El confinamiento agrava el problema de la adicción al juego

Manuela Lillo
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El confinamiento por la pandemia de COVID-19 ha disparado el número de peticiones para excluirse de juegos de azar

Las personas que se enfrentaron al problema de la adicción al juego crecieron a lo largo del año pasado y así se constata en el número de peticiones de quienes solicitaron autoexcluirse del acceso a los juegos online para tratar de frenar su adicción. En concreto, a lo largo de 2020 fueron 771 las personas que se inscribieron en el llamado Registro General de Interdicciones de Acceso al Juego (RGIAJ), una cantidad que creció en hasta un 24,76% en relación al ejercicio 2019, cuando las inscripciones en la provincia se cifraron en 618 personas.

Así lo ponen de manifiesto los datos publicados en la página web de La Moncloa y en los que se refleja que Ciudad Real es una de las provincias del país que registraron un mayor incremento del número de peticiones de autoprohibición, por detrás de Cuenca, donde crecieron un 40,78%; de Tarragona (39,63%), Teruel (34,06%) y Segovia (28,45%). Además, en el conjunto de España esta cifra se ha incrementado en un 12,02%.

Desde la Asociación Ludópatas Asociados en Rehabilitación de Castilla La Mancha (Larcama) explicaron a La Tribuna que desde el confinamiento tienen «más solicitudes» ya que indicaron que el hecho de estar más tiempo en casa ha evidenciado el tiempo que dedican al juego y también se ha hecho patente en la relación familiar, una circunstancia que sin el confinamiento era más fácil de «camuflar», afirmó el secretario de esta asociación en Ciudad Real, Francisco Galindo.

«Con el confinamiento salta por los aires y queda más patente, también económicamente», dijo el representante de Larcama para agregar a renglón seguido que también llama la atención que hay «más afluencia de lo normal» de jóvenes, que en muchos casos cuentan con apenas entre 18 y 20 años y que tienen problemas graves o están empezando a tenerlos.

«Ahora aparecen en más cantidad este tipo de casos», detalló Galindo tras indicar que en muchos de ellos caen presa de los «incentivos» para el juego, en forma de «consumiciones gratis o bonos» en los que «se gastan la paga», generando después en ocasiones en problemas de adicción. «Han salido a divertirse pero vuelven a casa con un problema», apostilló.

Las apuestas son el tipo de juego que más está derivando en adicciones, apuntan desde Larcama en referencia tanto a las apuestas online como en salones de juego. «La mayoría practica las dos modalidades» -dijo Galindo- y lo hacen «mucho más que en las tragaperras, la lotería, el bingo, la ruleta o el póker». El cierre de la hostelería y los locales de ocio debido a la pandemia, que ha conllevado el nivel 3 de medidas reforzadas en toda la región, supone un impedimento para la presencia física de estos jóvenes, pero también evidencia «la falta de oferta de ocio, que les lleva a apuestas con más variedad».

Así, una vez que son conscientes del problema, acuden a mecanismos como la inscripición en el mencionado registro. Galindo comentó que esta autoexclusión tiene efectos en plataformas online y en locales, aunque también deja al descubierto ciertas carencias pues comentó que, por ejemplo, hay locales que no tienen un vigilante de seguridad a la entrada ya que les supone un coste y por ello no siempre se les pone freno pidiendo el DNI para su acceso, dijo, por lo que también en algunos casos «entran menores». Frente a ello, pidió un endurecimiento de las sanciones.

«Lo ideal sería que estuvieran fuera de las ciudades y tuvieran que desplazarse a propósito, que tuvieran todas las trabas posibles para acceder», abogó el secretario de Larcama en relación a quienes tienen una adicción al juego, que les «destroza la vida para siempre» no sólo porque les anula como individuo y causa un gran dolor y repercusión en su familia, sino porque además deriva en importantes deudas económicas.

Por todo ello, subrayó la necesidad de que sean conscientes de que se trata «de una enfermedad de que tienen que rehabilitarse», un proceso en el que Larcama ofrece ayuda desde hace más de 20 años, tanto con reuniones en grupo (reducidos debido a la pandemia) como con apoyo y tratamiento piscológico. En este sentido, comentó que oficialmente el juego no se trata y que son asociaciones como la suya la que trabajan en este ámbito, si bien lamentó la escasez de recursos con la que tienen que lidiar. «No tenemos instalaciones desde marzo», dijo en referencia a la sede que tenían en Pío XII pero a la que no pueden acceder debido a las restricciones de la pandemia, por lo que animó a las instituciones a que les faciliten una sede fija para desempeñar esta labor.