El cierre de negocios es una realidad palpable fruto de la crisis sanitaria y de la caída económica que ha conllevado el coronavirus. La economía ha descendido en multitud de parámetros y, ahora, es el momento de ver lo que ha quedado, de analizar e intentar buscar nuevas oportunidades que permitan salir con fuerzas renovadas para el tejido productivo de la provincia. Por este motivo, el Instituto Nacional de Estadística (INE) ha lanzado un estudio experimental destinado a conocer los efectos de esta crisis que ha dejado a la provincia sin el 12 por ciento de los trabajadores por cuenta propia. En concreto, a 1 de enero de 2021, se mantenían el 87,95% de los trabajadores autónomos, el resto habían cesado su actividad.
Se trata de una sangría que se ha producido trimestre a trimestre. Hasta abril se perdió un 6,24 por ciento de la actividad, la principal caída de estos trabajadores fruto del primer confinamiento. A partir de ahí, hubo una caída continuada de dos puntos cada tres meses, hasta llegar a esos doce puntos menos de empleo autónomo. En cifras, hay 3.466 autónomos menos a 1 de enero de 2021 respecto a los que había en 2020. En general, son más hombres que mujeres, 2.113, respecto a 1.353, pero si se acude a los datos relativos, son ellas las que más han sufrido la crisis económica provocada por la pandemia: el 14 por ciento de las mujeres autónomas no logró sobrevivir el primer año del COVID, frente al 11,1 por ciento de los hombres.
Limitando un poco más los datos hay un colectivo que ha sufrido este año como ninguno: los menores de 30 años que apenas habían iniciado su trabajo o negocio. A principio de año había 1.680 de estos emprendedores que no alcanzaban la treintena, y a final de año eran 1.331. Por el camino se han quedado uno de cada cinco negocios autónomos gestionados por jóvenes. La cifra es aún más sangrante, la peor de todas si se atiende a las jóvenes empresarias, ya que una de cada cuatro abandonó su actividad en la pandemia. Se ha pasado de 623 empresarias a 477 en solo doce meses. La caída de este colectivo se repite en todas las comunidades autónomas, y en el conjunto de España, las emprendedoras supervivientes son el 73,29 por ciento de las que había a 1 de enero de 2020. En el lado contrario se sitúan los negocios asentados, aquellos gestionados por mayores entre 50 y 60 años, lejos aún de la jubilación, que han cerrado solo uno de cada diez.
Emprender en crisis. «En circunstancias normales no tiene que ser más difícil emprender para un hombre que para una mujer, otra cosa son las circunstancias personales», explicó la secretaria general de la Asociación de Jóvenes Empresarios (AJE) de Ciudad Real, Noelia García. Pero en «esta situación de incertidumbre hay miedo», hay personas que paran las posibles inversiones hasta ver cómo se van desarrollando los acontecimientos. «Incluso si hay gente dudosa y hay una oportunidad de trabajar, siempre se va a ir por cuenta ajena a la propia, porque en la propia te juegas el pan», señaló la secretaria general de AJE. Hay que tener en cuenta el incremento del empleo en el sector de cuidados, muy feminizado, como en residencias o sanidad fruto de la crisis sanitaria. «Todos nos hemos movido hacia las necesidades que teníamos en ese momento», apuntó la secretaria general.
Desde AJE observan bajas en la asociación por cese de actividad. «Es una realidad» y está ocurriendo en el marco de todas las asociaciones empresariales y también en las ciudades ,que se van llenando de locales de «se alquila o se vende», fruto de la crisis económica que ha generado la crisis sanitaria. Eso sí, desde la organización empresarial recuerdan que tienen proyectos de asesoramiento y que las previsiones son que al final de la crisis, como ocurrió en otras anteriores, haya meses de crecimiento del trabajo autónomo, y los proyectos que se plantean en la entidad se refieren a todos los sectores, incluido el comercial.