La laguna que muda del verde al blanco

Leo Cortijo
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Está en Cañada del Hoyo (Cuenca) y cambia de color por la actividad fotosintética de las plantas acuáticas

La laguna en proceso de blanqueo - Foto: Diego Ortega

Como ya le ocurriera a una de sus hermanas del complejo lagunar de Cañada del Hoyo, la laguna de la Gitana –también conocida como laguna de la Cruz– ha cambiado de color. Pero en esta ocasión sus aguas verdosas no se han  teñido en un llamativo rosa, sino en blanco. Se trata de un fenómeno natural, efímero en el tiempo y que tiene que ver con la fotosíntesis que llevan a cabo las plantas acuáticas que moran en su interior.

Este fenómeno, conocido popularmente como «blanqueo» viene motivado por el incremento notable de la temperatura en las capas altas del agua, por eso solo se puede presenciar en verano, desde mediados de julio y hasta principios de septiembre. Las plantas incrementan su actividad fotosintética, suben al estrato más superficial y eso hace que la calcita del agua precipite. El color blanco que adquiere la laguna es propio de los cristales blanquecinos de este mineral.

El agente medioambiental que trabaja en la zona, Diego Ortega, explica a La Tribuna que este fenómeno no suele ocurrir con demasiada asiduidad «porque se tienen que dar muchas condiciones al mismo tiempo». No obstante, recuerda que otros años ha ocurrido lo mismo en la laguna del Tejo. «Lo que nunca ha pasado en los 20 años que llevo aquí», argumenta, «es que pase en las dos lagunas al mismo tiempo». El fenómeno dura entre siete y 10 días, y sigue un proceso gradual de blanqueo, para luego hacer el camino inverso y volver a su estado natural. El tono blanco más intenso, que varía dependiendo de la calcita que precipite, puede durar entre dos y tres días.

La laguna con su habitual color verdoso. La laguna con su habitual color verdoso. - Foto: Diego OrtegaEste fenómeno natural ha llamado la atención la atención, en primer lugar, de los vecinos de la zona, que ya se han acercado al complejo para verlo en primera persona. Pero también ha despertado el interés de conquenses de otros puntos de la provincia e incluso de personas de otros lugares, porque al ser un espacio natural protegido, la zona cuenta con mucho turismo.

Diego Ortega recuerda que es un fenómeno que no se extiende mucho en el tiempo, «ya que en cuestión de días desaparece». No es como la laguna que se tiñó de rosa, cuya singular imagen se prolongó durante varias semanas. En este sentido, «es algo digno de ver», pues es «bonito» porque «el color verde que tiene en invierno choca con el blanco que tiene ahora».