'La casa de papel' vuelve el 3 de abril mucho más salvaje

Patricia Muñóz (EFE)
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Los guionistas de la producción reconocen que van a mover los cimientos de los espectadores y que han jugado con el riesgo

«Hemos querido producir un electroshock. En esta temporada vamos a desfibrilar al espectador en su sofá», así presenta Álex Pina, creador de La casa de papel, cuya cuarta temporada se estrena este viernes 3 de abril en Netflix y en la que se pretende mover el «universo emocional» de la audiencia.

El atraco más atrevido de la historia alcanzará su punto álgido en una entrega en la que el caos y la tensión desatan la locura dentro de la dividida banda del Profesor.

La temporada será más salvaje, más emocional y, como cuenta el equipo creativo y de dirección de la serie compuesto por Álex Pina, Javier Gómez y Jesús Colmenar.

«Esta serie es como una montaña rusa. Hemos intentado modular y parar el ritmo para saborear las historias de los personajes. En medio de un caos brutal, quisimos hacer una subida donde nos llevamos al espectador para luego provocar una bajada salvaje en la segunda mitad», relata Pina.

«Hemos jugado más que nunca en el alambre, con el riesgo y con el peligro. Siempre hemos dicho que jugamos en la sala de guion a pegarnos un tiro en el pie, en el sentido de que buscamos situaciones irreversibles y esa es la realidad».

Una realidad que, para ellos, se ha vuelto internacional gracias a la gran acogida que la producción, desde su incorporación a Netflix, ha tenido a nivel global. Una situación que buscaban desde el principio, pero, coinciden, «sin perder el adn» nacional.

«Lejos de utilizar la internacionalización de la serie para erosionar el adn que teníamos, lo hemos hiberbolizado. Hemos trabajado manteniendo la idiosincrasia de nuestra ficción», explica Pina.

En esa misma línea, Jesús Colmenar remata la argumentación: «Teníamos más presupuesto y había que afrontar cosas más complejas, pero realmente la manera de trabajar ha sido la misma; con toda la carne en el asador, luchando a muerte por cada plano, por cada secuencia. Sobre todo, intentando que la serie tenga ese perfil internacional, que pueda competir con cualquier otra ficción».

retos emocionales. Además de seguir jugando al despiste con el espectador, «cambiándole constantemente la hoja de ruta», como dice Pina, la cuarta temporada llega cargada de «retos emocionales» que marcaron el rodaje conjunto de la tercera y cuarta parte.

«No hubo ningún tipo de pausa y el equipo hizo algo épico, que es reabrir la serie como hicimos, con grandes hitos de producción como fue el rodaje internacional o las secuencias en el centro de Madrid», relata Colmenar.

El reto para Javier Gómez fueron los tiempos y el ritmo frenético a la hora de escribir y rodar. Algo que ha convertido esta entrega en su favorita. «La escribimos en dos meses, casi a semana por guion. Eso es una locura. Una mañana fui a hacer una mesa con Jesús porque había enviado la secuencia la noche anterior por Whatsapp, y a las 8 de la mañana estaba allí leyéndola con los actores».

Desafíos como el que relata Pina en relación al último capítulo de la cuarta temporada: «Estábamos al final del verano, donde prácticamente no llegábamos. Rodamos con tres unidades durante veintitantos días, fue algo insólito. Tuvimos que grabar con helicópteros militares, cosas a las que no nos habíamos enfrentado antes».

«Cuando el espectador vea las nuevas entregas se va a dar cuenta de que no vamos de broma, sino muy en serio», sentencia Pina.