Cientos de personas, muchas de ellas niños, salieron ayer a las calles de Ciudad Real para formar parte de la procesión de San Blas, que partió de la iglesia de San Pedro portada a hombros por varios adolescentes con la ayuda de algún adulto, puesto que el santo y mártir es protector de los niños.

La marcha, en una tarde plácida, se abrió con el estandarte del santo, seguido por la bandera del grupo Scout de San Pedro, que desde hace unos años se ha incorporado de forma muy activa a la organización de esta procesión. De hecho, la imagen del santo va tocada con el mismo pañuelo blanco y amarillo que identifica a los scouts de esta parroquia.

Muchos de los niños, sobre todo los más pequeños, iban acompañados de varios adultos, padres, madres, abuelas, aunque fueron pocos los que realmente iban alumbrando el camino de la imagen.

La marcha, mucho más relajada que las procesiones de adultos, recorrió la calle Ramón y Cajal, la plaza del Pilar y su vecina de Cervantes, la calle Bernardo Mulleras, la plaza Mayor y las calles Carlos Vázquez y Ruiz Morote para regresar a la iglesia de San Pedro, donde se mostró a veneración de los fieles la reliquia de San Blas que se conserva en este templo.

En este sentido, el sacerdote Pablo Martín del Burgo, detalló que se trata de un fragmento de fémur, llegado desde Roma como consecuencia de la decisión del Papa Paulo V de remitir a todas las iglesias católicas diferentes reliquias guardadas en el Vaticano con el propósito de reforzar así la fe de los creyentes.

El pequeño trozo de hueso del médico y obispo de Sabaste (Turquía) se encuentra en un relicario construido en 1604.

Martín del Burgo, recordó que poco antes de su martirio, a comienzos del siglo IV, San Blas «atendió al hijo de un centurión romano que se había atragantado con una espina y le curó», razón por la que además de protector de los niños lo es también de las afecciones de garganta.