El futbolín más caro del mundo

Javier Albisu (EFE)
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La empresa belga Play It Art, dedicada a fusionar arte con fútbol, crea un juego de mesa enteramente hecho de metal y valorado en 80.000 euros

El futbolín más caro del mundo - Foto: Javier Albisu

Está demostrado que jugar a patear una pelota es una práctica milenaria con trazas que se remontan a relieves de la antigua Grecia. Y no admite discusión que las reglas del fútbol moderno emanan de la Football Association inglesa (FA), creada en 1863.

Más incierto es, sin embargo, el origen del futbolín, un divertimento en el que cuatro jugadores reclinados sobre una mesa hueca con patas, mueven unas barras de metal a las que hay adheridas figuras humanas con las que golpean una bola del tamaño de una ciruela para meter gol en la portería contraria.

La paternidad de este entretenimiento universal, que se cree que nació a finales del siglo XIX o inicios del XX, se la disputan el español Alejandro Finisterre, el francés Lucien Rosengart, un suizo llamado Knicker, un belga conocido como señor Staav, el británico E.J. Lawrence y otros tantos supuestos inventores. Pero se sabe que el juego se puede adquirir por entre 35 y 4.300 euros, en función del tamaño, la calidad de los materiales y los modelos disponibles en cientos de catálogos internacionales.

El futbolín más caro del mundoEl futbolín más caro del mundo - Foto: Javier Albisu

Al menos era así hasta que la empresa belga Play It Art ha sacado a la venta un futbolín concebido como una obra de arte, por la nada despreciable cantidad de 80.000 euros y en la que se ha cuidado cada detalle.

"Lo hemos colocado inclinado para que la gente pueda tener una buena vista del tapete, que está hecho en cuero... pero está absolutamente concebido para jugar", explica el agente de jugadores Jacques Lichtenstein, quien junto con el internacional belga del París Saint-Germain Thomas Meunier ha lanzado esta sociedad dedicada a fusionar el arte con el fútbol.

El futbolín en cuestión es una obra en metal del escultor francés Stefane Cipre y se muestra estos días en la Maison Degand, una exclusiva tienda de Bruselas dedicada a la ropa masculina que ha vestido a varias generaciones de monarcas belgas, incluido el actual rey Felipe.

"Es una pieza única por ahora y de la que como máximo se producirán 10 ejemplares", explica Lichtenstein, que nació hace 49 años en el humilde barrio bruselense de Molenbeek y que lleva desde los 23 ejerciendo como agente de jugadores, con una cartera de clientes entre los que se encuentran el capitán del Manchester City, Vincent Kompany, o el zaguero del Celtic de Glasgow, Dedryck Boyata.

 

Una exclusiva pieza de arte

Las escuadras del espectacular tablero están constituidas por leyendas del deporte rey como Cruyff, Di Stéfano, Eusebio, Messi, Cannavaro, Zidane, Maldini, Cafú o Buffon.

"Toda esta historia ha nacido de la constatación de que hay muy pocos artistas que hayan trabajado sobre el fútbol. Por ejemplo Miró, que hizo los carteles del Mundial de España en 1982 o Keith Haring, que hizo también una obra sobre el fútbol y creo que también Niki de Saint Phalle... Suele ser algún artista que ha hecho una obra sobre el tema del fútbol, pero no hay una gran producción artística", comenta Lichtenstein.

Amante del arte y del fútbol, al descubrir que apenas existían pasarelas entre ambos universos, lo comentó con Meunier, quien además de compartir vestuario con Mbappé o Neymar es un gran aficionado a la creación plástica.

"Meunier hizo estudios de arte. Entre la gente del fútbol que yo conozco, al menos entre los jugadores, él es una persona realmente apasionada del arte. Cuando no entrena o pasa el tiempo con sus dos magníficos niños y su esposa, es alguien que disfruta yendo al Louvre o a una galería de arte", resume su agente.

Ambos se pusieron de acuerdo "para contactar con artistas de todo el mundo" y lanzaron Play It Art, que por el momento no conoce límites.

"Queremos hablar con artistas del mundo entero para hacer pronto exposiciones muy variadas con el tema del deporte más popular", dice Lichtenstein quien ha encontrado en Meunier un gran socio.