. La experiencia y el conocimiento hace que estemos mucho más preparados  en todas las fases de desescalada. En la transición hemos tenido varios principios claros. El primero ha sido el de la prudencia, debido al desconocimiento que rodeaba la pandemia y el impacto que ha tenido, y otro elemento fundamental es la reversibilidad. Es decir, nosotros siempre hemos trabajado en la evolución hacia la nueva normalidad con un plan en el cual seríamos capaces de revertir y preparar el hospital en muy pocas  horas para una situación de brote. A ello se suma la vigilancia epidemiológica para diagnóstico precoz y abordaje de los nuevos casos.

Uno de los puntos más controvertidos ha sido el contagio de profesionales. Denunciaron la falta de materiales, de que no eran apropiados o de que se veían obligados a ser reutilizados. El 28 de abril se concentraban a las puertas del hospital y firmaban un manifiesto reclamando equipos de protección y test, y también se publicaron varios vídeos que se viralizaron.

La gestión de los equipos de protección de los profesionales ha sido tremendamente compleja porque a nivel mundial ha habido problemas de desabastecimiento. Hemos trabajado en equipo, pero sí que es verdad que ha habido muchas incidencias debido a la complejidad del mercado, con cifras de consumo de un 1.200 por ciento más que en mismas épocas de otros años y por tanto el mercado no ha sido capaz de sostener esa demanda. A ello se han unido las múltiples donaciones , que aprovecho para dar las gracias, pero los equipos de Prevención de Riesgos Laborales tenían que evaluar si eran útiles.  Ahora con el estudio de seroprevalencia de los profesionales la verdad es que tenemos datos  muy inferiores a la media nacional. Estamos hablando de cifras inferiores al 10 por ciento. Como responsable no puedo estar contento porque yo tengo que perseguir el 0 por ciento. Pero esas cifras nos hacen pensar que aquí la situación se haya podido gestionar mejor que en otros sitios, aunque sea muy osado decir eso. Nuestra labor principal era gestionar que todo ese material que recibíamos se usara de forma adecuada porque el problema de usar el material de forma inadecuada es que incurres en un coste de oportunidad para otros trabajadores que igual lo necesitan. El gestionar eso es complejo en una organización con 4.000 trabajadores trabajando 24 horas en una pandemia desconocida con mucha incertidumbre, con mucho miedo, pero puedo decir que ha habido material y que lo único que es verdad que en la gestión de que ese material se  utilizase adecuadamente ha habido incidencias.

¿Cuántos profesionales se contagiaron?

Hemos tenido 387 profesionales infectados. Ahora con más de 3.000 extracciones del estudio de seroprevalencia la tasa de inmunidad es un poco más alta del 8 por ciento y eso da indicio de que los profesionales no han estado mal protegidos.  

Dada la enorme presión asistencial en el pico de la pandemia, ¿temió en algún momento no poder atender a todos los afectados?

Llegamos al pico entre el 30 y el 31 de marzo con 391 en hospitalización y sumando UCI llegamos a 451 pacientes. Los últimos días de marzo y la primera semana de abril fue la fase crítica.  Llevábamos trabajando en un plan de contingencia desde enero, desde la declaración de la alarma internacional, y de hecho el primer caso sospechoso lo tuvimos aquí. Una de las claves de que no nos hayamos visto desbordados como en otros sitios  ha sido la planificación, el trabajar siempre con un plan, con un modelo, con estimaciones. En el plan de contingencia plan de contingencia podíamos desplegar 1.100 camas cuando nosotros normalmente nos manejamos con 520 camas funcionales de media. Llegamos a desplegar 800, o sea que teníamos todavía margen para 300 camas. En el área de críticos preparamos un plan de contingencia con 75 camas e incluso ampliable a 83 cuando la media de ocupación es de 18-19. La anticipación nos permitió  tener recursos suficientes en cuanto a infraestructura. En ningún momento ha habido colapso en urgencias, todos los pacientes que han necesitado UCI o respirador lo han tenido.

¿Se han podido convertir los centros hospitalarios en una fuente de contagio?

No lo creo. Se han tomado precauciones, los profesionales han estado protegidos y la población ha seguido las recomendaciones y se ha quedado en casa. Durante esta pandemia terrible la asistencia sanitaria ha  demostrado el músculo que tiene y la capacidad para enfrentarse a algo que no había conocido. Todo el mundo ha estado unido y comprometido, desde el celador hasta la gente de almacén, los administrativos... todo el mundo. Aprovecho para darles las gracias por su trabajo y dedicación.

Entre las reivindicaciones sindicales, el mantenimiento de contratos eventuales o la no eliminación del circuito específico en urgencias para pacientes COVID.

No hemos escatimado en recursos humanos ni en recursos materiales. La plantilla en mayo era un 20 por ciento superior a la de mayo del 2019, son cifras muy importantes. Evidentemente esos contratos se han prolongado y se han hecho nuevos contratos a los residentes que están en formación porque el principal activo y el principal músculo de la organización son los profesionales.  Sobre el circuito para pacientes, desde el principio contamos con todos las categorías profesionales y los líderes de cada área, con los cuales se consensúan y se sacan los protocolos y así ocurre también en urgencias.  Seguimos con el circuito en urgencias tanto para pacientes respiratorios con sospecha de COVID como no COVID.

¿Cuál ha sido el momento más duro que ha vivido en la pandemia?

En cifras fue la primera semana de abril fue la más impactante, con mayor número de muertos, con mayor número de ingresados, con mayor número de pacientes críticos. Eso hace tensionar el sistema y hace tensionar la organización, pero hemos demostrado que hemos tenido el músculo suficiente para que ningún paciente se quedara desatendido,  sin oxígeno, sin una cama de críticos o sin respirador.