El turismo se reinventa en Granada

Agencias
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Esta provincia milenaria andaluza ofrece un sinfín de posibilidades en esta nueva normalidad para hacer turismo de interior y adentrarse en tiempos remotos con rutas, museos, recreaciones ancestrales y yacimientos visitables

Los monumentos funerarios de la zona de Gorafe están realizados en losas de piedra caliza

Los municipios con yacimientos arqueológicos se adaptan a la nueva normalidad de la pandemia con alternativas que priman la seguridad sanitaria, pero también se aferran al estudio y las posibilidades de su pasado para generar turismo y movimiento económico que les garanticen un futuro.

Rutas, museos, un día como arqueólogo, recreaciones ancestrales y yacimientos visitables aprovechan el pasado de una provincia milenaria como Granada para garantizar un futuro basado en el turismo y los trabajos de investigación que se adapta a la COVID-19.

El Hombre de Orce, la Dama de Baza, los dólmenes de Gorafe o la Momia de Galera han sobrevivido a pandemias, guerras y crisis que hicieron historia y ahora tratan de sortear exigencias sanitarias para ser un recurso y un yacimiento... pero de empleo y turismo.

Salar es un pueblo de unos 2.600 vecinos que el pasado febrero, el último completo en la ya prehistórica normalidad, recibió 1.800 visitas gracias a la riqueza de su yacimiento, datado en el siglo I después de Cristo y con un «excelente» grado de conservación.

Su alcalde, Armando Moya, explica que trabajan para abrir su Villa Romana el 13 de junio, una apuesta para exprimir las posibilidades de un pueblo de interior, con ingente oferta cultural, sin impacto de coronavirus y bien conectado con la ciudad de la Alhambra.

«Lo vamos a hacer desde las recomendaciones sanitarias, con grupos de 10 personas como máximo, con solicitud de cita previa y con un circuito diseñado para disfrutar de la Villa», detalla.

Salar ya se ha armado con mascarillas, geles y marcas para mantener la distancia social y aprovechará las dos cubiertas de su yacimiento y un sistema de pasarelas para acercar el pasado a grupos pequeños con las posibilidades de la tecnología.

Otra cuestión más compleja son los trabajos de campo en el mayor de los tesoros locales, aunque para esto también hay un plan.

«Hemos pedido a la Junta de Andalucía permisos para la campaña, durante la que tendríamos confinados en el pueblo a los participantes todo el mes, y hemos solicitado hacerles pruebas de la COVID y mantenerlos como en una burbuja para evitar contagios», añade el edil.

Moya incide en que la excavación y todo lo que rodea a la Villa Romana es «vital» para el futuro de un pueblo aferrado al pasado para sumar turismo a la agricultura, base de su economía.

También pendiente de los permisos de las autoridades regionales permanece el equipo multidisciplinar que trabaja en los yacimientos de Orce, la zona con los restos de ocupación humana más antiguos de Europa occidental.

El profesor del departamento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de Granada Juan Manuel Jiménez Arenas, coordinador de los trabajos en este municipio, explica que esperan también un plan para continuar ahondando en el pasado desde el próximo julio, un trabajo de campo que cambiaría la logística.

«La intención es ejecutar el proyecto en la forma más próxima a lo pensado antes de la crisis y, si no puede ser, se mantendrán actividades con menos personal, un ‘plan B’ vinculado al sondeo, la toma de muestras y que darán información», adelanta.

Otra piedra en el camino de estas excavaciones, también su fortaleza, es que se realizan en municipios pequeños y con equipos que se suelen alojar en albergues o establecimientos similares, ahora sin posibilidad de ofrecer literas ni zonas compartidas. Orce tiene 30 kilómetros cuadrados de yacimientos y un centro que, tras una inversión de 1,7 millones de euros, repasa su papel protagonista en la evolución humana desde hace 1.400.000 años.

También ofrece una mirada al pasado Baza, que mantiene ya abierto su Centro de Interpretación de los Yacimientos Arqueológicos (CIYA), un espacio armado de nuevas tecnologías para permitir al usuario entrar al santuario de la Dama de Baza, escultura del siglo IV antes de Cristo considerada una de las piezas más relevantes del arte íbero.

Las que sí han cerrado durante la pandemia han sido las excavaciones vinculadas a la investigación y que servían para prácticas de los estudiantes, según apunta la profesora y doctora de Prehistoria y Arqueología Elena Henriette Sánchez, que añade que esos alumnos han recibido alternativas.

«La mayoría de los proyectos con muchos estudiantes se han pospuesto y otros se han aplazado durante un año», señala Sánchez, en una forma de demostrar que, pese a la pausa, el sector volverá porque está cargado de futuro.