Escolástico González

Fontanería Pública

Escolástico González


Concejal y cultureta

25/10/2021

El Teatro Quijano, actualmente cerrado por las obras de mantenimiento, o el viejo casino de la ciudad, ambos adquiridos en las corporaciones de 1983 y 1987, resultan a todas luces insuficientes para albergar las demandas culturales de la ciudad, y como resultado de ello, de la falta de recursos y de infraestructuras, se produce una programación pobre, dirigida a sectores muy concretos, con escasa imaginación, quedándose en actividades de carácter puramente callejeras en el ámbito local y sin ambición. 
Está muy bien celebrar una zarzuela en la Puerta de Toledo, como en cualquier otra plaza al aire libre, pero también los ciudadanos merecen algo distinto. Este invierno, como no hay unas infraestructuras adecuadas, puesto que el Quijano está en mantenimiento hasta marzo del año próximo y el auditorio nuevo se encuentra abandonado, en el estado que quedó hace ya diez años por el PP, simplemente, nos quedaremos sin una oferta cultural digna porque no se podrá programar. Ninguna compañía, o promotora, querrá venir a Ciudad Real. Y, una ciudad, capital además de la provincia, que se precie, tiene que tener una oferta segmentada a lo largo de todo el año y que llegue a todos los públicos y sectores. 
En la empresa siempre hemos aprendido que, sin oferta no hay demanda, y eso sucede con una parte de la actividad cultural de la ciudad, sin determinadas infraestructuras no se puede crear la oferta. A la actividad municipal en el ámbito cultural le faltan las infraestructuras adecuadas que permitan programar, desarrollar y ejecutar una cultura distinta a la que nos ofrece la actual Concejalía. La calle está muy bien, pero hay más cultura.
De ahí lo de cultureta, no piense el concejal que me refiero a él. Aunque también a él, al concejal de Educación y Cultura, que engloba educación, cultura, bibliotecas, museos y patrimonio histórico-artístico, se le puede decir que la participación en la cosa pública obliga a participar activamente en la gobernación. Al político, de Cultura y Educación, se le exige algo más que la programación cultural que pueda realizar cualquier técnico municipal al que no se coarte la iniciativa. Algunas veces resulta tan fácil el trabajo para un concejal que solo es necesario no desmotivar.
Tiene que pensar el concejal que, su área, bien organizada y programada, es también un polo de atracción de toda la provincia para visitar la capital asistiendo a representaciones, conciertos, exposiciones, eventos, etc., y eso dinamiza la vida económica de la ciudad favoreciendo el comercio, la restauración, los alojamientos, etc. Triste balance para la cultura de la capital en las dos últimas legislaturas y para el concejal del área en los últimos años, su paso por el Ayuntamiento será la de programador cultural.
Mantener un auditorium sin terminar de construir por el que el paso del tiempo solo le resta posibilidades de uso y encarece cada día más su puesta en escena, cuando existen alternativas para haber terminado el edificio con una colaboración público-privada, o dejar caer, desde la Concejalía de Cultura, parte del patrimonio histórico en posesión del Ayuntamiento como el edificio de la vieja estación ferroviaria del parque de Gasset, que estaba destinado a actividades culturales, y que veremos en unos meses convertido en restaurante, no es precisamente para ser recordado. Lo dicho, además de una oferta callejera, es una oferta sin ambición para la capital de la provincia que no aporta valor añadido. 
Se echan de menos actividades de mayor rango y calado cultural. Ciudad Real es la capital de la provincia y nunca debe de olvidarse que la capitalidad supone un referente, pero especialmente lo es para la cultura, en el sentido más amplio. Además, espectáculos para novecientas personas, que es la capacidad máxima del Quijano, limitan también la programación. La cultura, aunque sea organizada desde el ámbito público, es un polo de atracción y un motor para muchas otras áreas económicas de la ciudad.  
Lo de la cosa pública implica la participación directa y diaria en la gobernanza de la ciudad, no se puede ir por libre.