La reina que se retrata

Nieves Sánchez
-

Frente a la ausencia de palabras y discurso, dentro y fuera del Corral, el silencio de una reina que saludó y se fotografió con el pueblo

La reina que se retrata - Foto: Pablo Lorente

Su mirada y sus sonrisas, los gestos, un ligero apretón de manos que se escapa y sus andares, pausados, medidos a ritmo de una mano alzada que gira de lado a lado por unos adoquines que duelen si se andan desde las alturas de los nueve centímetros de unos imposibles zapatos. Era lo esperado, las poses estudiadas a falta de las palabras. Frente a la ausencia de discurso dentro y fuera, el silencio de una reina que se retrató con el pueblo.

«Pero qué mona va esta chica siempre». Se escuchaba ya a alguna vecina de Almagro a las puertas del Parador de Turismo, donde la reina Letizia llegó en coche negro a las once y cinco de la mañana, vestida de rosa fucsia y tacones de vértigo. Emiliano García-Page, José Luis García Zapatero, el alcalde de Almagro y la ministra de Sanidad ya le esperaban para abrirle las puertas de Almagro en su mes más teatrero.

Hacía calor, aunque no demasiado, soportable al sol y a la sombra, donde habían cogido sitio ya varias decenas de personas. En primera fila, a las puertas del Corral de Comedias, se habían colocado a las 11.30 horas Vicenta Gómez con su saga. «Es la primera vez que la vemos, vino a Almagro hace unos años de sorpresa, pero nos la perdimos, así que hoy no se nos escapa». 

La reina que se retrataLa reina que se retrata - Foto: Pablo LorenteA eso de las doce y cuarto, llegó caminando a la plaza Mayor de Almagro hasta el Corral de Comedias, el lugar integrador por todos los costados porque desde hace más de cuatro siglos ha podido entrar todo el que ha querido. Sonrisas, saludos y selfis con las decenas de personas congregadas alrededor del espacio y en medio de gritos que coreaban su nombre y añadían apelativos «¡Letizia, guapa!».

Ya dentro, el recibimiento fue más comedido con tímidos aplausos a la entrada de un acto muy medido. En la primera fila estaban las autoridades más destacadas, ella en el centro de la fila, detrás invitados y premiados con sus familias y arriba, en el gallinero, reporteros gráficos y periodistas.

Una vez visto por plasma a los premiados y escuchadas sus palabras, la justificación de sus reconocimientos y sus agradecimientos, la reina fue llamada al escenario para entregar los premios. De nuevo sonrisas, apretones de manos y cortesía. Había prisa, porque ella misma apremiaba a los galardonados para que subieran y se retiraran rápido, mientras abajo los presentes se hacían selfis con el escenario de fondo y la reina del retrato. Foto de familia y otra vez a su silla, junto a Page y la ministra. Sin palabras al público, sin discurso. 

La reina que se retrataLa reina que se retrata - Foto: Pablo LorenteAcabó el acto y se abrió el Corral de Comedias de nuevo a Almagro, donde el pueblo esperaba paciente para despedir a una reina asidua a los paseos por Almagro, donde la gente «la quiere». «Pues es verdad que es muy querida, igual que el rey», decían a las puertas los presentes, la mayoría mujeres. 

frente a sus fotografías. Fue al salir del Corral, saludando de nuevo con la mano derecha en alto, cuando algo llamó su atención. Una mujer de amarillo, en la esquina de las vallas que separaban a la reina del pueblo, gritaba su nombre al tiempo que le mostraba dos marcos con fotografías. La reina se acercó, les tocó las manos y sujetó para verlas mejor los dos retratos, de ella con el rey, Leonor y Sofía, durante la visita de sorpresa que realizaron a Almagro en marzo de 2013. 

Tras sus pasos de vuelta, para seguir saludando a los de la otra fila, María Jesús Campos, la dueña de los ‘cuadros’ reales que decoran su salón explicaba a La Tribuna lo que Letizia le había contado. «Me ha dicho pero qué guapa estaba mi Leonor y luego ha mirado a mi madre que como tiene 87 años le ha preguntado que qué hacía en la plaza con tanto calor y ella le ha dicho, pues para verte». Para ver de cerca a la reina que se retrata, con el pueblo.