La noticia de la anunciada fusión entre los gigantes de la banca española Bankia y Caixabank, que está a expensas del visto bueno de la autoridad pública y de la aprobación definitiva de sus respectivos accionistas, ha llenado de incertidumbre a los cerca de 350 trabajadores que estas dos entidades posee en la provincia de Ciudad Real, repartidos en las 41 sucursales de Bankia (unos 220 empleados) y las 26 oficinas de Caixabank (unos 130).
Desde CCOO, mayoritario en la representación sindical en ambas entidades, se teme que esta fusión, que dará como resultado la mayor entidad bancaria del país, traerá consigo la desaparición de puestos de trabajo, por lo que solicita que cualquier reajuste en las plantillas se realice desde la negociación con la parte social, evitando salidas traumáticas, dotándolas de planes de acompañamiento laboral y primando la voluntariedad. «La experiencia nos dice que cuando se dan este tipo de fusiones entre entidades bancarias, se produce también un reajuste en las plantillas, como ocurrió en la crisis de 2007, cuando se produjeron excedentes», afirma Miguel Ángel Cubillo, secretario general de CCOO-Servicios de Castilla-La Mancha, quien recuerda que parte de la participación accionarial de Bankia es estatal, por lo que confía en que el Gobierno emplee las herramientas necesarias para atenuar los posibles efectos de esta anunciada fusión.
Desde este sindicato también se pone el foco en las condiciones laborales de los trabajadores de Bankia y Caixabank tras la fusión, que deberían «mantenerse o incluso mejorarse» al tratarse de un movimiento protagonizado por la tercera y la quinta entidad bancaria del país en volumen de activos, de la que saldrá la primera del ranking, en teoría con una gran viabilidad como empresa del sector. Además, Cubillo advierte que éste podría no ser el último movimiento de este tipo entre entidades financieras, como ya propuso hacer el Banco Central Europeo en tiempos de crisis económicas, como la actual provocada por la pandemia del COVID-19.