La Ciudad Real 'estancada' en una España vaciada

R. Ch.
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Un informe de las Cajas de Ahorro sitúa a la provincia entre los territorios que más han sufrido las crisis demográfica unida a la pérdida de peso económico en las últimas décadas

Una anciana, en Santa Cruz de los Cáñamos. - Foto: Rueda Villaverde

Un total de 23 provincias de Castilla y León, Aragón, Castilla-La Mancha, Extremadura, Galicia, Andalucía y La Rioja, que constituyen lo que se ha denominado la ‘España despoblada’, cerca de la mitad de su peso demográfico, económico y laboral en los últimos 70 años, en un recorrido que arranca en plena dictadura de Francisco Franco.

El listado incluye a la provincia de Ciudad Real, a la que el informe elaborado por la Fundación de las Cajas de Ahorro (Funcas) coloca entre los territorios que llama «estancados» y que conforman zonas pobladas, con una densidad «muy por encima de todas las demás» provincias despobladas y que «si bien han perdido también mucha población, no han visto desaparecer tantos empleos, cuentan con una buena dotación de población joven y no demasiada población envejecida».

Funcas habla de una Ciudad Real en la que las variables económicas son, directamente, negativas. Así están también Cáceres, Badajoz, Córdoba, Jaén y Albacete. Se trata de territorios «generalmente agrarios con bajo peso de la industria, muy elevada tasa de paro y niveles muy bajos de valor agregado bruto por habitante. Es la España despoblada que se estanca». Probablemente, indica Funcas, «el problema no sea tanto demográfico como de reactivación económica y de utilización más productiva de sus recursos».

El fenómeno de despoblamiento, «que afecta tan intensamente al medio rural y a muchas ciudades pequeñas y medianas, es muy desigual entre territorios». En Ciudad Real, Funcas sitúa ese inicio de la curva descendente en la década de los años 60, en plena dictadura franquista, cuando se alcanzó el techo poblacional: más de 580.000 habitantes. Desde entonces, empezó una cuesta abajo que tuvo un momento de pausa, a finales del siglo pasado y los primeros años del actual, aunque ese repunte de población no ha superado el máximo obtenido años antes. Esa nueva realidad demográfica viene marcada por elevados saldos migratorios negativos y muy poca movilidad intraprovincial, con densidades de población entre 12,5 y 25,5 habitantes por kilómetro cuadrado, excluyendo la capital.

Una pérdida de población que ha venido acompañada, también, de una pérdida de peso económico. Una de las consecuencias más comunes de los procesos migratorios internos es la convergencia de la renta per cápita entre los territorios que pierden población y los que la ganan. Así, mientras los destinos ganan, los puntos de partida, pierden. Si la tasa del Valor Agregado Bruto, que mide el valor añadido generado en un territorio, se situó en España en un incremento medio del 3,7% de 1950 a 2017, en Ciudad Real lo hizo más de medio punto por debajo.

De hecho, Ciudad Real aparece señalada entre las zonas donde fue «especialmente intensa» la caída del peso relativo, como también ha pasado en casi todas las provincias castellano-leonesas excepto Valladolid y Burgos, además de Cuenca, Teruel, Huesca, Badajoz, Ourense y Lugo.

En cuanto al empleo, Funcas también sitúa a Ciudad Real en el pelotón de los que sufren las consecuencias de la despoblación. Según las Cajas de Ahorro, la destrucción de empleo aquí fue inferior al 30% y aunque presenta algunos de los peores indicadores de renta por habitante y tasa de paro, la ‘medicina’ para superar esta crisis precisa de medidas dirigidas a crear empleo «puesto que a pesar de haber sufrido intensos procesos migratorios cuentan con población joven en edad de trabajar».