Page no quiere ser Susana Díaz

Redacción
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El presidente regional entiende que el PP quiera ver «estas elecciones como una segunda vuelta, pero no lo son» y asegura que los 'populares' «se han quedado con sensación de revancha»

Page no quiere ser Susana Díaz - Foto: Yolanda Lancha

Todo el mundo es conocedor del cariño que Emiliano García-Page profesa a la expresidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, a quien apoyó en su intento por dirigir el PSOE nacional, pero ahora -a algo más de dos semanas para que se abran de nuevo las urnas- no quiere seguir sus pasos. Es por ello que el presidente de Castilla-La Mancha y candidato del PSOE a la reelección, durante el desayuno informativo organizado por La Tribuna y Naturgy,  pidió el voto a izquierdas y derecha para que no relaje tras los buenos resultados cosechados por Pedro Sánchez en los comicios generales. Todo ello para evitar que en la comunidad autónoma se repita el caso andaluz, donde la suma de PP, Cs y Vox logró echar al PSOE de la Junta de Andalucía tras casi 37 años de gobierno.

«Todo el mundo da por hecho que aquí va a ganar el PSOE y eso es malo. En Andalucía se pensó también que Susana Díaz ganaría y la gente se relajó», recordó.

Tanto es así, que hasta pidió el voto a los que el pasado 28 de abril votaron a la extrema derecha de VOX. Y es que, como dijo, las autónomicas no son la generales y la gente sabe «que con las cosas de comer no se juega».

Una llamada a la movilización para que  también echó mano a la ley electoral que redactó María Dolores Cospedal la pasada legislatura. Una «ley absolutamente tramposa y perversa que hizo que ella cayera y que hace difícil la estabilidad con 33 diputados (regionales)», como advirtió.

Y como tendrá que acudir a las elecciones autonómicas con la citada ley bajo el brazo, a García-Page no le queda más remedio que «luchar» contra la sensación general que existe en la región de que ha cumplido su programa electoral. Sí lo ha hecho, aseguró, pero también reclamó otros cuatro años más para continuar con la recuperación económica y social de Castilla-La Mancha, pues aún quedan cosas por hacer.

el pp se ha quedado «con sensación de revancha». Para él, entonces, la cita con las urnas este 26 de mayo sí es una segunda vuelta, pero «no una segunda vuelta de los comicios generales como quiere hacer ver el Partido Popular». «Entiendo que los que han perdido quieran ver estas elecciones como una segunda vuelta, pero no lo son», insistió García-Page, para quien el PP «se ha quedado con sensación de revancha» tras el 28-A.

Abundando en este concepto, alertó de que otros partidos pueden pedir el voto para «evitar» que el PSOE pueda acaparar mucho poder en el conjunto de España.

En este contexto, adelantó que va a presentar el programa «más contundente y ambicioso de todos», el «más contrastado» y realizado «con mucha ambición», teniendo en cuenta que ha estado «escuchando cuatro años sin parar a todo el mundo» y que el objetivo lo tiene «más que claro».

«La región no está para aventuras ni para marchas atrás», avisó, consciente de que «se puede producir un escenario de imprevisibilidad». Como remarcó, en Castilla-La Mancha «hay estabilidad» y una «definición clara de las metas colectivas» y que todo lo que se propone hacer lo va a poder financiar porque la región ha cumplido con el déficit.

Una estabilidad política en la región que le gustaría reforzar el próximo 26 de mayo. Como señaló,  «espero una legislatura sin peajes», «ando mejor sin muletas que con ellas». Es decir, sin tener que firmar pactos de gobierno o legislatura con nadie. Es por ello que el presidente regional no quiso entrar en ‘quinielas’ electorales, «quiero ganar por lo máximo posible, engañan los que dicen que se quieren ser bisagra, se quiere la mayoría absoluta siempre», concluyó.

Y aquí lanzó una pulla a Podemos, su hasta ahora socio de Gobierno, adviritiendo de que «no es bueno» que alguien «tenga la capacidad de ponerlo todo patas arriba» cuando se es «muy minoritario». En clara alusión al bloqueo presupuestario al que le forzó Podemos en 2017, que se prolongó cerca de medio año.

Donde sí entró fue en el debate interno abiertoen los todavía hoy dos grandes partidos: el PSOE y el PP.

En el caso de su partido, preguntado sobre si le gustaría un PSOE con menos Iceta y PSC, García-Page insistió en recordar que en el PSOE siempre ha habido diferentes sensibilidades y recalcó que es bueno que «se vuelva a hablar de diálogo y policromía».

Como defendió, «de la Constitución no nos vamos a mover ni un milímetro, pero en la Constitución hay muchos matices» y es ahí donde su partido se mueve con cierta facilidad. «Quien no sea capaz de adaptarse y de ver diferentes realidades le pasará como le ha pasado el PP en Cataluña, que se queda con un solo diputado».

Un PP al que ve a punto de perder su «fiabilidad». Y es que, como les criticó, «no puedes tener un idea el domingo y otra el lunes, en política puede haber giros, pero no puedes pasar del blanco al negro en un día, pierdes fiabilidad, más cuando los ciudadanos ven que no cambias tú, sino que te obligan a cambiar». «La gente no quiere ni curvas ni volantazos».

A su jucio, si Pablo Casado hubiera firmado «los acuerdos que yo he firmado con Herrera (Castilla y León) y Feijoó (Galicia), le habría ido mucho mejor», «son gente muy sensata y experimentada».