Las Humanidades alimentan el espíritu y nos ayudan a pensar

Manuela Lillo
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Es profesor de la Facultad de Letras del Campus de Ciudad Real y es el único español de los 40 nuevos investigadores seleccionados entre más de 400 candidatos por esta asociación internacional que da voz a jóvenes científicos sobresalientes

Las Humanidades alimentan el espíritu y nos ayudan a pensar

¿Qué supone para usted ingresar en la Global Young Academy, la academia de jóvenes científicos del mundo?

Un gran honor y responsabilidad

¿Cómo valora ser el único español de los 40 nuevos investigadores seleccionados por la organización de entre más de 400 candidatos?

Es un gran honor pero también una responsabilidad enorme pues estoy seguro de que otros investigadores excelentes se habrán quedado fuera. Así que espero poder representarlos a todos de la mejor manera posible

¿Qué le ha hecho ingresar en esta academia en la que se evalúan méritos y proyección social de su investigación?

Son varios factores los que se tienen en cuenta. Por un lado, el currículum investigador pero, por otro, la proyección social de la investigación y su transferencia a la sociedad. Llevo varios años dedicado a investigar la construcción social de la masculinidad y sus representaciones culturales, literarias y fílmicas. Actualmente, dirijo un Grupo de investigación europeo, Mascage, (www.mascage.eu), que se dedica a explorar la relación entre envejecimiento y masculinidad, en concreto cómo se construye y representa a los varones mayores en literaturas y cines europeos contemporáneos. Creo que el tema de las personas mayores es de gran relevancia política y social, como estamos viendo estos días, por ejemplo, con la crisis del coronavirus. Igualmente, la mayor parte de la ciencia se dedica a las ciencias ‘duras’ (matemáticas, física, medicina, etc.) Mi ámbito de estudio, en cambio, es el de las Humanidades, siempre con un enfoque político y social. Estoy convencido que la investigación humanística, a menudo denostada o marginada, es tan importante como cualquier otra, y puede y debe influir en el cambio social. Es de suponer que el comité de selección ha valorado este aspecto.

¿Cómo fue ese proceso de selección?

Para su acceso, cada candidato fue evaluado por al menos tres miembros del comité de selección en dos rondas sucesivas de revisiones y se calificó basándose, en primer lugar, en la excelencia de su investigación científica, pero también de manera importante en el compromiso social demostrado. Me siento muy honrado de haber sido el único científico español de entre los nuevos 40 miembros de treinta países -sobre un total de más de 400 candidatos- seleccionados por el comité ejecutivo de la Global Young Academy para formar parte de ella.

En concreto, ¿en qué centra su labor científica?

Yo soy filólogo y mi investigación se centra fundamentalmente en representaciones culturales, literarias y fílmicas, de masculinidad. Mi investigación, pese a ello, ha tenido siempre un aspecto interdisciplinar fundamental, nutriéndose de aportaciones varias de los estudios de género y masculinidades, que son interdisciplinares por naturaleza, y con un elevado contenido político y social, sobre todo vinculado al objetivo de conseguir una mayor equidad de género.

¿Qué aplicaciones prácticas puede tener?

La Global Young Academy cuenta con grupos de trabajo sobre ciencia y sociedad, entorno de la investigación, educación y divulgación científica y los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas. Mi cometido consistirá en unirme a uno o varios de estos grupos y, en concreto, a analizar el papel del género en la producción y divulgación científica. Tenemos un grave problema de poca representación de las mujeres en la ciencia y para acabar con ello conviene, necesariamente, entender y deconstruir el sesgo masculino de la ciencia. Paralelamente, me gustaría contribuir a explorar científicamente el proceso del edadismo, discriminación de las personas mayores.

¿Cuál quiere que sea su aportación a esta academia?

Sobre todo, como digo, ayudar a entender mejor la relación entre ciencia y género, por un lado, y ciencia y edad, por otro. También promover el estudio científico de las Humanidades, demostrando su papel central en la construcción y deconstrucción social.

¿Cómo ve la situación de la investigación en España?, ¿cree que se fomenta debidamente?

Creo que se están haciendo esfuerzos, pero queda mucho por hacer. Nuestros científicos están entre los mejores del mundo y, sin embargo, cuentan con muchos menos recursos que otros países como EEUU o China para ello. En España se ha creado recientemente la Academia Joven de España, formada por los mejores científicos españoles de todos los campos de menos de 42 años, pero cuenta con recursos muy limitados para difundir su labor. En estos días de epidemia global, conviene recordar la importancia de no escatimar recursos para la ciencia.

¿Por qué decidió dedicarse a la labor investigadora?

Al terminar mi carrera en Filología Inglesa, decidí empezar un Doctorado en la Universidad de Barcelona, y allí descubrí la relevancia del género en la literatura y el cine. Sin embargo, casi todo lo escrito sobre género se centraba en las mujeres. Me di cuenta de que se había escrito mucho menos sobre varones, género y masculinidades. Mi tesis doctoral, que defendí en 2006, fue la primera en España en analizar representaciones literarias de masculinidad, concretamente en la literatura estadounidense.

¿En qué ámbitos se puede profundizar desde el punto de vista científico desde la Facultad de Letras.?

Considero fundamental difundir el valor social y político de las Humanidades para transformar el mundo. Las ciencias ‘duras’ contribuyen sin duda a mejorar nuestra vida desde un punto de vista práctico, pero las Humanidades (filosofía, Historia, antropología, literatura, arte, etc.) alimentan el espíritu, nos ayudan a pensar y a ser ciudadanos críticos, lo cual no es solo una necesidad humana esencial sino algo fundamental para el progreso social.