Una legislatura en tensión

Roger Mateos (EFE)
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El mandato de Torra está marcado por los choques con la Justicia y las discrepancias con ERC en el camino hacia la independencia

Una legislatura en tensión - Foto: Susanna Sáez

Los casi dos años y medio de Quim Torra al timón de la Generalitat dibujan una constante sucesión de choques con la Justicia, con sus socios de ERC y frustraciones en las filas independentistas al no poder desplegar la «república catalana» proclamada al final de la anterior legislatura. Un mandato tenso que arrancó con la autonomía aún intervenida en virtud del artículo 155 de la Constitución y que acaba abruptamente, con su inhabilitación y el país en plena pandemia.

 

Investidura telemática

Torra ocupó, en calidad de independiente, el número 11 de la candidatura de JxCat por Barcelona en las elecciones catalanas del 21 de diciembre de 2017, en plena aplicación del 155. Abogado, editor, autor de una decena de libros sobre historia de Cataluña y periodismo, expresidente de Òmnium Cultural y miembro de la ANC, el ya expresident era uno de los fichajes sin carné de partido que Carles Puigdemont atrajo a su lista, aunque en ningún caso aparecía en las quinielas como alternativa por si fallaba el plan A. 
Esa primera alternativa de JxCat consistía en investir telemáticamente a Puigdemont, huido a Bélgica, pero las advertencias del Tribunal Constitucional hicieron que el presidente del Parlament, Roger Torrent, se echara atrás y desconvocara el pleno.

 

El ‘plan D’

Entonces se activó el plan B, investir a Jordi Sanchez, ya encarcelado, y tampoco fue posible; el plan C suponía convertir a Jordi Turull en president justo antes de que ingresara en prisión provisional, pero la CUP se negó a prestar sus votos para la operación suicida, lo que arrastró a JxCat a un dilema: o buscar un plan D, esta vez para investir a un candidato efectivo, o forzar elecciones en señal de protesta. 
Torra, defensor de Puigdemont como «presidente legítimo», era partidario de la segunda opción, pero acabó siendo el elegido por su predecesor para dar un paso al frente y desbloquear la legislatura: el 17 de mayo de 2018 tomó posesión prometiendo el cargo «con fidelidad al pueblo de Cataluña», sin menciones a la Constitución.

 

Restitución fallida

Acorde con su legitimismo, la primera decisión del nuevo president fue intentar restituir como consellers de su Govern a los titulares de las carteras cesados con el 155, desoyendo las advertencias del Gobierno de Mariano Rajoy, que bloqueó los nombramientos.
Finalmente, Torra desistió de esta «restitución» simbólica y nombró a sus nuevos consellers, tras 218 días de aplicación del 155 en Cataluña.

 

Un president activista

Torra reivindica su perfil externo a la política, procedente del activismo civil, una manera de hacer las cosas que se puso más de relieve que nunca en el primer aniversario del 1-0, cuando se dirigió a «los amigos de los CDR» para animarlos a seguir presionando para hacer efectiva la independencia: «Apretad, hacéis bien en apretar», manifestó públicamente.
De hecho, durante su mandato, el expresidente mostró a menudo más sintonía con las criticas a la actuación de los Mossos d’Esuadra frente a manifestantes secesionistas que con los argumentos de la conselleria de Interior.

 

Sentencia del procés

La legislatura arrancó en 2018 aún bajo los efectos del artículo 155, siguió marcada por la detención y posterior puesta en libertad de Puigdemont en Alemania y se vio condicionada por el juicio a los líderes independentistas del procés en el Supremo.
Así hasta que las condenas a prisión para Oriol Junqueras, Jordi Turull, Josep Rull, Joaquim Forn, Raül Romeva, Carme Forcadell, Dolors Bassa, Jordi Sanchez y Jordi Cuixart, anunciadas por el Alto Tribunal el 14 de octubre de 2019, desataron protestas por toda Cataluña. Torra defendió las movilizaciones contra la sentencia, incluido el bloqueo al aeropuerto del Prat, tardó varios días en condenar los disturbios protagonizados por los CDR en la calle y ordenó depurar responsabilidades por los posibles excesos policiales.

 

Relación con Esquerra

Si algo caracterizó este mandato, además del juicio del procés, fueron los choques constantes entre los dos socios de coalición, JxCat y ERC, con episodios como la investidura fallida de Puigdemont o la retirada del escaño a Torra tras su condena por desobediencia.
Los republicanos, que han reorientado su estrategia hacia un independentismo pragmático más alejado de la vía unilateral, no han dejado de ser blanco de las críticas de JxCat en ningún momento, por ejemplo cuando facilitaron la investidura de Pedro Sánchez o cuando se puso en marcha la mesa de diálogo sobre Cataluña.
El enfrentamiento entre los socios llegó a un punto tan insostenible que, el pasado 29 de enero, Torra dio por rota la unidad de su Govern y anunció que convocaría elecciones nada más aprobarse los presupuestos, algo que no se concretó debido al estallido de la pandemia del coronavirus, en paralelo a las presiones internas de JxCat, que quería culminar antes su proceso congresual.