CLM encabeza la carencia material severa en España

J.A.J
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Un 7,4 por ciento de la población regional carece de casi la mitad de bienes y servicios considerados básicos para la vida diaria, frente al 4,7 por ciento del conjunto del país

Por suerte, el consumo de carne o pescado no es uno de los factores que más inciden en la carencia material severa en la región. - Foto: Luis López Araico

Una vida cotidiana digna incluye despertarse en una vivienda con una temperatura agradable (haga frío o calor fuera), disponer de un automóvil para cualquier desplazamiento, un teléfono para efectuar cualquier comunicación que se necesite, una lavadora para tener la ropa convenientemente limpia o un televisor para estar informado o, simplemente, entretenido. Cinco cosas rutinarias. También suele ser habitual tener algunas seguridades, en concreto cuatro, como ser capaz de afrontar un gasto inesperado de hasta 650 euros, poder afrontar las facturas mensuales de la vivienda con hipoteca incluida, comer carne o pescado al menos -qué menos- una vez cada dos días, y contar con la capacidad de gasto para disfrutar de al menos una semana de vacaciones. La falta de al menos cuatro de estos nueve  bienes o capacidades de gasto establecen que alguien entra en la denominada carencia material severa, según la definición creada en su día por el INE para su Encuesta de Condiciones de Vida. Pues bien, en Castilla-La Mancha se estima que un 7,4 por ciento de la población soporta esa carencia material severa, frente al 4,7 por ciento que la padece en el conjunto. De este modo, la región lidera el penoso ranking de autonomías más afectadas por la carencia material severa. Este dato, entre otros es destacado en el informe ‘El estado de la pobreza’ elaborado por la Red Europea de Lucha contra la Pobreza EAPN.

El informe, con datos relativos a 2019, destaca que el porcentaje de población con carencia material severa ha ido creciendo en la región desde 2017, cuando en esta situación estaban un 4,4 por ciento. Ya en 2018, saltó al 7,2 por ciento, por lo que la subida de otro 0,2 por ciento en 2019 habría que considerarla casi como una estabilización. Aún así, el porcentaje de 2019 continúa por detrás del máximo de población en carencia material severa, un 8,7 por ciento, alcanzado en 2014, uno de los peores años de la última crisis.

Por detrás de la región en mayor porcentaje de afectados por la  carencia material severa se sitúan Extremadura, con un 6,3 por ciento, y Aragón, con un 5,9 por ciento.

El informe destaca que la situación más opuesta a la de Castilla-La Mancha se da en Cantabria, que tiene algo menos del 1 por ciento de su población afectada por la carencia material severa. La siguen La Rioja, con un 1,6 por ciento, y Castilla y León, con un 2,3 por ciento.

El estudio de EAPN también examina varios de los conceptos que el INE utiliza para evaluar la carencia material severa. Curiosamente, Castilla-La Mancha sólo lidera los peores datos en uno de ellos, el de la incapacidad de mantener convenientemente climatizada una vivienda frente a los embates del clima en el exterior. Un 13,2 por ciento de los castellano-manchegos no puede hacer esto, frente a la media de un 7,2 por ciento de españoles que padecen este problema. Aún así, el porcentaje regional se reduce en un 1,5 por ciento respecto a 2018. Por detrás de Castilla-La Mancha, se sitúa el 11,5 por ciento de población incapaz de mantener una temperatura adecuada de sus casas en Extremadura y el 10,2 por ciento de las de Navarra.

Carne y pescado, accesibles.

En el ámbito español, respecto a la importante cuestión de no poder permitirse una comida de carne o pescado al menos cada dos días, los porcentajes son elevados en Andalucía (5,1 por ciento) y Galicia, y bajos en Cantabria (0,6 por ciento), Aragón, Valencia Madrid, Murcia, País Vasco y Navarra.

En este apartado tan relacionado con la subsistencia básica, Castilla-La Mancha sí presenta un dato alentador, ya que sólo un 3,4 por ciento de su población no acceden a carne o pescado cada dos días. La región se sitúa aquí por debajo de la media española, un 3,8 por ciento.