"El teatro me dio siempre sensación de libertad"

M.Sierra
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Iñaki Rikarte, director de la Joven Compañía, presenta en Almagro el texto de Agustín Moreto 'El desdén, con desdén' que estará en cartel en el Aurea hasta el domingo

«El teatro me dio siempre sensación de libertad

m. sierra / almagro

Su barba pinta canas, pero es joven aunque él no tenga muy claras las barreras de esa juventud «tan relativa». Se llama Iñaki Rikarte y es la mano que mece, con mimo este año, a la Joven Compañía Nacional de Teatro Clásico, que estrena su quinta promoción. Su debut al otro lado del escenario con los clásicos lo hace con una comedia de Agustín Moreto, El desdén, con el desdén, para la que ha dibujado una propuesta directa y sencilla, porque para este vitoriano, la clave del teatro es que la gente «venga a disfrutar no a pensar». 

Basta bucear por su currículum para descubrir la frescura de sus piezas, la belleza de sus propuestas, de esas que dejan huella. Una de ellas, Andrea & Dorine, es una de las reflexiones más emotivas que sobre la soledad de la vejez se ha visto sobre un escenario vacío de palabras pero lleno de realidad. Aquel primer montaje de Kulunka Teatro recibió el Premio Max 2018 al mejor espectáculo. Un historial al que también pertenece una versión del Pulgarcito, con Teatro Paraíso, que no tenía miedo a hablar de ogros malísimos capaces de comerse a los niños y con la que Rikarte consiguió hacerse con la tercera edición del Barroco Infantil y de ahí, llegar al escenario del Teatro de la Comedia, invitado por la Compañía Nacional, con la que también ha hecho sus pinitos como actor sobre el escenario. Una relación que ahora se consolida con este proyecto como director de ‘la Joven’ que ya ha conseguido el apoyo de la crítica. 

¿Cómo surgió este proyecto?

Me llamó Helena Pimenta y me propuso hacer este texto de Moreto, El desdén, con desdén, con la Compañía Joven. La propuesta era hacerlo con la quinta promoción que todavía estaba sin formar, por lo que pude asistir a una parte del proceso de selección de los actores, al mismo tiempo que trabajaba con los colaboradores del montaje, Carolina África que firma esta versión y con Rolando San Martín, que es el ayudante de dirección, entre otros. 

El desdén que usted dibuja transcurre en la década de los 60. ¿Por qué?

Ubicarlo en los 60 responde a una necesidad. La obra de Moreto es muy buena, está muy bien construida, es muy divertida, pero no deja de ser una obra escrita hace 400 años. Por mi experiencia como espectador de clásicos sé que a veces nos vemos obligados a intentar entender y eso le impide relajarse. Por eso nuestro objetivo fue el de clarificar. Ayudar al público a disfrutar al fin y al cabo. El autor la ubica entre el siglo XII y XIII, pero eso quedaba muy lejos del público de hoy. La protagonista es una mujer que se queja de lo establecido y recorre el espectáculo una necesidad de poder disfrutar del amor, de libertades, de frescura. Pensamos que el cliché de los años 60 iba a ayudar al público a entender en esencia lo que queríamos contar. 

El montaje llega a Almagro tras pasar por Madrid, ¿han conseguido el objetivo?

Hubo una crítica en Madrid que decía que uno podía taparse los oídos y seguir la trama perfectamente, y yo siento eso como un éxito. 

¿Qué puede avanzar de esta quinta promoción? 

La veo muy bien, pero reconozco que no tengo perspectiva. Estoy muy feliz con el trabajo realizado, porque me ha tocado una buena obra y un reparto que me ha ayudado mucho. La energía que tienen es imparable. El problema del teatro clásico es que suele estar representado por personajes mayores de la edad que corresponde a los personajes porque requiere de un nivel técnico que los actores jóvenes no suelen tener. Pero eso no ocurre en esta compañía, donde nos encontramos con actores jóvenes muy bien formados y con herramientas para poder enfrentarse a los personajes complejos del Siglo de Oro. 

¿Por qué un día decidió meterse en este mundillo? 

Yo empecé en esto con 18 años, en la Resad. He tenido la fortuna de tener un carácter creativo y emprendedor, que es algo necesario para poder hacer cosas diferentes. 

¿Pero por qué decidió ser actor?

Por descarte, en una etapa de esas de crisis profunda en la que la vida me estaba llevando hacia otro sitio que no me gustaba. Entonces estaba en un grupo de teatro y empezó a tener para mí ese aire romántico, me daba una sensación de libertad que no encontraba en otro sitio. Me sentía tan bien que pensaba que si tenía que partirme la cara por algo, tenía que ser por el teatro, aunque reconozco que a la misma vez me parecía una quimera, me daba mucha vergüenza ser actor. Me parecía un capricho adolescente. 

¿Cómo cambió todo eso?

En la Resad, donde tuve la suerte de encontrarme a gente como yo; ahí, poco a poco, encontré mi vocación. Recuerdo mis primeras clase con Ángel Gutiérrez, que fue mi maestro de interpretación y que tendría unos 70 años, con esos ojos azules y esa manera apasionada de hablar del teatro y pensé que si alguien como él seguía hablando con esa pasión del teatro a esa edad era porque allí había magia. 

¿Cree que la actuación vive un momento dorado? 

Cada uno cuenta la feria como le va. Aparentemente se están haciendo muchas cosas, pero la triste realidad es que también hay mucha gente sin trabajo.