Rodero: "Mi mirada es fruto de la experiencia ante la vida"

C.M.
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Entrevista a la fotógrafa Cristina García Rodero, con motivo de su exposición fotográfica Tierra de sueños que hasta el 23 de enero se exhibe en el Paseo del Miradero de Toledo

Rodero: "Mi mirada es fruto de la experiencia ante la vida" - Foto: Yolanda Lancha

Los ojos de Cristina García Rodero sufren ante la luz, pero no dejan de observar. La fotógrafa que retrató la ‘España oculta’ de los años 70, que fue testigo del éxodo de refugiados albanokosovares, que ha viajado por medio mundo dando cuenta de las tradiciones, la cultura y la forma de vida de quienes habitan un planeta desigual e imperfecto, visitó Toledo para presentar su último proyecto. 

Un trabajo, ‘Tierra de sueños’, auspiciado por la Obra Social ‘la Caixa’ con la colaboración de la Fundación Vicente Ferrer, que hasta el 23 de enero se exhibe en el paseo del Miradero. Tras caminar el itinerario recordando cada uno de los momentos captados en las 40 fotografías instaladas, García Rodero confesó sentirse satisfecha por la labor realizada en India.

¿Qué le gustaría que sintiera el receptor de sus miradas?

Lo primero que se emocionara, porque yo me he emocionado haciendo las fotografías. Para mí es importante la emoción, lo que quiero es que se sienta empatía hacia ellos, que se sientan próximos a personas como nosotros que viven en otro país con muchos problemas. Que necesitan ayudan y que ha habido alguien que ha tenido el deseo y la voluntad de luchar para poder atender sus muchas necesidades.

¿Cómo se plantea un trabajo de tan enorme calado?

No me lo plateo, intento hacer las cosas que siento. Yo tengo que sentir lo que estoy haciendo, no me puedo aburrir, tengo que emocionarme con las personas que tengo delante. Siempre voy hacia esas personas que me están golpeando el corazón, suelo decir que es como que te enamoras de ellas, de personas de cualquier edad y condición social. Sientes una empatía hacia ellos que te arrastra, que hace que los sigas, que vayas tras ellos.

Y de ahí la mirada tan aplaudida por única. ¿De la empatía a la obra?

El estilo va saliendo sobre la marcha a lo largo de la experiencia, pero sobre todo basado en lo que ellos me transmiten y lo que a mí me gustaría contar de todo lo que veo en la vida. Selecciono lo que más gusta, lo que me conmueve, ante lo que siento inquietud, misterio,  o me repele. Lo que me invita a hacerte preguntas.

¿Cómo ha afrontado un proyecto como el desarrollado por la Fundación Vicente Ferrer en India?

Ha sido difícil para todos. Era importante contar los aspectos positivos, pero me mandaron a un lugar donde lo único que había era problemas, y fue bien difícil. Me centre con contar cómo solucionan las personas sus limitaciones, sus discapacidades, cómo están tratando de llevar su vida lo más normal posible, cómo a pesar de problemas tan graves son capaces de sonreír, de jugar, de compartir con sus amigos, conmigo.

¿Ha una fórmula para lograrlo?

Es simplemente dejarte cautivar por lo que estás viendo y, después como profesional, tratar de solucionarlo realizando un trabajo de calidad.

Y créeme que fue difícil porque la India tiene una luz muy dura, el atardecer y amanecer son muy cortos, fuera hay una luz espantosa, dentro apenas si hay luz, ellos casi todo en su vida lo realizan sentado y no hay movimiento, que es para mí es fundamental. Y bueno, los niños como siempre son los que te dan la alegría, a veces con la cámara no podía ni caminar porque todos me venían con esa alegría contagiosa de querer ser protagonistas y jugar.

¿Qué quiere contar?

Lo que yo quería contar era la labor desarrollada por la Fundación Vicente Ferrer y por quienes han cogido su testigo. Mostrar los rostros y las vidas de las personas a las que llegan todas estas ayudas, el porqué existe la necesidad de crear una organización como esta que atiende a estas personas. Que quien contemple estas fotografías sepa cómo se está realizando la labor y cómo van evolucionando según van haciendo conquistas para, después, ir ampliando su trabajo hacia otras parcelas.

Ahora el interés se fija mucho en la mujer, porque realmente es la persona que menos derechos tiene. Pasan del padre al marido, y ser mujer en la India significa que tu vida vale poco, que no tienes ni voz ni voto.

Su trabajo es referente internacional y supongo que, en casos como este, su responsabilidad es máxima ¿Cómo la gestiona?.

Cada uno tiene su propia sensibilidad, y todas son diferentes. Si pusiéramos a 100 fotógrafos delante de un mismo tema cada uno lo realizaría de forma diferente. La mirada es fruto de la experiencia ante la vida, de la forma de entenderla vida, y también de entender a los demás. Yo tuve la suerte de tener unos padres buenísimos, generosos en muchos sentidos, ellos me inculcaron muchos valores, y luego es simplemente el saber que da lo mismo dónde estés, que todas las personas tiene las mismas cualidades que tú, pero que hay quienes han sido mucho menos afortunados.

Sobre la responsabilidad, pues es muy grande. Recuerdo que cada vez que llegaba a la Fundación Vicente Ferrer, después de un día de trabajo, los voluntarios me preguntaban si había traído buenas fotos, y yo los decía no, que por desgracia no. Y qué difícil fue porque tenía miedo de no ser capaz de realizar este trabajo, de no hacerlo de manera rotunda. No paré de trabajar, ni domingo, ni festivos, ni en el día de la independencia. Todos los días trabaja de luz a luz, pasábamos mucho tiempo en la carretera, y me sentí con una enorme responsabilidad. Y eso también me ayudó a ser ambiciosa para que no se me pasara ningún colegio, ningún hospital, ninguna fiesta, ninguna boda... ninguna situación donde pudiera ver las cosas que hablaban de cómo vivía esta gente, de cómo son, y de lo que la Fundación Vicente Ferrer está haciendo por ellos.

Mucha intensidad, ¿no?

Sí, cuando te lo tomas con esa intensidad sufres porque no consigues, muchos días, obtener lo que tú quieres. Sin embargo, cuando presenté las fotos en la Fundación, cerca de 800 las seleccionadas, se llevaron las manos a la cabeza porque querían una veintena. Por ello, luché para conseguir que en el catálogo fueran como unas 80 las fotografías, y 120 en la exposición porque en las muestras itinerantes se exhiben unas 40.

Es una idea muy bonita que el arte salga a convivir con la gente estando en las mejores plazas. Veo muchas veces que, por la noche cuando apenas hay luz, la gente mira los carteles para saber qué es lo que representan las fotografías. Ahí es cuando yo me siento feliz, porque veo que la gente se interesa, y yo estoy hablando de lo que se está haciendo allí gracias a la Fundaciones y a la generosidad de mucha gente anónima que apadrina niños y que se interesa por ellos. 

Mira, allí hay casas construidas por ayuntamientos pequeños, por colectivos de bomberos, por ciudadanos que, como hizo una señora, donó dinero por el amor a su marido. Al verlo te das cuenta cómo cualquier persona con poco dinero puede conseguir mucho, porque el nivel de vida en India es mucho más barato que aquí. Se los construyen casas muy sencillas con lo elemental, pero tienen un techo, tienen su hogar. Para nosotros es una derecho recogido en la Constitución, para ellos no, tiene casa el que puede.

¿Está satisfecha?.

Yo lo doy todo cuando fotografío, no me importa si es un trabajo personal, si me están pagando, no me importa si es muy importante quien me lo encarga o no. Cuando alguien confía en mí y salgo a trabajar me doy al máximo, no ahorro nada, no sé lo que es el cansancio. La responsabilidad es la de estar y hacer un buen trabajo, la de disfrutar con lo que hago, y quiero que las personas que contemplan mis fotografías también lo compartan conmigo. Todos somos como esponjas, saben si significan algo para ti, si los miras con ojos buenos, si comes con ellos, todo eso es lo que captan.

Este ha sido un trabajo común, de mucha gente, yo trabajo en solitario pero aquí todos lo hemos puesto todo, y creo que el resultado ha sido una explosión de vida a pesar de los muchos problemas.