Manuel López Camarena

El Yelmo de Mambrino

Manuel López Camarena


Así no recuperaremos los puestos de cabeza

28/10/2021

España, y bien que lo siento, da la sensación de estar perdiendo una ocasión histórica de terminar de colocarse, o ponerse, casi, casi a la cabeza del pelotón mundial de los países rectores de la situación mundial. No pienso, porque la edad tonta y estúpida quedó olvidada hace muchos años, que pudiésemos ir de la mano de las grandes potencias -tres eran tres las hijas de la suerte- pero si discretamente detrás de nuestros compañeros y socios de aventura comunitaria. Comprenderán que en el primer bloque, coloco a los EE. UU., China y Rusia, y en el segundo a Alemania, Francia y Gran Bretaña. Aún podríamos configurar un tercero con los macro países Brasil, Australia y Canadá, aunque estos, precisamente por su gigantismo y su decidida apuesta por lo verde y lo ecológico, opción que necesita de espacios casi inconmensurables para las opciones industriales, en detrimento de millones de hectáreas BIO, colocan lejano el desarrollismo al que, normalmente, nos tiene acostumbrados el mundo occidental. Pero pese todo, España, ya lo estuvo en su día -en los días en que tocó cambio de régimen, estilo y sistema, lo que nos colocaba, máxime tras nuestra entrada en la Comunidad Económica Europea, acontecimiento acaecido 1985-86, en magnífica posición para seguir siendo no ya la décima potencia del mundo, sino igual para haber mejorado de puesto en el ranking mundial de los más ricos, cosa que no sólo no sucedió, ahí están los datos, sino que nos hundió en el averno del bienestar. Cierto que hubo por ahí circunstancias malévolas y más que coadyuvaron a ello, especialmente en lo referente al mundo de trabajo, que en España concretamente, que es lo que nos da y nos quita, dejó arriadas, como una barca desarbolada y a medio hundir, millones de personas en paro y un asustante número de familias en la más absoluta ruina. Pero España, por culpa de los de siempre, se fue, como digo, atrás, y nuestras cifras, nuestra competitividad, nuestro buen hacer, cuando lo hay, ¡que lo hay!, fue relegándonos a posiciones que, a muchos, nos causan sonrojo y, aún más, vergüenza. 
Hoy, embarcados en una doble crisis aún más complicada que la anterior, pues al desastre económico, industrial y social, tenemos que añadir la tremenda, dolorosa y desestabilizante realidad de la Pandemia por Covid 19, que hoy, ahora mismo, 28 de octubre 2021, ha empezado a crecer otra vez en España, debido a un brote furibundo provocado por turistas ingleses en Benidorm y Gibraltar. Y ante esta amenaza y sus consecuencias, vemos como existe, por intereses partidistas, una crisis del gobierno PSOE-UP, por culpa de la futura reforma o derogación o lo que sea al final, de la ley laboral, y como la podemería andante, que sigue bajo la férula de Pablo Iglesia aunque no lo parezca, anda brava y no quiere suavizar la situación, pues nos tememos que esto acabe con la entente, los posibles presupuestos y aún la coalición de Gobierno, lo que por cierto no estaría nada más, ello a la vista del desastre de gestión y gobernanza con la que Sánchez nos machaca cada día que sale el sol. Si a esto añadimos que los tribunales, que no los jueces, están descargando palos a racimos por causas de derechos ciudadanos como la inconstitucionalidad de los estados de alarma, etc., y vemos como los negocios PSOE-ETA y los acuerdos PSOE-Generalidad descansan unos días para, seguramente, tomar fuerza, más todo lo demás que revolotea por ahí, convendrán que la cosa está como para tirar cobetes. Si a ello añadimos que del juego partidista entre PSOE y UP sólo puede salir que Bruselas decida negarnos, en todo o en parte, las vitales ayudas sobre las que ya nos ha advertido varias veces. Y es que, en Europa, no gusta el marxismo y menos si es de cuarta o quinta mano.