"No entiendo cómo dejaron poner a mi padre algunos anuncios"

M. Sierra
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Paloma Salas se despide de sus clientes y lo hace en este contexto de coronavirus. Con su jubilación pondrá fin a Publicidad Salas, 72 años de la historia publicitaria de la provincia

Patricia Salas - Foto: Pablo Lorente

Desde las vallas publicitarias, primero hechas a mano y después de manera digital,  Publicidad Salas ha sido testigo de cómo ha cambiado la ciudad y de cómo ha cambiado la manera de publicitarla. La empresa nació en 1942 de la mano de Esteban Salas, del que Paloma Salas aprendería todo lo que sabe del oficio en la que fue la primera empresa publicitaria de la región. Empezó en esto con apenas 21 o 22 años, cuando no era cosa de mujeres, no en vano ella formó parte de la primera promoción de la carrera de Publicidad en Madrid. La década de los 70 apenas si arrancaba y Paloma tuvo que aprender de golpe que las mujeres tenían que «trabajar más» para hacerse respetar. Ahora recuerda con gracia, por ejemplo, cómo tuvo que cambiar su estilo para que los clientes «me tomaran más en serio».

¿Cuáles fueron los comienzos de Publicidad Salas?

Hemos estado 72 años y llegamos a tener hasta 11 trabajadores. Empezó con esto mi padre. Era funcionario y por circunstancias de la vida, como él dibujaba muy bien, empezó a trabajar haciendo la publicidad de Lanza, que hemos mantenido hasta el año 1992. A partir de ahí vino todo lo demás. Comenzamos haciendo publicidad en los cines, con diapositivas que se dibujaban a mano, que se proyectaban entre las películas. También vallas pintadas en los cines de verano, cuñas en radios y hasta publicidad en medios nacionales.

¿Publicidad Salas ha tenido que ser testigo de cómo ha evolucionado este sector?  

Sí, y además ha sido una evolución tremenda hasta llegar al mundo digital y todas las plataformas actuales. Recuerdo como uno de los grandes cambio de esta profesión cuando pasamos de imprimir con clichés de plomo y base de madera a hacer fotolitos en acetato. Y eso sería, si no recuerdo mal, en la década de los 80. Entonces necesitábamos a gente que fuera y viniera con las pruebas al cliente. Ahora todo va por correo electrónico.  

También ha cambiado la forma de entender la publicidad. ¿Actualmente hay cosas de ayer que no entenderíamos?

Vivimos la censura, de hecho hay anuncios de corsetería que yo veo hoy y todavía no entiendo cómo le dejaban a mi padre ponerlos, porque estamos hablando de mujeres en sujetador. También había muchos anuncios que hablaban de la mujer como esa ama de casa ideal.

Debió ser pionera en este mundillo cuando empezó...

Fui de la primera promoción. Yo me incorporé a este mundo con 21 o 22 años. Era  jovencita, vine con mi pelo a lo afro y además era mujer y me encontré con que tenía que tratar con empresarios que no terminaban de fiarse. Así que tuve que empezar por cambiarme el pelo y luego la forma de vestir, y tuve que  ponerme trajes de chaqueta, para que me tomaran más en serio. Aun así me costó un poco conseguir la confianza de los clientes, porque además de mujer yo era muy joven. Al final las mujeres en general tenemos que trabajar más para demostrar lo que valemos. Todavía hoy pasa, aunque también es verdad que hemos abierto mucho camino.    

¿Recuerda alguna campaña publicitaria especialmente importante para Publicidades Salas?

Sí. Estuvimos desde el principio hasta el final con la empresa Pan de Azúcar, que estaba donde ahora está E’Leclerc. Era una empresa portuguesa, hicimos prensa, publicidad exterior. Todo. Y también hemos hecho campañas políticas impresionantes con todos los partidos políticos. De hecho, la primera que hicimos fue para votar el referéndum de la reforma política.

Con su jubilación pone el punto final a una empresa que suma más de 72 años de vida. ¿Es difícil?

Al principio todo era una cosa artesanal. Ahora, tras estar quitando archivos y recogiendo cosas, no sé que tirar, porque esta profesión lleva un poco de nosotros y además tiene mucho de creativo. Aquí lo hemos elaborado todo, desde el concepto, la idea, el mensaje...por eso cada objeto que me he encontrado me trae muchos recuerdos. Sí, es difícil.