La viuda clama justicia y la mujer del homicida clemencia

Pilar Muñoz
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Subieron al estrado en la segunda sesión del juicio contra el acusado de acabar con la vida del director de una caja de ahorros de La Solana porque se sintió «engañado», según ha declarado

La viuda del director de la sucursal de la caja ahorros, en el estrado, durante su declaración

«No era una persona de gritar, no discutía con nadie. Era muy difícil que se enfadara. No era violento», aseguró el contable de Antonio Santillana Campos, que está siendo juzgado por asesinato en la Audiencia Provincial de Ciudad Real por la Ley del Tribunal del Jurado.

Era un hombre «tranquilo» hasta el 23 de noviembre de 2016 que cogió una escopeta semiautomática, se subió a su vehículo y se desplazó desde Villanueva de los Infantes, donde tenía su casa y su pequeña empresa, hasta La Solana donde acabó con la vida del director de Caixabank, Alfonso Muñoz, a resultas de un préstamo.

La viuda del responsable de la entidad pide justicia y la mujer del presunto homicida clemencia porque «estaba enfermo», llevaba tiempo sufriendo una depresión que «no quería reconocer».

Las dos mujeres subieron ayer al estrado para prestar declaración ante el jurado y el magistrado presidente Fulgencio Víctor Velázquez de Castro. La viuda de Alfonso Muñoz aseguró que su marido también era un hombre tranquilo al que admiraba.

 A preguntas de la fiscal dijo que cuando ocurrieron los hechos llevaban casados 14 años y eran padres de dos niñas de 9 y 12 años. «Alfonso era un buen padre, vivía para ellas y aprovechaba todo el tiempo para estar con ellas. Las quería con locura. Le echan de menos, lo recuerdan mucho», detalló.

En cuanto a su sentimiento confesó que aquel 23 de noviembre «fue el peor día de mi vida. Es un dolor indescriptible. Sentí rabia y mucho dolor». También a preguntas de las acusaciones mantuvo que ni ella ni sus hijas renuncian a reclamar las indemnizaciones que le puedan corresponder.

Tras su testimonio subió al estrado la mujer del procesado, quien a preguntas del letrado de la defensa, José Antonio Rello, manifestó que lleva 15 años casada con Antonio Santillana y que son padres de dos niños de 7 y 14 años.

 Tras relatar episodios relacionados con su salud, afirmó que llevaban tiempo atravesando una mala racha por enfermedades de ella y después a raíz de que su marido y un primo «partieran el negocio». Aunque la empresa marchaba, no iba mal, su marido decidió ampliar el negocio y por ello pidieron un préstamo hipotecario en Caixabank, la sucursal que dirigía Antonio Muñoz.

El contable de la empresa avaló el testimonio al afirmar que la empresa no tenía problemas económicos y que pagaba puntualmente a sus trabajadores.

Tanto la mujer del encausado como el contable coincidieron en  aseverar que Antonio Santillana era  «un hombre tranquilo», callado, respetuoso, trabajador. A primeros de 2016 «empezó a meterse en su mundo y cogió una depresión tremenda que no quería reconocer», declaró la mujer.

El contable testificó que «Antonio estaba mal, tenía mucha ansiedad, se bloqueaba, le costaba mucho decidirse y le dije que fuera al médico, le di el número de teléfono de una psiquiatra de Alcázar para que le viera porque no estaba bien».

Ciñéndose a los hechos, afirmó que «era un hombre enjaulado», con una idea recurrente: le habían engañado en el contrato del préstamo. Según el testigo, dos días antes de los hechos había firmado un contrato de préstamo hipotecario   para ampliar su negocio y contratar a un trabajador más. Era una cantidad pequeña, unos 43.800 euros y «cuando vi que no se podía disponer del dinero llamé a Alfonso (el director) y me dijo que a lo largo de la mañana lo tendríamos, que lo iba a desbloquear. Se lo comenté a Antonio y me dijo me han engañado, me han engañado».

El contable confirmó ante el jurado la versión del procesado respecto a que le hicieron firmar un papel en blanco. «¿El banco cambió las condiciones?», le preguntó el abogado del encausado.

«Era préstamo hipotecario sencillo destinado a la compra de un camión y obras en la nave, no se dijo que estaba sujeto a unas facturas, compras; supeditado», respondió el testigo quien aseguró que llegó a decirle al director de la entidad que  «no le apretaran mucho, que no le presionaran porque estaba muy agobiado».

La mujer del procesado aseveró que uno de los médicos que le vio le manifestó que estaba muy mal y que tenía pensamientos suicidas.

Respecto a la idea de que le había engañado, dijo que ella también lo creía respecto a algunas cosas.

En la segunda sesión del juicio  también testificaron agentes de la Policía Local de La Solana y de la Guardia Civil. Todos coincidieron en que se entregó y que dejó la escopeta sobre el mostrador de la sucursal tras disparar y matar al director. Ayer tarde el jurado vio la reconstrucción del escenario del crimen, cómo entró con  la escopeta a lo largo del cuerpo, como entró en el despacho del director y cómo descargó luego el arma en el patio de operaciones de la entidad. Antonio Santillana se enfrenta a una condena de hasta 42 años de cárcel por un presunto asesinato, supuesta tentativa de asesinato y amenazas.