El abrazo al cambio lejos de las estrellas

Nieves Sánchez
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Violeta y Paula, dos jóvenes ciudadanas chinas, cuentan cómo viven lejos de sus familias y su país la inminente entrada del Año Nuevo, el año de la Rata, de la prosperidad y los cambios.

El abrazo al cambio lejos de las estrellas - Foto: PABLO LORENTE

Me llamo Violeta, bueno no exactamente». Agarra un bolígrafo y escribe su verdadero nombre en papel: Zhang Yi. «En nuestro idioma primero se pone el apellido y después el nombre, pero como es tan difícil su pronunciación fuera de China, adoptamos otro». Es Violeta en español, Violet en inglés y Violette en francés. «Me gusta la flor, su color y lo que representa aquí en vuestra cultura, la lealtad». Sonríe y cuando lo hace su rostro luce radiante y sus ojos se achinan aún más hasta dibujar dos líneas muy finas. Su voz es suave, reflejo de una persona aparentemente tímida, pero según avanzan los minutos en el reloj destapa, con un español en ciernes, la risa, el humor y la conversación sobre esto y aquello, de su vida aquí y allá, en China, su manto rojo de estrellas.

Faltan horas para abrazar el Nuevo Año Chino, que entrará esta noche de enero, el Año de la Rata, protectora de su cultura y traedora de prosperidad. Un año de positivismo, equilibrio y cambios.

En un pequeño despacho, en el 217 del Aulario de la Facultad de Letras, esta joven profesora de idiomas de 30 años espera junto a su compatriota Liu Huiyu, Paula en español. «Yo me puse Paula porque mi profesora de español se llama así». Sin más. Paula tiene 23 años y una mirada dulce, procede de ShanDong, al norte de China, de donde llegó en septiembre cargada de ganas para vivir una experiencia que no olvidará. 

Es la primera vez que pasará tanto tiempo lejos de su familia y de sus amigos, por eso habla casi todos los días con sus padres, de los que es hija única, porque la distancia le araña el corazón. «Prefiero trabajar mucho y así no pienso en lo que los echo de menos», a ellos y a su modo de vida totalmente distinto a lo que ha encontrado aquí. Es menuda, delgada, aunque asegura que ya está más grande de lo que llegó. «La comida española es más dulce y a mí me gustan mucho los dulces y la tortilla de patatas, también las tapas. A este paso voy a engordar mucho».

Ambas trabajan para el Instituto Confucio en España, que concede a jóvenes del país asiático viajar fuera durante estancias de dos o cuatro años para expandir el Chino Mandarín y su cultura por todo el mundo. «Es perfecto porque podemos viajar y vivir en otros países». Paula es voluntaria y se quedará hasta junio en Ciudad Real, en el Campus de la UCLM donde el Instituto tiene sede. Violeta es profesora de chino, habla español e inglés, y no se marchará hasta dentro de dos años.

la noche de la magia. Juntas vivirán esta noche uno de los momentos más especiales de su tradición, la entrada del Nuevo Año, el año de la Rata, que se extiende hasta el 11 de febrero de 2021. Juntas pasarán de 2020 al 4718 del tirón. «¡Yo soy una rata, este es mi año!», proyecta Paula con entusiasmo ante el inicio inminente del año de su vida en Occidente.

No faltan las risas cuando hablan de esta celebración. Se reunirán con sus compatriotas en el restaurante Casa Liu de la calle Toledo, para abrazar el sábado, con mucha nostalgia, a la Rata. Se acordarán de sus familias, de que están lejos de su patria pero vivirán el momento como único que es. «Una de las cosas más parecidas que tiene China con España es lo familiares que somos en las dos culturas, nosotros también nos reunimos el fin de semana con los niños y los abuelos, y celebramos estas fechas igual con nuestros amigos y familiares», cuenta Paula.

Esa noche se cocinará en los fogones de la casa de los Liu olla caliente china, un caldo tradicional de distintos sabores al que se le añaden ingredientes crudos. Habrá motivos de decoración propios de su cultura, habrá fiesta, alegría, motivación. Habrá palabras en la distancia, encuentros, confesiones y lágrimas; se hablará el idioma que los une, sonará la música que los atrapa y muchos corazones latirán al unísono por China, envueltos en la bandera de las estrellas.

Paula y Violeta confiesan que la comida que sirven los restaurantes chinos está «occidentalizada» y, en concreto en Ciudad Real, proviene de la tradición gastronómica del sur de su país, ya que la mayoría de ciudadanos que emigraron a esta parte de España proceden de la misma región, pero esa noche los bocados, los sabores, sabrán a su tierra, a su legado, a sus orígenes.

En la actualidad, según datos del INE, viven en la provincia más de 900 ciudadanos chinos. Son, después de los rumanos, marroquíes y colombianos la cuarta comunidad extranjera más importante en Ciudad Real, teniendo en cuenta que en el año 2000 había censados sólo 38. Todos celebrarán este año en sus respectivos rincones salpicados por los pueblos la entrada en el año de la prosperidad. El inicio de cada década es un presagio positivo para los signos chinos, además, se inicia la nueva rueda china, es decir, el año de la rata marca el inicio de nuevas sinergias y deja atrás una época de energías negativas

«La vida aquí es muy diferente, pero somos muy felices, es una aventura, aunque claro que echamos de menos a nuestras familias». Esperan de este nuevo periodo perfeccionar su español, «hablarlo del todo bien antes de regresar a China», seguir adentrándose en la cultura española que adoran y disfrutar de la «tranquilidad» que han encontrado en su nueva vida en Ciudad Real. «En nuestro país, en la ciudad, la gente vive con más estrés, más rápido y aquí es otro ritmo». El ritmo que les marca un nuevo horario, unas maneras de hacer y pensar totalmente diferentes, el ritmo del cambio.