«Siempre me sale un muerto»

María Torre
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La autora del libro 'Una bala con mi nombre', la navarra Susana Rodríguez Lezaun, confiesa estar 'condenada' a escribir novela negra

«Siempre me sale un muerto»

Dice que lo ha intentado de manera muy consciente: «Me pongo a escribir y me digo Este libro va a ser narrativa. Pero, sin darme yo cuenta, los personajes derivan hacia la novela negra, de forma natural. Al final, siempre me sale un muerto». Quizá porque consume este categoría de historias desde que aprendió a leer. «Es inevitable, estoy condenada».

Susana Rodríguez Lezaun (Pamplona, 1967) es periodista de formación y escritora de vocación. Se define a sí misma como una persona muy normal, «en absoluto violenta, no suelto ni tacos, no grito, no me reúno con personas violentas, ni del hampa». Como el doctor Jekyll, una burguesa cabal: «Me gusta la ley y el orden». Afortunadamente, su lado Hyde solo se manifiesta sobre el papel. 

Autora de una soberbia trilogía de novelas negras ambientadas en su Navarra natal y protagonizadas por el inspector David Vázquez, en esta nueva propuesta abandona el género, el paisaje y el paisanaje. 

Una bala con mi nombre (HarperCollins Ibérica) es, ante todo, un thriller, «una carrera por la supervivencia de la protagonista, una carrera por robar las joyas del Museo de Bellas Artes de Boston». 

La historia se desarrolla en Massachusetts y ninguno de sus personajes principales ha pisado vez alguna Pamplona. En cambio, sale ella y saca a su protagonista, Zoe Benett, «de una patada»: la comodidad puede ser una trampa.

Este poner las cosas patas arriba tiene una explicación, las obras anteriores fueron experiencias muy penosas, tanto a nivel psicológico como físico, «porque había escenas muy duras, y yo vivo mucho lo que escribo, lo interiorizo, lo veo en mi cabeza, lo plasmo, y luego lo leo y lo releo». Necesitaba irse, ver el mundo desde otra perspectiva, en definitiva, respirar. 

«Y, ¿cómo respira un escritor? Saliendo de su zona de confort, abandonando en mi caso Navarra, que es mi zona de actuación, y yendo a la cuna del thriller, Estados Unidos». En concreto, a la capital de Massachusetts, que en algo le recordaba a la región de la que es oriunda: bosques, lluvias, zonas umbrosas, carreteras... Pero tan solo una vez terminado el libro descubrió que Boston y Pamplona están a la misma latitud.

 

Directora de festival

Rodríguez Lezaun compagina su tarea literaria con la dirección de Pamplona Negra. Es la única mujer que se encarga de coordinar uno de los grandes festivales del género. «Tengo compañeras que lideran festivales quizá más pequeños, pero que están haciendo una labor encomiable. A nivel de grandes certámenes, sí soy la única mujer, y, de hecho, cuando mi antecesor me ofreció el cargo, yo se lo hice ver, por si no se había dado cuenta». 

Debía ser el único, porque todo el mundo se lo hace notar. No se considera cuota -«Me habría ofendido muchísimo y le habría dicho que no, sin lugar a dudas»-, y le llama la atención que normalmente sea algo que no pase desapercibido, aunque lo considera inevitable. «Me da risa, me hace gracia».

Y no deja de ser una muestra más de la evolución constante a la que está sometido el género. La novela negra es espejo de la sociedad en la que se desarrolla, «la sociedad no para de cambiar y la novela negra lo refleja».

Es de destacar cómo, en esas primeras obras, el estereotipo de detective, de criminal y de víctima eran claros y muy pertinaces. 

También resulta muy curioso el papel que las mujeres tenían entonces -objeto de pasiones, motivo de celos, víctimas- y el que tienen ahora (víctimas, aún, pero también asesinas, y muchas investigadoras). «Los escritores vivimos en la sociedad actual y plasmamos las preocupaciones, las vivencias, somos una especie de mensajeros, sin querer convertirnos en gurús de nada».

Esa condición de notarios de la realidad, de descubridores de sus entresijos, explica, en su opinión, el éxito inagotable del género, el hecho de que el público lector consuma estas obras de una manera casi compulsiva. 

Pero tampoco es nuevo, ya ocurría en el siglo XIX. «Siempre recuerdan la anécdota de sir Arthur Conan Doyle -el padre del legendario Sherlock Holmes-, que publicaba sus novelas por entregas en los periódicos de la época. Y había gente esperando a la puerta de la imprenta a que saliera el periódico con el siguiente capítulo. ¿Qué quizá hay mucha oferta? Y también hay mucha gente, y muchos gustos», asegura.

Rodríguez Lezaun se confiesa omnívora. Agatha Christie, Maigret, Chandler, Hammett, Thompson, Juan Madrid, Vázquez Montalbán... «Yo lo he leído todo».  

A la hora de la despedida, sale a relucir Jessica Fletcher, la escritora-investigadora que, interpretada por Angela Lansbury, vivió su momento de gloria por los años 80 del siglo pasado, y cuyas peripecias aún alimentan algunos canales de televisión. «Era muy gafe, allí donde iba aparecía un cadáver. Pero yo era fanática de aquella serie», admite la novelista. Al menos, de momento, su compañía no tiene efectos perniciosos para la salud de quien la entrevista.