Fran Lara (11-8-1989. Bolaños de Calatrava) fue el primer deportista ciudadrealeño en firmar su pasaporte para Tokio. El bolañego, que desde hace dos años es el capitán de la selección española de baloncesto en silla de ruedas, lograba en septiembre el segundo puesto en el Campeonato de Europa y el combinado nacional se ganaba su plaza en los Juegos Paralímpicos de Tokio, donde intentará reeditar la medalla de plata conquistada en Río 2016, tras caer en la final con Estados Unidos. 

«Los Juegos Paralímpicos son mi gran objetivo para este año, sin descuidar claro está el día a día con mi equipo, Las Rozas», indica el manchego. «Venimos de conseguir muchos éxitos y ahora todo el mundo nos va a exigir que consigamos medalla, pero no es nada fácil. Si hacemos las cosas bien estaremos peleando por el podio, pero un torneo de estos es muy exigente», recuerda.

A pesar de que sólo tiene 30 años, es uno de los veteranos de la selección, con más de una década de experiencia en el combinado nacional. De hecho, explica que esta Navidad es la primera que tiene vacaciones en los últimos once años. «Te pierdes muchas cosas con la familia, amigos y es realmente duro, pero luego ves que todo ese esfuerzo merece la pena y tiene recompensa, como esa medalla de plata en Río, que puso el listón muy alto», manifiesta.

En Tokio vivirá sus terceros Juegos tras los de Londres 2012 (quinto puesto) y Río 2016 y lo hará como capitán, un cargo para el que fue elegido por sus propios compañeros y que le implica la responsabilidad de ser el nexo entre los jugadores y el cuerpo técnico. Confiesa que todos los años olímpicos «son especiales» y quizá por ello este verano decidió dar un nuevo rumbo a su carrera, pidiendo salir cedido del todopoderoso Ilunion rumbo a un conjunto mucho más modesto, pero con más opciones de tener minutos, como La Rozas, donde además de ser un especialista defensivo también está teniendo un importante rol en ataque.

Casi ocho años más tarde de su debut en unos Juegos, Fran Lara confiesa que ahora lo ve todo de manera muy diferente. «En 2012 era muy joven y ahora, que sé lo duro que es no sólo llegar, sino sobre todo mantenerse, disfruto mucho más de cada momento, de cada competición. Valoro mucho el buen ambiente que hay en el equipo, que es con lo que te quedas porque son muchos sacrificios».

Ahora no se plantea mucho más allá de los Juegos Paralímpicos de Tokio, pero no oculta que le gustaría jugar también en París 2024. «Creo que puedo llegar, pero habría que ver cómo estás física y mentalmente. Tras los Juegos se acabará un ciclo, llegarán cambios  y habrá que ver. De momento, estoy con muchas ganas y motivación. El equipo sabe que es nuestro último gran campeonato juntos y la competición nos pondrá en nuestro lugar, aunque somos ambiciosos».