"Mantengo un espíritu crítico que me hace tomar decisiones"

María Albilla (SPC)
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La escritora Ayanta Barilli sufrió su propia crisis y resurrección con la pandemia como telón de fondo, un período de su vida convulso que la ha hecho recordar a la mujer desobediente y que no se pliega al pensamiento único que había dejado atrás

"Mantengo un espíritu crítico que me hace tomar decisiones" - Foto: Arduino Vannucchi

Estoy en el medio de la vía, en el medio de la vida. Si hay suerte tal vez... Estos versos de Cenizas en el aire, de Ariel Rot, bien podían haber sonado en la cabeza de la escritora Ayanta Barilli, que atravesó su «propia pandemia», mientras la COVID-19 sacudía al mundo, tal y como cuenta en Una mujer y dos gatos (Planeta).


Una crisis personal que se une con una crisis sanitaria, que es el telón de fondo, y que termina en una catarsis liberadora...
Así fue. La mujer de la novela soy yo al 100 por 100. Efectivamente, no es un libro sobre el confinamiento ni sobre la pandemia, sino sobre una crisis personal que tiene como telón de fondo esa circunstancia.

 

¿Cómo afrontó de repente la soledad tras el divorcio y que sus hijos se fueran de casa?
Es una mujer que se encuentra, por edad y experiencia, en la mitad del camino y mientras se desata una pandemia fuera de su casa, ella está viviendo una pandemia personal que le lleva a recorrer una serie de aventuras y de viajes tanto desde el punto de vista interior como exterior. Está en una encrucijada entre dos caminos. El de la razón, en el que te dicen lo que está bien hacer, y otro más alocado que es el del corazón.  
Optar por el camino del corazón  la lleva a una serie de descubrimientos por un lado y a muchos percances también.

 

Apunta que escribir Una mujer y dos gatos le ha servido para volver a encontrarse consigo misma. ¿Qué ha hallado?
Más que encontrar, he recordado a una mujer, facetas del propio carácter que se quedan más en sordina porque no hace falta sacarlas. Sin embargo, en todo este lío lo que se me ha hecho patente es que puedo llegar a ser una persona muy desobediente, muy mentirosa, que no se acomoda al pensamiento único. Mantengo un  espíritu crítico que me hace tomar decisiones consecuentemente, aunque no siempre sean las que se supone que están bien.

 

Ya lo dice, «no me pueden prohibir que piense»...
Hay un capítulo muy breve, tan breve que solo tiene dos líneas, que dice: «Todo lo que pienso y deseo es ilegal». Creo que hubo un momento en el que se llegó a esa situación tan disparatada. Y no es que llegara solo yo a eso. Es decir, que con ese capítulo lo que quiero expresar es que lo  que hasta el día antes era normal, ya no lo era. Estaba prohibido. Lo puedes aceptar o no y yo no lo acepté. Había demasiadas cosas inaceptables para mí desde el punto de vista moral.

 

¿Como qué?
Dejar morir sola a una persona en el hospital. Cada uno tenemos unas líneas fronterizas que son diferentes y respetables, y para mí esa es una. Y si sucede, no lo voy a permitir.

 

¿Va por ahí esa necesidad de revelarnos para cumplir con nuestros deseos de la que habla?
Aceptamos consejos, nos dejamos llevar por modas muchas veces, por líneas de pensamiento único y la corrección política y todo eso nos aleja de dar rienda suelta a nuestra propia personalidad. Somos nuestro carácter al final. Por supuesto, hay que ser muy respetuoso con los demás, eso siempre, pero también con la esencia de lo que somos porque va a ser la única forma de la que realmente de conseguir nuestros sueños.

 

¿Es de las que piensa que salimos más fuertes, mejores y con las cosas más claras de esta pesadilla de la COVID-19?
Esta ha sido una pandemia más de todas las que ha habido a lo largo de la vida y esto hay que entenderlo. No es nada especial, como tampoco lo es que entre en erupción un volcán. Genera muchos problemas, claro, pero esto no deja de ser una pandemia pequeña burguesa. La pandemia real está en países de África, por ejemplo, donde ni siquiera tienen acceso no a dos dosis de vacuna o tres, sino a ninguna.  
Aprender, lo que se dice aprender, yo considero que ni hemos aprendido nada ni lo vamos a hacer y esto me ha parecido evidente desde el principio de este problema. No vamos a ser ni más buenos ni más solidarios por aplaudir todos los días durante tres meses o por escuchar la misma canción de una manera obsesiva.

 

¿Qué papel han tenido Nina y Bowie en toda esta historia?
Nina y Bowie existen, claro, pero son dos pequeñas metáforas, son dos animalitos que se quedan a tu lado y da igual que haya pandemia o no. Son los dos únicos seres por los que corre sangre caliente y a los que puedes abrazar y besar sin tener que mantener distancias. Realmente viene a decir que con ellos todo sigue igual. Y que todo pasará y ya está.
La vida está hecha para el cambio perramente. Claro que pasan cosas y dejan cicatrices y uno puede salir victorioso o vencido de una experiencia, pero forma parte de nuestro devenir.

 

¿Cómo ha salido usted de esta «resurrección»?
Eso es. He salido resucitada. No olvido, está todo muy presente y han pasado cosas muy traumáticas para mí, pero mientras tomaba mis decisiones siempre pensaba en hacer cosas de las que no me arrepintiera, que me sintiera orgullosa de haber actuado así.