El cirujano de 'gigantes'

A. Criado
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Un taller de carpintería tradicional cambió su vida a los 16 años. Allí nació su pasión por los molinos de viento y se fraguó un negocio que ahora, 25 años después, traspasa fronteras

El cirujano de 'gigantes' - Foto: Pablo Lorente

A sus 16 años, poco podía imaginar Juan Bautista Sánchez-Bermejo que una escuela taller de carpintería tradicional iba a cambiar radicalmente su vida. Asegura que no era mal estudiante, pero sí «incapaz de estar encerrado todo el día en un aula». Y en ese periodo vital al que todo joven, antes o después, tiene que enfrentarse, decidió dar un paso hacia la madurez arrastrado por las aspas de un molino de viento. Tras participar en la rehabilitación de uno de los ‘gigantes’ de su Campo de Criptana natal supo que era el oficio al que se quería dedicar. Y es que, como bien apunta, no hay mejor trabajo que aquel que se realiza con «pasión y orgullo». Y si además la facturación y el prestigio crecen año tras año, la satisfacción es doble. Tras su paso por la escuela taller y dos años de Formación Profesional, Juan Bautista, con 20 años, se hizo autónomo y comenzó a rehabilitar molinos de viento. En 2000 nace su empresa, La Bóveda Fecit, en recuerdo de una parcela de tierra propiedad de su bisabuelo José María, y comienza a recibir los primeros encargos en localidades de la comarca, para posteriormente expandir su negocio fuera de Castilla-La Mancha y ahora, si fructifican las negociaciones, más allá de las fronteras españolas. En concreto, su próximo reto será la rehabilitación de un molino provenzal en la localidad francesa de Perpignan. Autodidacta, este criptanense con aire quijotesco ha hecho de su profesión un modo de vida. «Más allá del mero hecho económico o de negocio, soy castellano-manchego y el arreglo de molinos de viento, que es el emblema de la región, por lo que somos conocidos a nivel mundial, para mí es un orgullo», afirma. Y eso que en 2005, el año en el que ya pudo adquirir una nave en propiedad, sufrió un grave accidente cuando intentaba poner en marcha uno de sus ‘gigantes’. Un golpe de viento hizo girar las aspas a gran velocidad y movió la estructura entera mientras se encontraba trabajando sobre el eje. Desde su taller de la avenida Juan Carlos I, un tetris de elementos de madera y maquinaria que ya se le ha quedado pequeño por el volumen de pedidos, Juan Bautista tiene a tiro a todos pueblos de La Mancha que cuentan en su oferta patrimonial con molinos de viento. Los mejor conservados, aquellos que preservan su maquinaria original, nueve en total en Castilla-La Mancha que se levantan majestuosos en Campo de Criptana, Consuegra, Camuñas, Madridejos, El Romeral y Mota del Cuervo. Al igual que los vehículos matriculados hace muchos años, son «prioritarios» y tienen que pasar la ‘ITV’ con mayor asiduidad «para evitar que sufran deterioros y la pérdida de piezas originales». Hay veces que es inevitable su sustitución para que sean funcionales, pero se guardan a buen recaudo como «testigos» por si es necesario hacer copias en el futuro. En estos 20 años de trayectoria profesional, Juan Bautista ya ha trabajado en todos y cada uno de estos molinos de viento y lo seguirá haciendo siempre que exista un concurso público al que pueda concurrir. De hecho, tras el arreglo de los desperfectados causados por ‘DANA’ en el Inca Garcilaso, el Ayuntamiento de Criptana tiene previsto invertir en los próximos meses más de 120.000 euros en la rehabilitación de sus joyas con aspas. Además de las inclemencias meteorológicas, lo que hace más mella en su salud es el inevitable paso del tiempo, porque la madera tiene vida propia y «necesita nutrición, cuidado y movimiento». «Si se mantiene en una misma posición durante un periodo prolongado de tiempo, al final surge una deformación», subraya. La construcción de un molino de nueva planta, es sin duda, uno de los principales retos que se encuentra en su profesión. Lo hizo en la localidad toledana de Ventas con Peña Aguilera y tras el éxito alcanzado en las Islas Baleares, en estos momentos está trabajando en otro con destino a Alcublas, un pequeño municipio de apenas 600 habitantes de la comarca de Los Serranos, en la provincia de Valencia. Encontrar la madera adecuada es una de las labores más complejas. El pino de Cuenca es una materia prima esencial, pero hay piezas que requieren de la ‘piel’ de unos árboles concretos: para la rueda catalina utilizan de encina y para la linterna, álamo negro. «Algunas son especies protegidas y las tengo que comprar en pie, siempre tras conseguir los pertinentes permisos de Medio Ambiente», precisa. Otro de los inconvenientes es el peso de los materiales, con troncos que llegan al taller de 2.000 a 2.400 kilos. Para su manejo, Juan Bautista ha ideado unos puntos de apoyo para poder girar el torno de manera manual y un soporte para la motosierra con la que realizar unos cortes de profundidad que sirven de testigos para luego el desbaste a hacha o azuela. Y la última dificultad se encuentra en el transporte de las piezas, que se convierte en odisea si es por mar, como ocurrió con su proyecto para el gobierno balear. Pero el amor por los molinos, que surgió hace ya muchos años con la rehabilitación de ‘Sardinero’, todo lo puede. El compromiso de Juan Bautista con Campo de Criptana y sus ‘gigantes’ va más allá de su día a día en el taller para preservar este patrimonio histórico, se extiende a las 14 moliendas que llevan a cabo todos los años y, si hace falta, a la colaboración con directores como Hugo de la Riva para que luzcan en todo su esplendor como escenario de un cortometraje.