El georadar busca una explicación empedrada

Diego Farto
-

Desentrañar la función de la gran superficie enlosada de época íbera localizada hace dos años en Alarcos centra la investigación de la actual campaña de excavaciones

Imagen de los trabajos en la zona enlosada - Foto: Rueda Villaverde

El georadar ha vuelto a deslizarse esta semana sobre el suelo de Alarcos. Ahora el objetivo es dar sentido al gran enlosado de piedra de época ibérica localizado hace dos campañas con la idea de desentrañar su auténtica función, ya fuera una plaza, una vía ceremonial o el piso de un edificio relevante. Javier Vallés e Irene Cid son los dos técnicos de la empresa CAI Arqueometría, dependiente de la Universidad Complutense de Madrid, que se encontraron el pasado miércoles con la profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha Rosario García Huertas, responsable junto con Francisco Javier Morales y David Rodríguez de las campañas arqueológicas sobre el periodo ibérico en este yacimiento.

García Huertas manifestó a La Tribuna: «Llevamos dos años documentando este enlosado que tiene una superficie nada habitual». De momento, entiende que estas grandes lajas de piedra «parece que puede ser una calle, pero es tan grande que lo que podemos decir es que no es habitual, hasta ahora no hemos encontrado ningún enlosado ibérico, en ningún sitio, de estas características». Entre lo que hasta ahora se ha excavado se incluye la base de dos columnas, determinar qué función cumplían contribuirá también a dar sentido de esta superficie formada por grandes losas. Este año, lo que ya se descubrió en el pasado esta cubierto por una tela para evitar su deterioro, los alumnos trabajan especialmente en una cuadrícula en un lateral que parece estar aportando numerosos restos cerámicos para su posterior análisis en el laboratorio.

El problema es que mediante los métodos de excavación convencional, levantando la tierra y otros restos cuadrícula por cuadrícula hasta llegar al límite del empedrado puede ser una tarea de años. Como muestra, para esta campaña, de sólo una semana se ha trabajado sobre una única cuadrícula de metro y medio ancho y otros cuatro metros y medio de largo, «si descubrimos más no tendríamos tiempo de ver lo que hay y luego lo tendríamos que volver a tapar», observa.

En cambio, recurrir al georadar permite contar en la mayoría de las ocasiones con una imagen realista de lo que hay en el subsuelo. El problema es que en el caso de Alarcos, existen como mínimo dos estratos históricos uno encima de otro. El enlosado apareció debajo de los restos de otras construcciones de época medieval y esta superposición de estructuras «hace difícil discriminar lo que es una cosa y otra, pero ojalá podamos ver cuál es su extensión», manifestó la profesora de la UCLM.

A media mañana los alumnos se retiran hacia las instalaciones del Centro de Interpretación para tomar un refrigerio de media mañana, es el momento en el que los dos técnicos de la Universidad Complutense acercan su equipo a la zona de excavación. Uno de los alumnos regresa bocadillo en mano para contemplar como trabaja tan curioso aparato.

Javier Vallés comenta que el georadar envía una señal a través del subsuelo para, «obtener una serie de respuestas en función de los materiales que va a encontrar». Por medio de estas señales eléctricas se obtendrán «dos perfiles paralelos, de los que vamos a cruzar los datos, que hay que filtrar y procesar en combinación con los datos del GPS», de modo que una vez todos esos datos han sido combinados e interpretados, «se puede ya ver el contraste entre el suelo, los muros y las estructuras existentes». El resultado será «un mapa a diferentes profundidades de las estructuras que pueda haber».

Vallés reconoce que lo más complicado «es el trabajo de interpretación porque saber diferenciar entre lo que es un suelo con rocas de un muro construido, y a veces es lo más complejo», por lo que la experiencia cuenta.