«No hay muro que pueda parar a gente que tenga hambre»

Manuel Lillo
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Gustavo González, de 43 años y natural de Sevilla, lleva vinculado con Solidaridad Manchega (Solman) desde el año 2008, cuando participó como cooperante en un proyecto en El Salvador.

Gustavo González, presidente de Solman. - Foto: Rueda Villaverde

Solman cumple ahora 25 años de andadura, ¿qué destaca de esta trayectoria?

La verdad es que es sorprendente porque es muy complicado que una Organización No Gubernamental (ONG), de carácter local como Solman pueda tener un recorrido de 25 años porque hemos sufrido en este tiempo periodos muy buenos y una concienciación social a favor de la cooperación internacional importante, con mucho apoyo social, de los gobiernos y de las administraciones, pero ha habido otros momentos en los que no, en los que nos hemos enfrentado a situaciones realmente complejas. De hecho, a partir de 2012, con la crisis-estafa que nos acució, lo primero que nuestros dirigentes decidieron recortar fue la cooperación en un porcentaje en Castilla-La Mancha del 99,9%. 

¿Cómo sobrevivieron a esa etapa?

Tuvimos que sentarnos, hablar y decidir entre dos opciones: o extinguirnos como muchas ONGs, que no superaron la época 2012-2016, o nos reinventábamos y sosteníamos en la medida de lo posible todos los proyectos que podíamos con la intención de no dejar a los beneficiarios de los proyectos en la estacada y también seguir teniendo presencia en la ciudad y en la región. Decidimos seguir adelante y tuvimos que hacer muchas cosas que no habíamos hecho; cenas solidarias, torneos de pádel o rutas cicloturistas, entre otras.

Fue gracias a la respuesta que hubo lo que les permitió seguir adelante...

Sin duda ninguna. Hemos pasado de esa época de unos 180-190 socios a casi 300 y, aunque nos ha supuesto un esfuerzo importante porque hemos tenido que reinventar toda la fórmula y reestructurarnos a nivel interno, hemos podido apurar el poco dinero que teníamos para poder aportar a otros países.

¿A qué se refiere con el término crisis-estafa? Entiendo que la crisis aquí es menor en relación a la crisis permanente que se vive en el tercer mundo...

Sí, pero la crisis en este mundo globalizado en el que estamos ha tenido una repercusión muy dispar. Los datos están ahí: el índice de pobreza ha aumentado y, sin embargo, los que eran ricos son más ricos. A eso me refiero con la crisis-estafa, a que hay una serie de gente a la que le ha interesado esa crisis, que ha salido reforzada de ella y, sin embargo, hay un porcentaje muy alto de la población que ha bajado su nivel de poder adquisitivo y sus condiciones de vida. Recientes informes de Cáritas hablan de porcentajes de gente viviendo en el umbral de la pobreza realmente alarmantes en nuestro país, ya no digo en otros países receptores de nuestro apoyo. Eso contrasta con otros datos: que los ricos en España cada vez son menos y tienen más dinero y parece que hay gente que ha salido ganando de esta crisis, no a todo el mundo le ha afectado por igual.

También se han criticado los recortes que se hicieron en esa época en unas cosas pero no en otras...

Efectivamente, se ha criticado mucho el hecho de salvar bancos con el dinero público y no utilizarlo para otros beneficios sociales. Nosotros, desde nuestra conciencia y moral, entendemos que eso no debería ir por ahí, sino que primero son las personas y después los bancos.

Con motivo de este aniversario, han sacado un libro que se titula ‘La locura de cambiar el mundo. 25 años de solidaridad’. ¿Es una locura hoy en día intentar reducir las desigualdades en el mundo con proyectos solidarios?

Bueno, el título del libro viene por nuestro buque insignia en Castilla-La Mancha que es El Quijote, ya que en cierto modo nos vemos en una situación similar a la de nuestro caballero más ilustre. Él intentaba luchar por deshacer entuertos y una serie de cosas y nosotros nos vemos intentando en la medida de lo posible aportar un poquito más de justicia y de dignidad a la gente. Y es una locura porque es realmente complejo, la información que se ofrece en la sociedad habla de competitividad, individualismo, de que el dinero es lo más importante y nosotros queremos hacer ver que también hay otra parte que llena a la persona, que es el desarrollo personal que uno encuentra cuando ayuda o colabora con otra persona. En eso que es intangible, que no es económicamente propiamente dicho, está esa locura, el pensar que el desnivel que hay entre ricos y pobres y las injusticias que seguimos viviendo en el mundo se pueden cambiar, que podemos intentar hacer que esa balanza esté menos desnivelada.

En ese símil, ¿los cooperantes son unos Quijotes?

Totalmente, nosotros tenemos uno de los programas de cooperantes, con programas de desarrollo y la línea que sigue es que alguien de la provincia pueda tener la experiencia de aportar sus conocimientos y sus ganas en sitios donde puede venir bien esa formación y, viceversa, quienes van como cooperantes acaban por tener formas de aprendizaje de otras formas de vida, de culturas y tradiciones que los marcan y lo pueden revertir en su entorno.  

¿Dónde están centrando los proyectos de cooperación?

Ahora mismo tenemos tres países donde se centra nuestro trabajo principalmente, aunque a lo largo de los 25 años han sido muchos. Esos tres focos principales ahora son El Salvador, Honduras y Togo.

¿Qué opina sobre el drama migratorio y la construcción de muros para frenar la inmigración?

Nuestra posición es absolutamente en contra de cualquier tipo de actuación así, del hecho de que alguien pueda estar planteando montar muros kilométricos entre un sitio y otro. Creo que no hay ningún muro que consiga parar a gente que quiere vivir, que no quiere morir o quiere vivir en condiciones más dignas, gente que se muere de hambre y contra el hambre no hay posible muro, no hay ningún muro que pueda parar a gente que tenga hambre y que quiera mejorar las condiciones de vida de su hijo, no me pasaría a mí, ni a usted, ni seguramente le pasaría a nadie de este llamado primer mundo el hecho de que si a mí me falta para darle de comer a mi hija, si tengo que cruzarme el muro que sea, lo cruzaré... Yo entiendo perfectamente a las personas que se ven en esa situación y lo que lamento profundamente es que las administraciones no podamos dar una respuesta eficaz. Es un drama, un drama auténtico porque cada día muere gente, mucha gente, y que no hagamos nada o, todo lo contrario, cerremos puertas o no dejemos salir al barco de Open Arms... Creo que la cooperación internacional no sólo es altruismo, sino que también tiene una connotación positiva y favorable en el sentido de que, si las condiciones de vida que nosotros propiciamos son adecuadas en sus países, garantizo que no vendría ni un sólo inmigrante a España.

Pero hacen falta proyectos para el desarrollo real en otros países.

Nosotros estamos en esa línea, los proyectos de Solman siempre tienen un componente importante de implicación local. Además, tenemos el compromiso de que la mitad del dinero que recauda Solman se destina directamente a becas universitarias con el compromiso de que aquello que hayan aprendido gracias a esa beca, revierta de forma positiva en su comunidad.

¿Es optimista en que, finalmente, se consigan reducir las diferencias entre el primer y el tercer mundo?

Somos humanos y yo quiero pensar que aparte de la naturaleza propia del instituto de supervivencia y del egoísmo, también pienso que hay otra parte del ser humano que es más favorable, que le gusta cooperar y que necesita vivir en sociedad y ayudar al prójimo como una manera de desarrollar su propia personalidad. Sigo confiando en eso, aunque realmente es complicado, hay altibajos y momentos en los que yo mismo me planteo ‘¿Y ahora qué?’, pero pienso que si esa balanza ya está desnivelada y dejamos de poner peso en la que está abajo, al final se va a volcar directamente. Creo que es casi un compromiso necesario el hecho de seguir pensando en que esto puede revertir de alguna manera, por lo menos seguir poniendo en valor esos aspectos más positivos y loables del ser humano.